Hablemos sobre la gente exclusiva.


Menuda sorpresa, ¿no? Hace unos días dije que no tocaría este blog porque quería acabar la novela que estaba haciendo en el otro, y aquí me tienes. Sí, la verdad es que quiero dejar la escritura seria por una hora para centrarme en algo importante que necesito contar. Hoy no habrá introducción, porque no hay nada que introducir, esto que voy a decir es algo que se me ha ocurrido esta mañana, y se basa en algo que llevo viviendo desde hace año y medio.

Pero primero, un poco de contexto.

Contexto con texto.


Desde hace año y medio, mi forma de vivir en sociedad cambio drásticamente. Es curioso, porque nunca me he mudado de casa, nunca, pero desde hace año y medio parece que hasta me hubiese cambiado de ciudad. Los paradigmas que siempre me funcionaron en los grupos de amigos, luego dejaron de hacerlo, de la noche a la mañana. Al principio lo achaqué a que mi número de amigos había cambiado hacia abajo, qué coño, al principio y hasta ayer. Porque por fin he descubierto lo que ocurría.

Cuando eres adolescente, vales lo que valen tus amigos. Si tienes pocos de buena calidad o muchos de mala calidad, no importa, lo que importa es que sumes puntos. Los adolescentes que no entran en esta dinámica estúpida son marginados, y los que sí que entran, que son la gran mayoría, todos tienen mentalidad abierta para conocer nuevas personas. Esto hacía que conocer gente nueva fuera una experiencia agradable, no solo porque tú empezabas a sumar puntos, sino porque encima el otro era agradable contigo. En general, todos éramos agradables, nos interesaba. Y nos interesaba mucho mezclarnos.

No en lo sexual solamente, guarro.


Yo hace mucho que dejé de ser adolescente, y por supuesto no considero que valga lo que valen mis amigos, pero sigo teniendo la mentalidad de que es bueno conocer gente nueva y diversa, porque te enriquece. Y, aunque algunos días lo que más me apetece es quedarme en casa tocándome los ovales a dos manazas, considero que salir con amigos es bueno. Ese es el punto clave: para mí, quedarse en casa cuando te apetece salir es una putada.

Esto no era problema cuando uno era adolescente. ¿Quería salir? Llamaba a un amigo. ¿Que no? A otro, y así, así, iba tirando de los hilos hasta que alguno decía
"He quedado con tres amigos para quedarnos quietos en un parque en un supermega plan muy aburrido",
y eso era como miel, como bálsamo. ¡Un plan aburrido! Jajaja... No importaba que ese que me decía que me viniera fuera un amigo de un amigo de un amigo. Nos lo pasábamos bien igual, al final.

Gente inclusiva vs gente exclusiva.


Obviamente, cuando creces vas teniendo más reparo sobre a quién vas a llamar, porque te centras, y porque no te vale cualquier compañía. La presencia de un círculo cercano se hace mucho más importante, y así me pasó a mí. Sin embargo, aún conservaba la dinámica de invitar a gente extraña para el círculo. Todos los miembros de mi grupo invitaban a un amigo suyo que no tenía plan de vez en cuando, y a veces, caía tan bien que cuajaba en el grupo, y este se iba enriqueciendo y haciendo más grande.

Dicho de otra manera, aunque ya éramos mayorcitos, seguíamos pensando todos que quedarte en casa cuando quieres salir a la calle es una gran putada.


Ese grupo se deshizo. Bueno, voy a serte sincero, tuve que irme yo de él, por movidas internas. Y ahí me quedé, con un círculo cercano formado por gente de mi barrio, pero que en realidad, cada persona pertenecía a un grupo diferente. Es decir, mi propio círculo personal estuvo compuesto por personas independientes. No quiero dar detalles, salvo que las dinámicas con ellos no eran las mismas que con el anterior grupo, ni siquiera eran las mismas que las de ellos mismos en el pasado, cuando eran adolescentes.

Ahora eran exclusivos, al contrario de todo lo que había conocido. ¿Que cómo funcionan los exclusivos? Son todo lo contrario a los inclusivos: mientras que los inclu consideran que quedarte en casa cuando quieres salir es una putada, los exclu no tienen en cuenta eso, y creen que mezclar grupos es algo satánico. Lo que significa que, aunque estés solo y sin plan, si han quedado con un grupo de amigos, no te van a decir que vayas con ellos.

La gente exclusiva.


Esta entrada de blog es, por supuesto, una queja, o un desahogo, mejor dicho. No me quejo de las personas en sí que conozco, las cuales considero amigos míos, pero sí lamento que sean personas exclusivas, porque eso ha provocado que muchos días me haya quedado en casa por razones estúpidas. Pero me apetece escribir sobre cómo me siento, y sin dejar de agradecer que sean amigos míos, sí quiero criticar a quien se sienta aludido, llamarle la atención sobre la apatía o egoísmo que han estado teniendo.

Cuando estoy solo en casa, sin plan, y llamo a la gente, entiendo que algunos hayan quedado para hacer cosas personales. Pero lo que no entiendo es que ninguno me diga si me quiero venir con él. No sé. Gente que se va de festivales en verano con gente que servidor conoce y me llevo bien con ellos, y yo lo veo desde mi casa, deseando haber ido. Grandes amigos que se van a celebrar su cumpleaños haciendo una fiesta increíble pero no puedo ir porque solo va gente del trabajo, y claro, o bien me excluyen porque no soy del trabajo, o bien no me dicen nada porque total, me voy a sentir incómodo.
"Pues porque no te quieren ver el pelo, Carli".
Jajajaja, no, no es por eso. En los dos ejemplos que he puesto, justamente hablo de personas con las que tengo un gran vínculo. Lo que no entiendo es, ¿si yo me he pasado la vida invitando a mis amigos a planes locos con otros grupos cuando ellos se quedaban sin plan... por qué no hacen lo mismo por mí? Lo veo egoísta.


Y ayer estuve solo en casa, aburrido, todos con su plan exclusivo. Justamente nada más venir de mi pueblo, donde todos son un amor de personas, inclusivas siempre, que me han hecho sentir tan a gusto. Quiero decir... ¿cómo no voy a querer irme de la capital con este panorama?

En fin, necesitaba soltar esto, vamos, para eso creé este blog. Esta mierda es pública, pero no sabes cómo me ayuda escribir sobre cómo me siento. Y si alguien leyendo esto se siente identificado, y se siente acompañado en el sentimiento... Pues oye, esa es la magia de la escritura, y yo estaré bien orgulloso. En fin... un besi de fresi. Y no te preocupes por mí, ¿eh? Estoy perfectamente, es tan solo que por fin puedo describir de manera concreta lo que tanto me huele mal de Madrid.

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