Película: Coco.
Jordi Costa me advirtió de que no usara el "yo" ni contara experiencias personales en una crítica de cierta seriedad. Al fin y al cabo, los críticos somos guías que ayudan a las personas a afrontar una película con el enfoque más adecuado, y para eso contamos qué esperar de ella, o cuáles son sus referencias, o sus aspectos más destacados. Pero si hoy solamente hiciera eso, estaría quedándome corto... no haría justicia al título de hoy. Por eso habrá sentimientos en este texto.
Coco es la decimonovena peli de Pixar, un número bastante crecido ya, de un estudio con experiencia y con un arsenal brutal a sus espaldas, con varios peliculasos que creo que no hace falta mencionar a estas alturas, y que, incluso ahora que Disney Animation Studios y Pixar comparten un estilo parecido, aún es relativamente fácil diferenciarles cuando estrenan películas. Pixar rebosa de personalidad donde Disney aún está encontrando su tono en la nueva era de las princesas, eso sumado a que, en mi opinión, Pixar es superior a nivel técnico y creativo. Por eso... me sorprende tanto haber detestado a muerte la hora y media que dura Coco. Detestar es poco. Tuve que verla en 3 tandas porque, literalmente, necesitaba coger energías para ignorar una historia que para mí no tenía ningún sentido.
Conociendo los entresijos sobre cómo funciona el proceso creativo, reconozco que Coco es una de las piezas artísticas más extrañas que he conocido, y digo extraña, y no genial, porque la psicología de sus personajes me chirría a niveles extremos, y los vaivenes que damos en un mundo de los muertos, ni tan inspirado ni tan colorido como he oído decir, no acababan de calar en mí. Aunque bueno, podría decir que no calaban precisamente porque la psicología extraña de los personajes no paraba de sacarme de la película. Entiendo que exista cierta tirria personal hacia la música en una familia matriarcal donde el supuesto patriarca, un músico, decidiera abandonar la familia y dejar a su niña, ahora la bisabuela, sola. Lo que no entiendo es que la música esté prohibida en dicha familia, hasta el punto en el que nadie pueda ni siquiera escucharla, ¡tampoco en lugares públicos! ¡Y los yernos y nueras que se unen a la familia, son absorbidos por ella y convencidos de que la música es el demonio! ¿Cómo sobreviven en esta sociedad sin escuchar música? ¿No salen de su casa, no ven películas? Oiga, ¿estoy hablando con Servicios Sociales? ¡Que alguien se lleve a Miguel de esta secta! Lo mismo digo para la contraparte muerta de la familia, que prefiere prohibirle su sueño para toda la vida, antes de que vuelva vivo a su hogar. Esto provoca que Miguel, nuestro protagonista, tenga constantemente la sartén por el mango en la historia y, al mismo tiempo, tenga razón, lo que significa que no puede haber evolución en el personaje, ni hay tensión, porque los mayores antagonistas de esta película son, al mismo tiempo, las personas que en el fondo más le quieren.
Esta relación sana-tóxica nos lleva a una escala de grises peligrosa, teniendo en cuenta que los niños que van a ver esta película no van a tener más referente moral que su protagonista hasta completada la primera hora de película, cuando las piezas comienzan a cobrar sentido, pero en mi opinión, es demasiado tarde. También es tarde para sus últimos 20 minutos, oro puro en muchos sentidos, pero que no impactan apropiadamente si antes de eso has estado haciéndote muchas preguntas, como yo hice.
Debo decir, además, que esta es probablemente la película más indulgente de Pixar, en la siempre parece haber una red de seguridad y todo puede solucionarse mágicamente si eres buena persona. Algo que no pasa nada con ello, pero no es de mi agrado y suma a que mis sentimientos sean tan negativos, igual que sumó una dirección demasiado ágil, que, hasta pasada la primera hora, no pausa ninguna conversación, no nos deja respirar con sus personajes, y todo avanza demasiado deprisa, sobre todo las presentaciones.
Sin embargo y pese a todo, Coco logra triunfar. Su intención última es la transmisión de la cultura mexicana y su culto hacia la muerte, a la que ven como una segunda vida feliz, se honra a los muertos para mantenerlos junto a los vivos, y así prevalece la dicha sobre la tristeza. Pues esa transmisión la bordan, de forma casi perfecta. Y cómo los sentimientos, sobre todo los transmitidos mediante la música, son los que mejor mantienen ese recuerdo, y... ¡ay, la música! Probablemente lo mejor de lejos de toda la película, los únicos momentos donde toda la acción se pausa y, durante pocos minutos, sólo están los dedos sobre las cuerdas, nuestros ojos pierden el enfoque de la pantalla, dejamos de ver, y tan solo sentimos. Un gran aplauso, de paso, a todo el empeño que pusieron en plasmar la cultura mexicana, y el detalle de que la versión "original" sea la latina, aunque al principio escuchara rayos y centellas por mis cascos.
Es difícil no hablar de sentimientos en una película tan orientada a que sólo sientas, tanto, que dejaron de lado algunos aspectos fundamentales en la lógica y psicología de personajes. Pero ya lo dije. No importa lo que haya dicho, si cada persona vive esta película de una forma distinta. Tienes que verla, vivirla, y comentarme, porque como ya dije, cualquier cosa que pueda decir como crítico de cine no la hace justicia, y no conozco otra manera de reseñarla que incluyendo mis sentimientos dentro. ¡Un besi de fresi!, y hasta que volvamos a encontrarnos.
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