Solo.
Solo quiero acercarme. Atravesar mi grupo, apartar a cuantos están entre ambos, salir de mi zona de confort, atravesar tu línea, saludarte, invitarte a una copa espumosa de emociones efervescentes, al trago de sabor seco de tu boca contra la mía. Solo quiero escapar, dejarme llevar y ser poseído por la bestia salvaje que ruge dentro, dominarte a base de sumisión y aventura.
Solo quiero morder cada curva de tu figura; inspirar el vapor que exhales, dibujar líneas con mis manos en los deseos más profundos de tu alma. Un frenesí, un desorden de rabia convertida en fruta prohibida, las leyes de la física divididas entre tu cuerpo y el mío. Solo quiero beber tu néctar y oler tu cuello, ver tu figura a través de mis manos en la noche, unir cada punto y que brille con la fuerza de las estrellas, una luz que no rompa hasta la salida del sol.
Solo quiero conquistarte, ser tu capitán, el marinero a tu cargo. Mostrarte los cimientos de la arquitectura de mis miedos, dinamitarlos con cada toque tuyo. Sacarte sonrisas y plegar cada una con la forma de una rosa en un ramo repleto de ellas. Solo quiero que me enseñes a enseñarte, aprender de ti el compromiso, la madurez, rescatar contigo al niño en mi interior que entre todos secuestraron. Llenar cada momento con caricias, con abrazos que se estrellen en las costuras de tus inseguridades, solo quiero ser el escultor de tu vida que perfile la estatua más hermosa, caminar contigo en la arena hasta que el recorrido infinito del tiempo borre nuestras huellas en ella.
Solo quiero acercarme, atravesar mi grupo, llegar hasta ti y susurrar tu nombre al oído. Solo quiero lograrlo, luchar por ello, empezar a caminar y no parar hasta que me encuentres. Solo quiero atreverme, dejar de echarte de menos cada mañana que abro los ojos, cada día, cada noche que te veo, solo te veo y acabo así. Solo.
