Viajando: Praga.


¿Qué es Carli? ¿Acaso es un crítico de cine? ¿De videojuegos? ¡¿Y ahora de países?! Yo es que en la vida quería ser mediocre, y como rezumo carácter genuino hago muchas cosas, a ver si el que mucho abarca poco aprieta y así sé de todo y soy maestro de nada. Vale, dentro de seis meses releeré esta intro y me joderé de la vergüenza. Empiezo de nuevo.

Nunca había salido de España, tan solo para ver el pueblo Faro, uno de Portugal que está cerca de Huelva, y para ir a Disneyland, en París. Pero insisto: no fui a París, fui explícitamente a Disneyland... oh, ya sé, ya sé. ¿Cómo se te ocurre ir a Disneyland y no ver París? Bueno, fue decisión de mis padres, pero la aplaudo enormemente, porque para ver una ciudad de belleza automasturbatoria y en mi opinión de carácter vacío, en la que un café te cuesta cuatro pavos y todo está embadurnado de la cultura francesa, prefiero ir a Venezuela.

Ñas. Era broma, pero de verdad que París no me interesa de momento.


La cosa es que ahora que ahora que no tengo vida y apenas puedo escribir, al menos tengo independencia económica, y quería echarme un viajecillo, uno fácil, para empezar. Yo solo, por supuesto, para que nadie se queje de que camino mucho, e improvisar los planes si me sale del culo improvisarlos.

Esta reseña estrena una nueva sección en mis críticas, en las que va a haber pocas, pero oye, así de paso sirve como crónica de mis viajes y mis experiencias. ¡Y empieza Praga! ¿Qué tal se vive? ¿Es una ciudad cara? ¿Qué se puede ver? ¿Cómo es la gente? ¡Intentemos cubrir todo lo posible!

No como esta foto.

Aviso: este blog no es una guía de viaje. Repito: este blog NO es una guía de viaje. Tan solo es mi opinión sobre el país, pero sí daré unos consejillos de supervivencia.

Opinión general


Praga mola. Es como si cogieses el barrio Alonso Martínez, en Madrid, o las cercanías de la Gran Vía de Barcelona, y lo extendieras por toda la ciudad. Ante todo, es una ciudad muy bien conservada, muy limpia, y amplia. Es curioso que, ocupando más o menos el mismo volumen que Madrid, haya seis veces menos de habitantes. Las calles son anchas, hasta en los barrios, y el río también ayuda a que ocupe tanto. Los edificios, por ejemplo, son más grandes que aquí en España.

Una cosa que me llamó la atención es el concepto de "parque" que tienen los checos: básicamente, en Praga hay tres o cuatro parques, pero son gigantes, y todos son montes, por lo que sus vistas son espectaculares, sobre todo las de El Metrónomo. Salvo uno de esos parques, que está más domesticado, el resto sabemos que pertenecen a la ciudad porque tienen bancos y algún que otro camino de adoquines. No hay parques infantiles, y eso que me he recorrido prácticamente toda la ciudad: en ochenta kilómetros a pata solo me topé con un tobogán.


Además, el clima es bastante exagerado. ¡Ríete del clima "continental" de Madrid! Allí alcanzan los -20ºC en invierno, y los 40ºC en verano, con sobrada facilidad, así que creo que acerté de pleno con la época en la que fui, en la última semana de marzo, con pocos turistas (no era semana santa) y con unos cómodos 8-10ºC. La clave en cuanto a la ropa, al menos por esa fecha, es llevar una manga, sudadera y abrigo, a modo de base, y luego, en la mochila, llevar los complementos, que son la bufanda, el gorro y los guantes. Lo normal es que os sobre hasta el abrigo, pero basta con que se levante un día tonto de aire y lluvia, como a mí al principio, para que te cagues en el pecho de Santo Tomás de Aquino por no haberte llevado nada.

El centro de Praga está conformado por cuatro barrios: la ciudad vieja, el barrio judío, Mala Strana y el castillo.


Mi favorito, por mucho, es el de la ciudad vieja, la Staré Město. Es una zona de calles algo más estrechas, y su centro, la Plaza Vieja, tiene el famoso reloj astronómico, que a simple vista solo es un reloj grande, pero si vas con alguien que te pueda explicar cómo funciona, es mucho más interesante. Aquí es, también, donde están los mejores restaurantes, y de paso, la mitad de los edificios emblemáticos.


El barrio judío me sorprendió por ser bastante igual al resto, debido a unas reformas que hubo hace cien años más o menos. Tiene un par de rincones interesantes (además de la zona de discotecas), y la Sinagoga Española, que para un español puede resultar muy curiosa, pues se conserva con la exacta misma filosofía que tenían los judíos españoles expulsados en 1492, en una España en la que la cultura cristiana, judía y musulmana convivían en perfecta armonía.

La pequeña estatua es "el coco" checo, que se comía a los niños que no se esperaban para hacer la digestión.

Mala Strana es algo así como el barrio bohemio, aunque menos interesante que el francés. Siempre es bueno echarle un vistazo, pero yo, aunque agradezco haberlo visto, lo colocaría en última prioridad.


Por último, está el barrio del castillo. El barrio es el castillo, que ya verás que de castillo no tiene nada, debido a las reformas sobre reformas que ha aguantado. Mi parte favorita de aquel sitio fue la Catedral, la única catedral del mundo en la que en sus vidrieras se publicita un banco y una compañía de seguros de la época. Simplemente maravilloso. El propio edificio tiene un par de chapuzas más, todo un símbolo del cinismo religioso que se vive en la ciudad.


Por último, al sur del centro, tendríamos la Nové Město, la ciudad nueva, que a mí no me ha llamado la atención en lo absoluto. Es una zona mucho más capitalizada, y si censurara los carteles de publicidad o de las calles, podría pasar como una Gran Vía más de cualquier gran capital de Europa. Además, en su parte trasera, aún más al sur, está bastante más descuidada. Esa es la palabra, porque los edificios siguen siendo del mismo estilo, pero... ñé.

Vivir allí no es caro.


Si te digo que he comido durante cinco días y cinco noches por 60€ habiendo pisado tres o cuatro restaurantes, ¿me crees? No es algo muy diferente a España. Los regalitos sí son caros, pero puedes pasar de ellos, ¿o no?

Ten mucho cuidado con el cambio allí. Mi recomendación es que vayas sin un solo euro efectivo (o bueno, un poco por cualquier emergencia), pases de largo todos los centros de cambio del aeropuerto, y saques el billete de bus que te lleve a tu hotel con la tarjeta. En el centro de Praga hay muchas máquinas ATM en las que puedes cambiar euros de tu cuenta por coronas checas en efectivo con la mínima comisión, con un mínimo para sacar de 40€, pero solo cobrándote 43 en el proceso. Todo lo contrario a los centros físicos de cambio,
WITH 0% COMMISION, COMMISION FREE,
mis cojones en vinagre eso de sin comisión, que por cada 50€ que les das te quitan entre 12 y 20. Esto es importante, fíate de las máquinas, no de los humanos. Y si vas a cambiar en un sitio físico, antes de firmar lee bien el cambio.


Un euro son, a día de hoy, 25 coronas checas (25Kč). Podrás comprobar que, en casi todos los productos, su valor es un equivalente casi exacto a cómo valdrían en España, a diferencia de dos cosas, los productos de aseo personal, que son insultantemente caros, y la cerveza, que es milagrosamente barata. En un súper corriente, puedes comprar medio litro de la cerveza corriente de allí por sesenta céntimos, y ya te avanzo que la cerveza corriente de allí se folla a la Estrella Galicia de aquí.

Hablemos de cerveza.


¿Qué puedo decir? Es maravillosa. Es lo mejor que he bebido nunca, hasta el punto de que ahora la cerveza española me gusta mucho menos. No soy ningún experto en cerveza, y mucho menos en cerveza checa, pero ya no soy el mismo. Los checos son muy claros con su filosofía: la cerveza es la única extensión natural del hombre. Ellos piensan que la cerveza que bebes y tu forma de beberla es clave para comprender quién eres, y si la cerveza no está hecha 100% con cebada, o trigo, es basura y no se dignarán a beberla. Curioso, porque cuando está hecha 100% con cebada, no importa que esté caliente, porque sabe igualmente buena, algo que, al menos en España, no pasa, y claramente es por los ingredientes usados. Algo sobre lo que reflexionar aquí, los españoles.



Hay ciertos bares (uno está la lado de la Plaza Vieja, junto al restaurante Mjelnice) que te pueden servir cerveza de tanque. Es curioso este tipo, porque no tiene CO2, en cristiano, que no tiene gas. Si pides cerveza de tanque, te ven cara de turista y te ponen cerveza con gas (no sería la primera vez que se lo hacen a alguien), ni la pruebes. Exige tu cerveza de tanque sin gas.

He tenido la suerte de probar otros tipos, como la clásica Pilsner, de trigo, tostada, la oscura (no llega a ser negra), pero las que más voy a recordar son la APA y la IPA, con tanto lúpulo y tan amargas que saben a marihuana. Pero no colocan.

Comer en Praga.

Koleno.

Hablando con un español que llevaba allí trece años, me dijo que algo tedioso de los checos es que solo hacen veinte platos distintos. Es algo que a nosotros podría sorprendernos, pero claro, solo alejándote del Mediterráneo comprendes por qué alaban tanto nuestra comida. Los platos en restaurante están bastante bien, tengo que decir, pero los supermercados venden auténtica basura. Comida enlatada que es 60% grasa de la que no se deshacen los grumos por más que la calientes, o comida precocinada que sabe a rancio. No es terrible, ¿vale? Pero la nuestra es muchísimo mejor.

Goulash.

Como ya he dicho, comer en Praga no es caro, ni siquiera por restaurante. El menú más caro que pagué fue de 15€, propina de euro y medio incluida, y dejé el postre a medias porque no me entraba nada más, literalmente, en el estómago.

Trdelník.

Los platos más famosos son el goulash (carne en salsa) y el koleno (codillo de cerdo), y el koleno en cuestión está increíble, pero suele ser para compartir. Y si paseas por el centro y te entra un antojo, por tres pavazos como mínimo puedes probar el trdelník, que es el equivalente a chocolate con churros de allí, al que le puedes añadir helado. Merece la pena, al menos una vez.

¿Cómo es la gente?

Todos los cementerios son así.

Aunque parezca que no, este es apartado más importante de todos. Comprender a los checos significa comprender Praga. Vale, así, como carta de presentación, diré que por lo general son bastante secos y ariscos con los turistas. Los camareros y recepcionistas de hoteles suelen ser majos, pero no es para nada lo normal. Yo he sido activamente ignorado en la cola de un súper, que la cajera estaba incluso dejando pasar a checos que tenía detrás, porque la mujer no sabía hablar inglés. Lo normal es que sepan un básico de inglés, pero como no lo sepan, se las pueden apañar para hacerte sentir incómodo. El día que me iba, vi en la estación de autobuses (que me llevaría al aeropuerto) al conductor del que podría ser mi autobús, sentado en su asiento, pero con las puertas cerradas. Le llamé golpeando el cristal, él me miró, y con mala me dijo con un gesto
"Qué coño quieres",
y siguió a lo suyo, sudando de mí.


Y cuidado con los camareros. Hablan bastante bajito, y no les gusta repetirse, así que como estés de jarana en la mesa con los amigos y no les oigáis, posiblemente os hagan alguna putada, como intentar clavaros chupitos que no habéis bebido. Esto a mí no me ha pasado, más que nada porque he viajado solo, pero esta misma persona que llevaba allí trece años me lo advirtió, y así lo hago yo contigo.

Esta forma tan poco mediterránea de actuar empieza a tener sentido si aprendemos un mínimo sobre su historia. Ten en cuenta que la República Checa siempre ha sido parte de un imperio u otro, e incluso creo que a veces estuvo dividido el país entre varios países e imperios. Justo cuando logran formarse como país (Checoslovaquia), aparece Hitler y les invade, y después de eso, Rusia se la anexiona, como parte de la URSS. Hasta el 89, los checos no han tenido una identidad propia y una plena autonomía como país, sin rendirle cuentas a nadie. Es por esto que la nacionalidad checa está ahora mismo por las nubes, y si a esta nacionalidad le sumas que durante el comunismo nadie podía hablar con nadie porque 1 de cada 50 checos era un espía... Bueno. Vualá.


La clave para ganarte su corazón de titanio es aprender cinco palabras checas, que las escribo tal cual se pronuncian:
  • Dobri dién: es el hola formal, el que debes usar con ellos.
  • Nasjlédanou: significa adiós... sí, yo también pienso que es rara de cojones.
  • Prómiñ: esta es clave, y significa perdón.
  • Prósim: por favor, aunque creo que nunca la llegué a usar.
  • Dícui: por último, las gracias.
Si llegas hasta un checo y le hablas en inglés, no te va a responder muy bien. Lo mejor es decirle "dobri dién, prómiñ", es decir, "hola, perdone" en su lengua, y después les preguntas en inglés si hablan inglés. La diferencia es entre abismal e infinita.

El Metrónomo simboliza que ahora los checos controlan el tempo de su destino.

Después de esto, acostúmbrate a ciertas rarezas, como que nunca den cambio a los billetes, y siempre que comas en una mesa y te atienda un camarero tengas que dar propinas. Voy a hablar sobre las propinas en negrita: no es obligatorio pagar propina, y es ilegal incluirla en la cuenta. Pero si quieres irte de allí sin una mirada fulminante, lo mejor es pagarla voluntariamente, entre un 5 y un 15%. Cuando vayas a pagar con tarjeta, diles cuánto porcentaje les vas a pagar, y ellos te lo incluirán entonces.

Sobre el tema de cambiar billetes, solo necesité hacerlo a la hora de comprar billetes de autobús en las estaciones de metro, pero al final aprendí y los empecé a comprar en estancos o en la propia recepción del hotel. Por cierto, allí los billetes funcionan por tiempo, no por viajes, lo que significa que si vas a coger el bus, luego el metro, más la vuelta, y crees que puedes hacerlo todo en hora y media, con un solo billete que te cuesta euro y medio lo has hecho todo. Simplemente validas el billete en el primer bus, y el resto de viajes no los validas.

Sitios de interés.


Por último, me han faltado tres lugares que quería recomendarte. El primero de todos es un restaurante que está en un barco, junto al río (no tengo fotos), e incluso en ese barco hacen su propia cerveza. Eso sí, no nos flipemos, ¿vale? El barco no se mueve, pero es un lugar donde se come y se bebe de putísima madre. Está en el norte, cerca de El Metrónomo.


También está la iglesia de San Cirilo y Metodio, una iglesia absolutamente normal, si no hubiese sido el refugio de los soldados de la resistencia checa contra Hitler, perseguidos después de matar a su número 3. Está llena de historia, y la cripta, que es donde se escondieron, está tal cual se dejó, por lo que vemos los agujeros de bala, el túnel que intentaron picar para escapar, y la trampilla por la que accedieron los nazis al final.


Por último, la guinda sobre el pastel. Kutna Hora es un pueblo a una hora (jaja) en tren de Praga, pero recomiendo profundamente verlo. Para ir, tendrías que ir hasta la estación de trenes, pillar un billete de ida y vuelta, y ale, vuelves cuando te apetezca. Los trenes molan mazo, porque tienen un toque fuerte de andén 9 y 3/4.

Allí, la estación está tope lejos del centro del pueblo, lo único que hace falta ver, de no ser por una capilla adornada con miles de huesos humanos, muy cerca de la estación.
"¿Cómorl?"

Así es, mai frei, es una capilla que por dentro está recubierta hasta los topes de calaveras y huesos humanos. No te espoilearé por qué, pero deberías saber que sí, son auténticos, y me suena haber leído que hay entre 3500 y 4000 muertos en total, tós juntos.


Al otro lado del pueblo está la catedral, que es preciosa, he de decir. Yo lo que haría es, al lado de la capilla de huesos, comprar la entrada a los 3 sitios de pago, que si eres estudiante solo te cobran seis pavos, y a gozarlo. Las vidrieras y las columnas de esa catedral son alucinantes. Oh, y la iglesia que falta que también es de pago tiene un último piso al que se puede acceder y es todo muy Assassin's Creed.


Creo que ya lo he contado todo. He hecho un repaso a cómo es la ciudad, qué tal se vive y cómo es su gente, por lo que, si te llama la atención, creo que tienes consejos más que de sobra para salir vivo de allí. ¡No olvides buscar páginas de "free tours" en español, donde te enseñan partes de la ciudad y tú decides cuánto quieres pagar por el tour al final! Valen mucho la pena.

Como destino para ir solo me ha parecido bastante acertado para empezar: está en la Unión Europea, por lo que no he necesitado pasaporte, y está lo suficientemente lejos de España como para notar diferencias a la hora de vivir. Además, con el inglés, aunque algún checo no lo entienda, te las apañas en todas partes, y si no, por gestos. Da mucho subidón cuando te das cuenta de que con gestos puedes llegar a cualquier lado, da la sensación de que nunca estarás incomprendido.

¡Un besi de fresi! ¡Por muchos viajes más! ¡Y más dinero!


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