Películas: Tetralogía Toy Story.


El final de 'Toy Story 4' es lo suficientemente cerrado para no retomar una quinta entrega, y aunque a estas alturas ya soy escéptico, creo que la saga ha terminado. Debes saber que en las reseñas de las 3 primeras entregas podrías encontrarte espóileres, pero en la reseña de la 4ª parte no diré absolutamente nada, ni siquiera su argumento.

Esta saga es una de las que más ha marcado mi infancia y dejar al lado mis sentimientos ha sido difícil, pero creo que lo he conseguido. No me entretengo más... ¡ahí que te va!

'Toy Story', las múltiples caras del ego.


En la antigua grecia, se conocía al ego como la consciencia de la persona, aquello que nos hacía reconocernos en el espejo y ser conscientes de nuestra propia existencia como individuos. Para los romanos, "ego" significaba "yo", una forma parecida de entender este término. Según Freud, uno de los creadores de la teoría del psicoanálisis, el "ego" es aquello que media entre el "ello", nuestros instintos más básicos, y el "superyo", la construcción racional de nuestro yo ideal... Y, por último, el término para el ego usado por los hispanoparlantes hoy en día es la valoración excesiva de uno mismo por encima del resto.


Es curioso cómo la primera película animada por ordenador, que no deja de ser una aproximación optimista a cómo un juguete miraría a un humano, se las apaña para introducir todas las definiciones que acabo de mencionar en un solo argumento: el ego griego de los juguetes es lo que les hace estar vivos y ser conscientes de que son juguetes, Buzz Lightyear no es capaz de ver esto debido a que su "superyo" le nubla el juicio, y Woody, el juguete favorito de Andy y el líder del grupo, cae víctima de su propio ego como prepotencia, cuando Buzz le sustituye. De esta forma, el ego se convierte en obstáculo para sus personajes, pero también en motor, y esto se ve reflejado en la forma de dirigir la cámara, que enfatiza en las caras inexpresivas de sus juguetes para mostrar cómo ellos ven a los humanos (impagable esa imagen de Sid distorsionado por la lupa), además de mostrar las emociones que ellos nos ocultan, pues, aunque Woody mantenga su cara inexpresiva, por el contexto y reforzados por el uso del color, nosotros nos podemos imaginar lo que sucede por su cabeza.


En este sentido, la dirección es brillante, mostrando siempre decorados que casan con las emociones o el conflicto de la escena, desde la destartalada gasolinera Dinoco hasta la habitación de Sid, convertida en escenario de terror, pasando por su jardín, convertido sin querer en una zona de batalla parecida a Irak 8 años antes de que empezase la guerra (¿Illuminati confirmed?).

Aunque sea la más limitada tecnológicamente, estamos hablando de la película que podría tener los planos más interesantes, además de tener el "momento más bajo" más auténtico de todos, cuando Buzz, decidido a escapar a su destino de juguete, se rompe el brazo intentando volar. No hemos hablado de su ingenio... y cuando digo que esta podría ser la película más ingeniosa de la saga, me refiero a que se las apaña para resultar climática, a nivel de tensión y drama, pese a narrar una trama provocada y resuelta por juguetes de forma verosímil, sin forzar sus capacidades.


Al final, nos queda un producto creativo narrado por dos personajes, en el que a través de las distintas facetas del ego, reflexionamos sobre qué es ser un juguete.

'Toy Story 2', el niño contra el coleccionista.


Cuando era pequeño, mi primo y yo coleccionábamos los tazos que salían en las bolsas de patatas. Yo jugaba con ellos, mientras que mi primo los guardaba en un estuche, y los mantenía brillantes y coloridos... me daba envidia, incluso le robé 4 de ellos, aunque él me pilló al instante. Mis tazos estaban todos blancos y rayados, algunos rotos, y muchos de mis favoritos los perdí jugando, mientras que él podría verlos siempre que quisiera, siempre nuevos, desde su vitrina...

Digo esto porque la reflexión que aporta la secuela es, precisamente, qué pasará cuando Andy crezca y decida deshacerse de sus juguetes. ¿Permitirá Woody ser roto por el uso, y después descartado como tantos juguetes antes que él, o le pondrá remedio quedándose en una vitrina para siempre?


En este sentido, todo lo que tiene que ver con la historia de Woody gira en torno a este tema: Jessie (quizá la mejor aportación de la película) ha sido abandonada antes, Perdigón (Tiro al Blanco en México) solo ha conocido la vida de los almacenes, alrededor de Woddy se ha construido una gran mercadotecnia que él desconocía y alimenta un ego diferente al de la primera y más parecido al de Quill en 'Guardianes de la Galaxia vol. 2', y Oloroso Pitt, el juguete más interesado en ser expuesto, es uno cuya caja nunca se ha abierto.

Es una pena que la consistencia temáticas que hemos estado viendo se rompa un poco cuando entra en juego la otra cara de la historia, narrada por Buzz, donde ya ha madurado desde la primera y le vemos enfrentarse, precisamente, a una antigua versión de sí mismo, esta vez con un modelo mejorado, una posible crítica a la industria juguetera, que relanza sus juguetes con míseros cambios y los cobra a precio de novedad, carne de cañón precisamente para los coleccionistas como Al, el juguetero.


A la hora de juntar ambas historias, el guión hace mucho para provocar situaciones genuinamente cómicas y crear una historia más grande, y la cinematografía, si bien es sólida, no la veo tan potente como la primera. La únicas escenas que puedo destacar, por ingeniosas y diferentes, son la de la restauración de Woody y el flashback de Jeesie. Destaco dos imágenes, aparte: la de los cientos de Buzz Lightyear, vistos desde la perspectiva del propio Buzz, y la de cuando el Buzz malo estampa al Buzz bueno en esa lámina de espuma sólida rara. Mención especial para su homenaje a 'El Imperio Contraataca'.

La trama está construida para que durante la primera mitad veas con buenos ojos la idea de las vitrinas. Cuando descubres la vida triste de Al, el hecho de que Jessie quiera ese destino para no volver a sufrir, y que Oloroso Pitt, el juguete que nunca ha salido de la caja, el representante de la filosofía estrella de los que compran juguetes para revenderlos más adelante, en realidad sí que había salido de la caja, tu percepción sobre esta idea cambia. Quizá los juguetes sean creados para romperse, desgastarse y rayarse, ser perdidos y encontrados por otros. En una vitrina siempre se verán nuevos, y estarán ordenados, pero no serán juguetes, serán... otra cosa.


Todos los tazos que he perdido, que he roto o desgastado tanto que no se puede ver el dibujo tan guay que había antes... sí, quizá sea un desperdicio. O quizá jugué con plenitud, con las cosas buenas y malas que trae esto consigo. No esperé a tener repetidos para jugar: jugué y disfruté sin pensar. Mis tazos fueron buenos compañeros.

'Toy Story 3', si puede ir a peor, irá a peor.


Las consecuencias de una vida plena como juguete son el abandono de después. Todos los elementos de esta película trabajan al unísono para golpear al espectador con esta idea desde el prólogo, grande y épico, colorido, en contraste a la fría realidad del presente, el ninguneo de Andy hacia sus juguetes pese a los esfuerzos de estos, el hecho de que solo queden unos pocos supervivientes, que Buster esté viejo, en absoluto contraste a su versión joven de la antigua entrega...

De hecho, el principal problema de esta película es su dependencia de haber visto la anterior para disfrutarla por completo, cuando repite muchas veces recursos que en su momento funcionaron, como este de Buster, para que el resultado final sea el contrario al anterior, todo para indicar lo mismo: si puede ir a peor, irá a peor.


La desventura de los juguetes podría compararse a la Divina Comedia, donde los personajes atraviesan el purgatorio y los cuatro infiernos en pos de alcanzar la libertad. De esta forma, pasan del abandono a la esclavitud, de ahí al caos, a la decadencia absoluta y, por culpa de un villano más reivindicable de lo que la gente en su día dijo sobre él, pasan al fuego, al núcleo mismo del infierno de los juguetes. La extinción. No voy a negar que este clímax resulta tan desgarrador como precioso, una de las imágenes más impactantes de la película, donde todos los personajes, completando sus arcos, se abrazan entre sí y aceptan la muerte.


No creo que esta entrega sea inferior a la segunda parte. Creo que todas las entregas tienen un nivel parecido y que las carencias de una son compensadas por virtudes que solo ella tiene, y en este caso, el drama y las imágenes impactantes, como la escena del mono, el Señor Patata como un burrito y el personaje del bebé guardaespaldas, compensan la falta de una reflexión más allá de la obvia. Y es satisfactorio crear un producto que sea tan interesante para los adultos como retante para los niños, los cuales (estoy seguro) sí pensaban que los juguetes iban a morir, y, con los personajes del mono y el bebé, se vuelven a los orígenes de Toy Story, donde los creadores no tenían reparos en asustar con juguetes escalofriantes que, mira tú por donde, no son lo que parecen a simple vista. Debo decir, ya que hablamos sobre personajes, que esta entrega es la que consigue el mejor balance para que todos tengan un papel relevante en la aventura.


Puede que este título sí dependa de que el espectador haya forjado una conexión emocional con los personajes o haber vivido algo similar a Andy para que la conclusión final resuene, y puede que sea más una cadena de acontecimientos que una reflexión sobre la naturaleza de los juguetes, con un final que, simple y predecible, no deja de resultar climático e inteligente, además de dar la sensación de final de viaje. Sí, puede que el final, visto desde otra perspectiva, sea un nuevo comienzo, y que, aunque todo siempre vaya a ir a peor, no quita que podamos utilizar el fondo del océano para impulsarnos hacia arriba.

Y, no sé. Queramos admitirlo o no, parte de lo que nosotros somos ha sido gracias a los juguetes que hemos tenido, y esta entrega no podría tener más respeto a eso.

'Toy Story 4', lo que hace juguete al juguete.


Una de las moralejas más controvertidas de 'Juego de Tronos', en su final, gira en torno a la reflexión de la incompatibilidad entre el amor y el deber. Hay historias, como 'Don Juan Tenorio', que utilizan la religión cristiana para explicar que el amor salva a las personas y las devuelve al camino correcto, al deber. Otras, como 'La La Land', nos muestran que también podemos sentir amor hacia nuestro deber. Pero... ¿cómo puede entrar una historia sobre juguetes en esta discusión?


Lo que hace especial a esta entrega es su falta de redondez. Allí donde la tercera entrega acabó de forma rotunda el ciclo de los juguetes con Andy, aquí se narra un nuevo comienzo, al mismo tiempo que una muy probable conclusión, y, pese a no ser una entregea necesaria, profundiza en la reflexión que comenzó la primera parte y nunca se retomó, que es sobre la consciencia de los juguetes (también su conciencia, a modo de chiste), y qué hace al juguete estar completo, no solo como herramienta, sino como individuo. No es lo único que devuelve a la saga a la atmósfera de sus inicios, sino también el hecho de volver a ser una historia narrada sobre todo por dos personajes llenos de defectos, historia en la que Bo Peep vuelve al redil, siendo probablemente el personaje más memorable, con el permiso del que en mi opinión es el mejor antagonista de la saga, aunque sea muy parecido al de la tercera película. Y sobre sus texturas... ¡Uau! Es increíble cómo la tecnología ha mejorado durante estos 25 años, en los que un gato puede parecer real por momentos, y el relleno de los peluches parece haber sido fotografiado, más que generado por computadora.


La dirección de John Lasseter se ha echado aquí más de menos que nunca. En lugar de los primerísimos primeros planos a las caras inexpresivas de los juguetes y la sensación de que una habitación podía ser inmensa, aquí la cámara se centra mucho en los humanos, hace tomas donde los juguetes se encuentran lejos, o hace que estos suban a un lugar alto, de forma que ya no es el mundo el que parece enorme, sino que son los juguetes los que parecen pequeños. Una buena decisión, de no ser porque rompe un poco el patrón al que la audiencia está acostumbrada, y la preferencia personal de una perspectiva más subjetiva con los juguetes. No es nada que arruine la experiencia, de todos modos.

En general, podríamos hablar de la entrega menos necesaria para la saga, pero se nota que no crearon esta película por la saga, sino únicamente por Woody, ya que esta es la película que más necesitaba el personaje, una que no juega con su ego, ya superado hace tiempo, sino con aquello que le hace sentirse un juguete, y utiliza todas las lecciones aprendidas de las anteriores entregas para ofrecer una reflexión sobre el deber, una que se aleja de 'Juego de Tronos', 'Don Juan Tenorio' o 'La La Land', para ofrecer una reflexión final que resulta satisfactoria, no por la saga, sino por su protagonista.

Aunque eché de menos vuestro corto antes de la peli, Pixar. Lo eché de menos.


Sin duda, esta es una de las grandes sagas de animación, y la pionera en la nueva era de animación en tres dimensiones. Estas críticas las he escrito para que cualquiera pueda leer mi opinión, supongo, pero la verdad es que todo lo que diga se queda corto con lo que estas películas han mostrado a todos ya. Recomiendo las cuatro, son un portento.

Con eso ha sido todo, así que hasta la próxima. ¡Cuidado, que entra el niño en la habitación! Jajaja... ¡era broma! No es un niño, son mis amigos imaginarios. Vamos a tomar té con pastas, como todas las tardes, ¡qué le voy a hacer! Costumbres nuestras. Hoy, en lugar de despedirme con mi expresión típica, la cambiaré por una más obvia, pero quizá con más significado.

Hasta el infinito... y más allá.


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