En un acuario.


La vida es un océano de tiburones, es un negocio. Desde que te presentas, te cobra tasas por todos lados, te exprime hasta que no te quede nada, y si no te plantas, te consume. Y si decides plantarte, y pierdes, te despedazan. Con un escudo, una inmunidad, ya no es tan agresiva... Puedes engañarte, fingir que le arrebatan a otro, hacer como que no sientes, pero los escudos no te duran toda la vida. Tarde o temprano se partirá, te cortará, y los tiburones olerán la sangre.

Es un extraño balance. Encontrarte a alguien en la vida, y juzgarle. ¿Este te arrebatará... o tú le arrebatarás a él? ¿Qué gestos usa? ¿Es verdad lo que dice? ¿Es tan simpático como parece? No te fíes de los simpáticos: los que te dejan entrar en su casa pueden echarte veneno en la comida. Así que, ¿cómo juzgas? ¿Hasta qué punto sabes que te engañan y hasta qué punto ellos saben que tú lo haces con ellos? Es un juego meticuloso el vivir, de moverse cauteloso: tropiézate, y lo perderás todo. Y si juegas arriesgado y no te equivocas, eres el rey, no hay más, no hay nada más arriba, ni gloria ni vida eterna, no hay bondad ni maldad en quien te hace hace daño o te ayuda. La vida solo premia una cosa, jugársela. Premia... si lo haces bien.

¿Y con eso ganarías? ¿Vencerías a la vida? ¡No! ¡No puedes pedirle a la figura de ajedrez que parta el tablero! Yo lo veo como un alquiler de victoria. Inviertes todo en alcanzar tu sueño, pero no estará ahí para siempre, alguien te lo arrebatará, o morirás, vivir, la inversión más cara. Quita más que da. Pero es que a nosotros se nos ha dado la vida, una tortura, pero un placer vivir esa tortura. Somos tiburones, caníbales y sádicos, negociadores, inversionistas, y tenemos talento jugando, solo que en vez de tenerlo en ganar, lo tenemos en hacer que otros no nos ganen.

¿Estás muy arriba ahora mismo? Prepárate para el golpe, el día que escuches las palabras envenenadas de los que te quieren muerto, o el día que tus iguales entiendan cómo juegas, o descubran que tus buenas intenciones no eran buenas en absoluto. ¡Es un arte, vivir aquí! ¿No lo crees? Tantos engaños para ser desengañados, tantas apuestas, tantas lugares a los que viajar para descubrir, al acabar el viaje, que no eres más sabio, ni más completo. Tantas emociones. Y todas acaban en el momento en el que mueres, y... se pierden. ¡Damos tanto valor a lo perecedero, al arte, a la cultura y la civilización!

¿Y qué hubo de civilización? La tierra es salvaje, y así lo somos. ¿Y tus amigos? ¿Qué amigos? Te atacarán los tiburones, porque ahora huelen tu sangre, te esperarán hasta que ya no te acompañe nadie, y tratarán de despedazarte. Te llamarán ignorante, te llamarán gordo, pretenciosa, prepotente, altanero y fea, atacarán tu físico, a tu familia, a tu personalidad y a tus amigos. Los tiburones no son amigos tuyos. Los tiburones te entenderán según cómo piensen ellos, creerán que actúas según su código, y cuando se enfaden, cuando te vean sin escudo, corre. ¡Civilización!

Corre, o lucha. Dales en el hocico. El mundo castiga la violencia para que no nos matemos, pero así el que gana es el que vende veneno. Ya sabes a quién me refiero. Esa masa negra y sin forma que no se conoce, no se quiere, y quiere que lo sepas dejando tu interior más muerto que ellos. Esos que usan las leyes para dañarte, y generan en ti la impotencia. ¡No merecen ni siquiera ser llamados tiburones! Puedes decir que no te importa el veneno que te suministran, pero es mentira, el veneno actúa aunque no te importe. ¡Golpéales en el hocico! ¿Y qué verán, que te molesta? Claro que te molesta, eso nunca se puso en duda, tampoco que les sepas aguantar, ¿pero por qué ibas a aguantarles? ¿Qué bien te han hecho ellos a ti para tragar con el mal con el que te alimentan? No seas una medusa, una rémora, como esos envenenados, rompe el ciclo, golpéales donde duela, porque puedes, porque ellos empezaron, porque te dan veneno porque no pueden golpearte. Así que golpea. Golpea y cólmalos de miedo, que huyan, negocia con tus términos y que vayan a negociar con otro ese veneno del que están formados. Y así, día tras día la misma práctica, con abusones, con abusados que quieren abusarte, con personas normales que no sabían que eran abusones. No abuses de ellos, rompe el ciclo. Reviéntales una dosis de realidad en sus caras. Negocia con tus iguales, los que no te envenenarán... solo te despedazarán si fallas.

No pierdas el tiempo, tienes muy poco para cumplir con esos sueños tuyos, y menos aún para disfrutarlos. Mira siempre hacia arriba, golpea siempre hacia abajo, que todos sepan quién eres. El mundo es una jaula de tiburones, literalmente, es una jaula hecha con millones de tiburones. Tú estás dentro, sé un tiburón. Pero no seas como ellos.

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