La mirada del artista.
Una cosa es hacer algo y otra muy distinta es hacer ese algo. Hay quien pinta entre clase y clase, y hay quien convierte la pintura en su forma de vida. Hay quien escribe por pasar el rato, o para contarse a sí mismo su vida y darse cuenta mejor de sus problemas, prácticas que aplaudo y animo a que quien las haga las siga haciendo. Pero yo no puedo. Cuando escribo, lo hago para hacer arte, exijo de mí calidad, sí, pero la calidad no es tan importante como el verdadero sentimiento y corazón que le insufla el artista.
Estoy muy seguro de que a veces habréis oído a un crítico decir que cierta obra "tiene alma", ¿verdad? Esa alma es un no se qué, algo que no podéis indentificar, pero se siente, y cuando ves esa obra te transmite algo. Ello se consigue con la mirada del artista. ¿Cómo funciona?
Paso uno: sé insufrible.
Es broma, es broma... o quizá no. Me explico. Un artista vive para hacer arte, aunque el arte no le dé de comer y trabaje en cualquier otra tontería, el artista siempre creerá que ha nacido para llevar sus obras al mundo. No es un convencimiento ni para nada cuestión de prepotencia. Mi primo siente que ha nacido para diseñar coches (y mira tú por dónde, hay mucho de arte en ello), y un amigo mío siente que ha nacido para analizar muestras en un laboratorio. De la misma forma, un artista siente que ha nacido para hacer arte, y si ha nacido para ser científico, por ejemplo, y ser artista, doblemente bien por él.
Es normal que cuando alguien vive su vida con pasión y tiene una clara vocación, critique lo que considera que 'ofende a su amada profesión'. Yo, sin ir más lejos, cuando veo las pelis que echan en Divinity suelo ponerlas a parir de forma inconsciente, porque al ver que no hay arte en ellas, que solo son pasteladas hechas por encargo, no puedo permitir moralmente que a eso se le considere cine y a 'El Padrino' se le considere cine también. Y cuando releo los best-sellers que me enganchaban de adolescente, me doy cuenta que solo seguía historias por el argumento, historias sin alma.
Un artista suele ser un tipo peculiar, sin duda, pero yo no te estoy diciendo que necesites ser un artista para hacer arte con tu literatura. Aunque, si haces arte con la literatura, lo normal es que seas un artista, aunque no lo sepas... pero no nos liemos, lo que quiero decir es que no se es primero un artista y luego se hacen obras, sino todo lo contrario. Las obras son las que avalan al artista. Y una obra, lejos de ser un libro, un cuadro, etc., es la mirada de la persona que la crea.
Un artista suele ser un tipo peculiar, sin duda, pero yo no te estoy diciendo que necesites ser un artista para hacer arte con tu literatura. Aunque, si haces arte con la literatura, lo normal es que seas un artista, aunque no lo sepas... pero no nos liemos, lo que quiero decir es que no se es primero un artista y luego se hacen obras, sino todo lo contrario. Las obras son las que avalan al artista. Y una obra, lejos de ser un libro, un cuadro, etc., es la mirada de la persona que la crea.
Lo que nadie salvo tú puede ver.
Puede parecer que todo está inventado y que cualquier cosa ya se ha dicho, pero no es para nada así. Cuando yo empecé en esto de la escritura, me centraba en crear tramas retorcidas que nadie pudiera haber creado antes, pero es estúpido. Lo importante no es que la trama ya se haya visto antes, lo importante es el cómo nos la cuentes. En la película 'Nightcrowler', vemos a un Jake Gyllenhaal empresario que se supera a sí mismo y crea un negocio, pero al contrario de lo usual... tú no te alegras por él. Porque el personaje que interpreta es único, y el punto de vista desde el cual el director enfoca la película, también.
Seguro que tienes tu opinión y tu visión sobre casi cualquier cosa. Solo tienes que plasmarla. Veamos, por ejemplo, a Francisco Umbral, que en un fragmento de texto que la Escuela de Escritores muy a bien me ha cedido, nos cuenta:
¿Puso acaso Picasso en el Guernica "mucho caos y confusión"? No. Las caras descuadradas, los colores fríos... vemos sin quererlo a víctimas que no son humanos, que están lejos, las vemos con apatía, sabemos que sufren pero... no lo sentimos del todo. Picasso pintó el Guernica desde los ojos de los que, según él, lanzaron las bombas. O esa es mi interpretación.
Así que voy a empezar a resumir los puntos que haya concluido arriba para hacer memoria: uno, hay que dar nuestra opinión sobre algo, dos, hay que mostrar en lugar de contar. Y hay un tercer punto, que es el que da la práctica y la experiencia más que ningún otro.
Seguro que tienes tu opinión y tu visión sobre casi cualquier cosa. Solo tienes que plasmarla. Veamos, por ejemplo, a Francisco Umbral, que en un fragmento de texto que la Escuela de Escritores muy a bien me ha cedido, nos cuenta:
Dice Baroja de una calle que era larga y olía a pan. Ya está. Un largo olor a pan. Para qué más. El arte descriptivo, minucioso, es pueril y pesado.Pero, ¿qué opinaría Tolkien de esto? Seguramente todo lo contrario. Tolkien pensaba que la realidad de un mundo se crea cuando te paras en los detalles y puedes verlos. ¿A que entendéis lo que quiero decir?
Hay que entrenar esa mirada.
"No me digas que la luna está brillando: muéstrame su reflejo en un vaso roto" «Anton Chejov»Pero ojalá todo fuera tan fácil como dar tu opinión. Una opinión es un enunciado. Si yo aparezco un día, te saludo y te digo que estoy triste, sabrás que estoy triste. Sin embargo, si cuando aparezco miro hacia abajo, me seco los ojos disimuladamente, y mientras te saludo controlo el moqueo mientras miro hacia otro lado, sentirás que estoy triste. En la escritura funciona igual que en la pintura, en el cine, el baile, cualquier expresión de arte: no cuentes lo que quieres mostrar.
¿Puso acaso Picasso en el Guernica "mucho caos y confusión"? No. Las caras descuadradas, los colores fríos... vemos sin quererlo a víctimas que no son humanos, que están lejos, las vemos con apatía, sabemos que sufren pero... no lo sentimos del todo. Picasso pintó el Guernica desde los ojos de los que, según él, lanzaron las bombas. O esa es mi interpretación.
Así que voy a empezar a resumir los puntos que haya concluido arriba para hacer memoria: uno, hay que dar nuestra opinión sobre algo, dos, hay que mostrar en lugar de contar. Y hay un tercer punto, que es el que da la práctica y la experiencia más que ningún otro.
La mirada que conecta con nuestro yo interior.
"Ella le miró fijamente, deslumbrada y transfigurada, y él se acercó y se arrodilló a su lado, apretó sus dos pies entre las manos y enterró la cabeza en su regazo; así permaneció inmóvil. Ella estaba completamente fascinada y transfigurada, mirando la tierna forma de su nuca con una especie de confusión, sintiendo la presión de su cara contra sus muslos. Dentro de su ardiente abandono no pudo evitar colocar su mano, con ternura y compasión, sobre su nuca indefensa, y él tembló con un profundo estremecimiento." «'El amante de Lady Chatterley', D.H. Lawrence»
Acabas de leer una escena explícita de sexo oral. Un poco diferente a las polla-coños que hay ahora en el género erótico, ¿no?
En 'El otoño del patriarca', García Márquez se refiere a la ciudad como un 'animal dormido', precisamente después de narrar una curiosa escena en la que unas vacas han esquilmado las ruinas de lo que era un cuartel militar. Y Gregorio Samsa, en la novela de Kafka 'La Metamorfosis', se convierte en un bicho asqueroso en el momento en el que decide que no quiere seguir siendo el único que trabaja en su familia mientras sus padres y su hermana vaguean.
Gracias al youtuber Dayo caí en la cuenta de que en 'El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo', vemos a los Nazgûl blandir las espadas de una manera única. En determinado momento, cuando Aragorn supera la tentación del anillo y se enfrenta a una oleada de enemigos solo por proteger a Frodo, coge la espada de la misma exacta manera. Los Nazgûl fueron, en su día, los reyes de los hombres. En el momento en el que Aragorn hace tal acto de voluntad y valentía, se convierte en un verdadero rey de los hombres.
En este vídeo se aprecian las enseñanzas de Dayo en lo cinematrográfico, como las de su primo Jaime en lo musical. Una escena magistral como la trilogía.
En los múltiples ejemplos que estamos viendo, hay una originalidad en la forma en la que los artistas ven la realidad. Esta originalidad debe ejercitarse, y no es algo objetivo, no es un conocimiento que poco a poco te ascienda a las estrellas de los artistas, ¡no!
Porque la práctica de este ejercicio te lleva poco a poco a tus profundidades. A tu tú más puro. Un gran artista se conoce mucho, pero sobre todo, ve las cosas como nadie más la ve, no porque sí, sino porque se ha entrenado para ver lo que su él profundo ve. Esto no es monstruoso ni peligroso, todo lo contrario, es lo más humano que existe.
¿Tú acaso crees que la sociedad nos hace humanos? Somos fuertes gracias a la sociedad, pero el ser humano no es la cantidad de logros que ha recolectado o su civilización, sino sus sentimientos, y dentro, todos somos únicos, y al mismo tiempo, somos primitivamente iguales. Y esto nos lleva al cuarto punto, al summum del arte. La obra que crea a quien la consume. La pintura que dibuja a quien la ve. El libro que lee a quien lo lee.
Precisamente porque pese a ser tan refinadamente genuinos, allá adentro somos tan primitivamente iguales, nos entendemos tanto cuando hablamos de sentimientos puros, y llegamos a la gente mucho más cuando les hacemos vivir sensaciones intensas que cuando les contamos simplemente lo que pasa, y a veces, esas sensaciones son tan intensas que lo que siente el protagonista despierta algo en nosotros que no sabíamos que tenemos.
En 'El otoño del patriarca', García Márquez se refiere a la ciudad como un 'animal dormido', precisamente después de narrar una curiosa escena en la que unas vacas han esquilmado las ruinas de lo que era un cuartel militar. Y Gregorio Samsa, en la novela de Kafka 'La Metamorfosis', se convierte en un bicho asqueroso en el momento en el que decide que no quiere seguir siendo el único que trabaja en su familia mientras sus padres y su hermana vaguean.
Gracias al youtuber Dayo caí en la cuenta de que en 'El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo', vemos a los Nazgûl blandir las espadas de una manera única. En determinado momento, cuando Aragorn supera la tentación del anillo y se enfrenta a una oleada de enemigos solo por proteger a Frodo, coge la espada de la misma exacta manera. Los Nazgûl fueron, en su día, los reyes de los hombres. En el momento en el que Aragorn hace tal acto de voluntad y valentía, se convierte en un verdadero rey de los hombres.
En este vídeo se aprecian las enseñanzas de Dayo en lo cinematrográfico, como las de su primo Jaime en lo musical. Una escena magistral como la trilogía.
Porque la práctica de este ejercicio te lleva poco a poco a tus profundidades. A tu tú más puro. Un gran artista se conoce mucho, pero sobre todo, ve las cosas como nadie más la ve, no porque sí, sino porque se ha entrenado para ver lo que su él profundo ve. Esto no es monstruoso ni peligroso, todo lo contrario, es lo más humano que existe.
¿Tú acaso crees que la sociedad nos hace humanos? Somos fuertes gracias a la sociedad, pero el ser humano no es la cantidad de logros que ha recolectado o su civilización, sino sus sentimientos, y dentro, todos somos únicos, y al mismo tiempo, somos primitivamente iguales. Y esto nos lleva al cuarto punto, al summum del arte. La obra que crea a quien la consume. La pintura que dibuja a quien la ve. El libro que lee a quien lo lee.
Precisamente porque pese a ser tan refinadamente genuinos, allá adentro somos tan primitivamente iguales, nos entendemos tanto cuando hablamos de sentimientos puros, y llegamos a la gente mucho más cuando les hacemos vivir sensaciones intensas que cuando les contamos simplemente lo que pasa, y a veces, esas sensaciones son tan intensas que lo que siente el protagonista despierta algo en nosotros que no sabíamos que tenemos.
Y eso es el arte.
Por un lado, en mi interior siento que estoy continuando un ciclo de enseñanza, un conocimiento que me quisieron dar y que yo he sido capaz de transmitirlo, aunque sea de una forma novata. Y eso me hace sentir más escritor de lo que era antes. Por otro, miro atrás. Esta fue la primera lección que recibí cuando decidí abandonar los estudios universitarios, dejarlo todo, y apuntarme a un curso de novela con la Escuela de Escritores. Me pregunto si mi primera profesora, que en paz descanse, estaría orgullosa de mí ahora.
Lo sé, sé que es pronto para decir eso, porque solo han pasado dos años, pero... en mi vida han pasado tantas cosas que parecen haber pasado muchos más. Ella, mi profesora, solo me entendió una vez en todo el año, siempre me decía que mis obras eran una amalgama densa e indescifrable.
Me pregunto cuánto habré mejorado, después de escribir tanto, después de leer, aunque me duela. Y me pregunto cuánto seguiré mejorando conforme crezco, hay tantas cosas que me gustaría hacer y que no tengo técnica aún para llevar a cabo...
Técnica y visión. Aún no estoy conectado con mi yo interior. De momento, me conformo con cumplir mi pequeño objetivo: ¿os lo pasáis tan bien leyéndome, como yo escribiéndoos?
"Mucho caos y confusión" «Pablo Picasso»