Películas: Trilogía High School Musical.


Han pasado 13 años desde que Kenny Ortega sacudiera al mundo con una humilde película para televisión, allá por 2006, cuando éramos jóvenes, teníamos pelo y no nos teñíamos de rubias para tapar nuestras canas. Hoy, en pleno verano, de vacaciones pero aún pensando en ti, en la terraza de un pisito al lado de la playa, he querido traerte una sorpresa refrescante que mitigue el calor: tres películas que la gente ama odiar y odia amar, tres musicales que marcaron un antes y después en la historia de Disney Channel, y para muchos de nosotros (para mí, al menos), supuso toda una revolución en la clase, cuando hasta la profesora de inglés ponía la puta primera película en versión original.

¡Pero qué harto estaba de esa primera película! Jajaja... pero no te tomes estas reseñas como un ataque sin sentido a esta trilogía. ¿Quién dijo que las fuera a atacar, en primer lugar? Tras una revisita, debo decir que son muy, muy reivindicables, y han sabido envejecer muy bien. Menudo giro de los acontecimientos, ¿no?

¡Vamos con ello! Estas reseñas tienen espóilers menores de la trilogía, pero vamos, ¿quién no las ha visto?

'High School Musical', el cliché elegido.


No sé tú, pero en 2006 yo estaba en el instituto. No en bachillerato, como los protagonistas de este romance, pero la ESO tiene igual o más ambiente de instituto que el bachillerato americano. ¿Gente unidimensional? ¿Roles? ¿Acoso escolar junto a hormonas salidas de nivel? La lava y el hielo estaban tan cerca que, para nosotros, era difícil saber cuándo sentíamos amor y cuándo odio.

Aunque parezca mentira, 'High School Musical' habla de todas estas cosas de forma sutil. Aquí, la presión que siente Troy para ganar en baloncesto podría ser la que cualquier niño sintió por sus estudios, y su gusto por cantar podría ser cualquier afición, cualquiera que pudiera encajar dentro de la categoría en la que los padres la rechazan solo por no ser aparentemente útil para conseguir trabajo. ¿Videojuegos? ¿Ajedrez? La vida del adolescente se encuentra dividida entre muchas tensiones: conocerse a uno mismo, la negociación constante con los padres, adaptarse al régimen estamental del instituto y la aparición del amor en sus vidas.


Sorprendentemente, Gabriella, el interés amoroso, no es una carcasa vacía guión trofeo, sino que tiene sus propios intereses, tiene más asertividad que el propio Troy, y cuando le rechaza es debido a un motivo justificado, cosa que podría haber aprendido el guionista de 'Yesterday'. Pero mi parte favorita de la película está en la canción 'Stick to the Status Quo', por plasmar de forma simple la realidad del instituto: ir a contracorriente no está bien visto. ¡Es curioso cómo el ser humano se transforma cuando piensa como grupo! Todos tenemos aficiones y gustos ocultos, ¡pero a la hora de la verdad, si eres un sk8er (sí, lo he escrito bien), no puedes estar en el coro de la iglesia, o tus amigos se burlarán de ti!


¿Y qué pasa si la película tiene una puesta en escena chatarrera? Teniendo el presupuesto con el que contaba el señor Ortega, me parece que llena muchísimo el escenario, las coreografías son muy buenas, y al final queda como una peli de televisión que podría haberse proyectado en cines, demostrando que el presupuesto y el equipo técnico no es vital cuando tienes carisma y las cosas claras, como viene a demostrar la canción 'Get'cha Head in the Game', donde hacen la base rítmica con balones de baloncesto.

Al final, tenemos una aventura típica de instituto, donde todo sale como tiene que salir y los personajes son clichés andantes (incluso cuando luchan contra su propio cliché y lo rompen), pero precisamente eso la hace tan cojonuda: es uno de los mejores clichés que he visto, sobre todo porque son verdad. Literalmente, los he visto.

'High School Musical 2', o cómo hacerse más grande siendo más pequeño.


La segunda parte se desarrolla enteramente en un resort de vacaciones, no sé si porque les apetecía, o porque tenían pensando ya hacer una tercera parte que volvería a desarrollarse en el instituto. Estamos hablando de esa época en Disney Channel en la que la sitcom dio un bombazo y se pasaron a rodar 1100 series con risas enlatadas y ubicadas todas en el mismo set, sin salirse de allí nunca, nunca.

Reconozcámoslo, la segunda parte es más pequeña que la primera. Al margen del presupuesto, hablamos de una película con una trama mucho menos relevante y visualmente más plana que la anterior, donde todos los exteriores son verdes, marrones y azules. Y, pese a eso, parece mejor. ¡¿CÓMO PUEDE SER POSIBLE?! Todo tiene que ver con algo que a la saga se le da muy bien: dar ambiente. Conozco mucha gente que no le gustan los musicales porque no les parece verosímil que de pronto alguien se ponga a cantar, pero eso es porque no lo están enfocando de la forma correcta. Un musical no es una historia realista, sino una onírica, es decir, más cercana a los sueños, donde los números musicales no son literalmente lo que está pasando, sino una abstracción mental del estado del personaje, como 'Bet on It', una reflexión filosófica, como 'Work This Out', o una exageración del ambiente, como 'What Time is It?'.


Y, como venía diciendo antes, donde esta trilogía destaca es captando ese ambiente y transmitiéndoselo a la audiencia, con coreografías multitudinarias y creativas, y con coros de fondo que muchas veces gritan a lo lejos en lugar de hacer un muro de sonido (muchísimas voces que dan sensación de espectacularidad, pero mareando, como en 'Los Miserables'). Para un musical, es vital establecer el tono y el ambiente desde el principio, e igual que 'Los Miserables', que comienza con estruendosas notas, esta película clava sus primeros 4 minutos.


Al margen de lo visual, que ya he dicho que no es muy bueno, y el apartado musical, habría que señalar el amor que la saga tiene a sus personajes, siendo muy minuciosos con su continuidad, se queda con los que tiene cariño aunque en la anterior pertenecieran a círculos diferentes, y logra dar a muchos un desarrollo apropiado, sobre todo a Ryan, el personaje de Lucas Grabeel, que siempre le he sentido el mejor actuado de todos y en esta entrega recibe una atención particular, merecida.

Quizá no fuera lo que muchos tenían pensado para continuar la saga, pero ya sabes que yo sí tengo en cuenta las entregas anteriores y siguientes para evaluar una parte de la historia, y me parece una toma de impulso refrescante antes de dar su salto al cine, la que sería su prueba definitiva.

'High School Musical 3', oda al musical y buena adaptación.


No recuerdo ninguna saga en la historia que saltara de la televisión al cine manteniendo la continuidad. Esta entrega lo tenía fácil para hacer dinero, pero tenía un reto cojonudo delante... porque si era fiel a su estilo original, quedaría poco espectacular para el cine, y si hacía algo que llenara la pantalla, dejaría de ser fiel al material original.

Después del fondo negro, la pantalla por  fin se ilumina... empieza la película, y podemos ver un campo de baloncesto desenfocado. No pasa mucho tiempo cuando aparece la cara sudada de Zac Efron, en primerísimo primer plano y en cámara lenta, para que le disfrutemos bien. El equipo está perdiendo. ¿Una derrota prematura para una victoria in extremis al final de la película? No. La primera ya hablaba de esto, aquí el tema es otro, el final de un ciclo, el legado que se deja y la toma del testigo de una nueva generación. Lo que al principio son susurros (sixtin, sixtin) se convierten pronto en gritos de animadoras. Troy el que marca la canasta de la victoria, sino su futuro sucesor. Troy se graduará pronto.


Al contrario de lo que vino a decir la primera película, "quiere a quien quieras y haz lo que te guste", o poner a prueba ese amor como hace la segunda, esta tercera se centra en el dilema del futuro y las relaciones a distancia. Sí, cuando un estudiante se gradúa, está jodido. Las opciones son tan amplias que elegir mal es demasiado fácil, y este mensaje conecta con los jóvenes que crecieron en secundaria con estas películas.

Debo decir que aquí se nota la inyección de presupuesto, en la iluminación sobre todo. No es que hayan contratado grandes estrellas, ni haya canciones megaespectaculares, pero la calidad de la cámara, por ejemplo, es mejor, y juraría que también lo es el maquillaje, pero de eso no tengo ni puta idea y sería hablar demasiado. De hecho, las canciones en esta entrega siguen siendo pequeñas. ¡No necesitas hacer un 'Sale el Sol' a cada canción! Es una forma fácil de dar a los fans lo mismo, pero mejorado lo suficiente como para que un crítico pedante no se queje del equipo de rodaje.


Y me dejo lo que más me gusta para el final: la autoconsciencia de la película de que la saga es un musical, sin romper la ilusión onírica que he comentado antes. La iniciativa de hacer que los alumnos se despidan mediante un musical que repase sus experiencias pasadas me parece
  • una forma de ser nostálgicos sin pasarse,
  • una metáfora del cambio de roles que han sufrido los personajes,
  • y una oda al musical de teatro, sobre todo en el final, donde cae el telón y los actores dejan de actuar y reciben la ovación del público, tal cual como en el teatro.
Como ves, hay más cosas ocurriendo en pantalla de las que parecen. Esto es rematado por un clímax que sí, podría haber sido más memorable, pero el final al que desemboca me parece muy inteligente. Baloncesto o canto, ¿por qué elegir? Troy se queda a medio camino entre ambos, no contentando a nadie más que a sí mismo, y su amigo de siempre, que nunca había tenido un arco de desarrollo real, le acepta como su futuro rival. Finalmente, Sharpay, que durante dos películas solo había mirado por ella misma y su único sueño era cantar en... ¿Juliard?, es la que se queda sin beca, siendo su hermano y Kelsi los que la reciben, y ojito, lo hacen por coreografía y composición, precisamente dos facetas que nadie mira a la hora de alabar un musical, como si los únicos grandes pudieran ser los actores.


Al final, de una trilogía de canciones de instituto ñoñas que solo le gustan a las chicas, después de crecer y estar un poco más seguro de mi masculinidad, me doy cuenta de que son unas películas más que reivindicables, que hicieron mucho con poco, y sobre todo, sirven como una carta de amor al musical, gracias a un Kenny Ortega que conoce el mundo y está claro que sabe coreografiar.

Y que les den a todos los que se metieron con Zac Efron. Actúa muy bien, ¿de qué se ríen? ¡Un besi de fresi!


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