El arte del cambio.
Visto desde ese punto de vista, es bastante lógico que los más centrados en
proteger el pasado de España, y aquellos que creen que su identidad es
precisamente su pasado, sean los que, en una situación de crisis donde lo más
importante es qué pasará y
cómo vamos a adaptarnos, sean los que más nos jodan. No me cabe
ninguna duda de que los votantes de Podemos serían los villanos de esta
historia si Vox estuviera en el poder, porque ellos también viven estancados en los 30s, pero bueno, como es Vox el que ha organizado estas
congestiones, les dedico a ellos este taller de escritura, en el que
hablaremos sobre la importancia del cambio y los medios en los que un escritor
hace que sus personajes cambien, de forma orgánica. ¡E igual que estos
vejestorios con banderas de aguililla, también hablaré de los cambios a peor!
Como es la primera vez que hago este taller y pretendo abarcar mucho, es
posible que me deje algún ejemplo que mi inexperiencia me haya hecho no tener
en cuenta. ¡Perdón de antemano! Pero creo que, sobre todo a rasgos generales,
va a estar muy bien.
A ver...
advertencia de espóilers de la saga Star Wars, Juego de Tronos,
El Planeta del Tesoro, Looper, Del Revés, Los Miserables, y
espóileres menores de la trilogía de Thor, la
duología Guardianes de la Galaxia y Doctor Strange. Unos cuantos, ¿eh? Jajaja. Me he asegurado de buscar ejemplos conocidos
de pelis recientes y muy vistas para que todo el mundo me siga con los
ejemplos. Y dicho esto, ¡vamos, hostia, que siempre te tengo que esperar!
¿Khécezo del cambio?
Cuando vives en una realidad paralela feliz en la que nunca pasa nada malo y
todos viven de puta madre, ¿por qué razón deberían cambiar eso? Por lo visto,
todo va bien, así que no hace falta adaptarse a ningún problema, y esa es la
clave del cambio: la adaptación. Contar una historia relevante significa
contar un cambio, y para que ocurra, debe haber un conflicto. Para que haya
conflicto, debe haber un antagonista, que viene a ser un personaje o un
elemento que va a trastocar la realidad chachipiruleta y amenaza con hundir al
prota o a sus seres queridos en la miseria.
Por eso, antes no tenemos por qué tener una realidad genial, pero sí una
estable, en la que los protagonistas no tienen pensado modificar su vida. La
entrada del conflicto, provocado por el antagonista, supone una nueva
realidad, una nueva estabilidad, si quieres verlo así, a la que el
protagonista no está adaptado. Por ejemplo, cuando Thor se entera de que su
padre no está en Asgard, su equilibrio se ve alterado, y cuando le ve morir,
aparece una tipa que dice ser su hermana mayor y ahora ella es la legítima
heredera del trono. Thor, que no piensa dejar que su pueblo sea gobernado por
una tirana, no cuadra dentro de la nueva estabilidad que se ha impuesto.
Y claro, de ahí nace la evolución. Pero recuerda, para que tenga sentido, el
conflicto que ocurre debe ser un reflejo de los defectos del protagonista, o
de todo el sistema en el que el prota participa. Hela es, ni más ni menos, la
acumulación de todos los errores que Odín cometió en el pasado, ¿un rey y
líder fuerte?, sin duda, pero después de muerto va a ser su hijo el que va a
limpiarle toda la mierda... y al final, Thor nunca ha sido muy diferente a
Odín, sobre todo el de la primera película. Enfrentarse a los demonios de su
padre significaría enfrentarse a los suyos, también.
El cambio es extremadamente importante a la hora de que tu audiencia acabe tu
historia y se sienta pleno, incluso aunque tu técnica deje que desear. E
incluso diría más. Con este cambio, el artista está dando una opinión personal
y política sobre su forma de ver el mundo, y quién considera que está en lo
correcto e incorrecto. ¿Quieres que vayamos a lo personal? Por las vivencias
que he tenido en estos lozanos casi-27 años, madurar día tras día es para mí
algo vital en una persona, hasta el punto en el que detesto a quienes no son capaces de hacerlo. No es de extrañar que los 4
antagonistas (cargadito) que tiene mi última novela sean todos seres incapaces
de cambiar, mientras todos "los buenos" sí han podido hacerlo. Es decir, la
lección moral, en mi caso, está ligada precisamente al propio cambio.
Ahora que me he quedado agusto, es cuando voy a enseñarte el arte de hacer que tus personajes
evolucionen de forma wapa-wapa.
Empezamos con el prota y los secundarios convirtiéndose en mejores personas.
Cuando aconsejo personalmente a la gente sobre sus historias, siempre les pido
hacer una lista con los quiero y los necesito de todos
los personajes importantes. Sus quiero serían todas las cosas que
el personaje desea de forma egoísta, aquello tentador y fácil. Jim Hawkins
siempre ha querido una vida de aventuras que le aleje del hogar, y Sansa Stark
siempre ha querido irse de la puta Invernalia para casarse con su amado
Joffrey. Por el otro lado, sus necesito vendrían a ser las cosas
que el personaje acabará teniendo que elegir, porque será lo mejor para sus seres
queridos, lo más responsable, o simplemente a lo largo de la aventura ese
quiero le acaba pareciendo demasiado infantil, o menos apetecible.
Por eso, cuando los escritores diseñamos un principio, para que el
conflicto tenga sentido, ponemos al personaje prácticamente al lado opuesto de
donde queremos que acabe. Este comienzo será "su mentira", mientras que el
final será "su verdad". Ser un caso perdido no hace que Jim Hawkins se
embarque en su aventura por el tesoro, pero conocer las canalladas de los
piratas le hace ver que no es para nada uno de ellos. Los tormentos (por
decirlo suave) que vivió Sansa Stark, en parte provocados por su inmadurez, la
convirtieron en una mujer firme e inteligente, que acaba convirtiéndose en la
única representante de su casa en la amada Invernalia, dirigiendo un reino
independiente, y sin necesidad del puto Joffrey (ni de nadie) para verse completa.
Dicho esto, no todos los secundarios deben cambiar,
sólo los que están directamente expuestos al conflicto. ¡Y no es poca cosa!,
porque el cambio de un secundario puede salvar tu historia. Díselo si no a
Los Últimos Jedi, una cinta que, si no hubiera colocado a Luke en la mierda al principio, su prank galáctico al final no hubiera tenido el mismo peso, y de paso, nos deja una lección muy importante sobre el propio fracaso.
Fracaso. La palabra clave para ser mejor en esta vida es fracasar.
Entonces, ¿por qué no soy un ser supremo, a estas alturas?
Diferentes maneras de hacer una evolución.
He tenido un día para pensar este taller, así que o se me ocurre
algún tipo más antes de publicar, o sólo encuentro tres formas viables de
hacer una evolución coherente (soy Carlos del presente, y confirmo que no se me ha ocurrido ninguna nueva ajjjjjja). Estas formas valen para todos los personajes, y cada uno,
dentro de su historia, puede tener un tipo. Por supuesto, están simplificadas.
1. La línea recta. Esta es fácil, sencilla y para toda la
familia: empieza siendo un cero a la izquierda, poco a poco va abriendo los
ojos y va incorporando las lecciones que aprende según avanza en la aventura.
Esta estructura tiene poco drama, porque el protagonista no tiene un
quiero fuerte, ni dudas, así que la recomiendo para historias
destinadas a los niños, rollo El Autobús Mágico, y ojo, también
se utiliza mucho en videojuegos y documentales, donde la tensión narrativa no es lo más
importante.
2. El cambio exponencial. Esta es la
evolución clásica, la más usada por muchísimo. Se trata de que el
protagonista vaya ablandando su concepto rígido del mundo mediante sus
vivencias, pero no acaba de cambiar, de ver el panorama completo. Al final del
segundo acto, recibirá una paliza y la victoria parecerá imposible. Es en este
momento de fracaso total cuando recibe la revelación final que le dará las
fuerzas para evolucionar como persona, así que, aunque las semillas se han
estado plantando a lo largo de la historia, podríamos decir que prácticamente
se recogen todas de golpe. Posdata: lo suyo es que la revelación venga de él mismo. Si la recibe de fuera, tiene que tener por cojones que estar relacionada con este fracaso.
3. El valle de la locura. Vale, lo reconozco, soy
MUY FAN de este tipo. Consiste en llevar a tu personaje al límite
al final del primer acto, y que a partir de ahí, saque lo peor de sí mismo,
porque esté roto por dentro. El viaje que hará será un descenso a la locura
que se verá interrumpido cuando se vea a sí mismo, al villano o a una figura
de referencia que acabó igual que él, y, a partir de ese momento, comprende
que ha estado siendo injusto y debe rectificar, aprovechando las semillitas
que se han ido plantando a lo largo de la historia. Lo llamo "valle de la
locura" porque es como si el personaje descendiese al fondo para volver a
renacer y subir. Esta es la evolución de Luke en
El Retorno del Jedi, y de Arya en Juego de Tronos, que ya que estoy aprovecho para decir que en su última temporada no usa los rostros porque es la peor parte de sí misma. Importante saber que, aunque saque esta peor parte, tanto Arya como Luke nunca dejan de ser los héroes de su historia, o al menos no llegan a ser el villano.
La principal diferencia entre estos tres métodos es dónde se encuentra el
punto más bajo de la historia, que es cuando el malo les vence y parece que no hay final feliz posible. Normalmente se encuentra al final del segundo
acto o a mitad del tercero, y por eso la estructura exponencial es tan usada,
porque el personaje sólo podrá ir hacia arriba después de tocar fondo. En una
estructura lineal, o bien no hay punto bajo, o bien no es importante a nivel
narrativo. Finalmente, en un valle de la locura, el punto bajo se encontraría
al final del primer acto o a mitad de la obra, nunca más tarde. Por supuesto, puedes usar un modelo en una entrega, y otro modelo para el mismo personaje en una hipotética secuela.
No hay que tener miedo a la hora de colocar el punto bajo "pronto".
Descubrirás que de la derrota, los personajes aprenden las lecciones de manera
natural, y muchas veces es más interesante el camino que recorren hasta el
clímax que el propio clímax de por sí. ¡Y ya sólo me quedan dos apartados que
compartir contigo! En mi opinión, los más interesantes.
El cambio en el antagonista.
Hasta ahora, hemos visto la evolución estándar, lo que biene a ser lo típico,
pero no todas las historias van de lo mismo. Lo normal es que un antagonista
sea la sombra del protagonista y que encarne su peor defecto, porque es la
forma más fácil de que el protagonista se vea reflejado y diga
"Ozú, quezo no eztá biem".
Como antes he dicho, el antagonista trata de imponer un estado de
normalidad distinto al del principio, por eso lo normal es que el antagonista sea
estático y no cambie, así, cuando nuestro prota es mejor persona o más listo,
le vence. Cuando Jean Valjean coloca a Javert en una posición de jaque, igual
que Jean estuvo casi al comienzo de la historia, allá donde el prota prosperó
y aprendió a perdonar, Javert no aguanta la presión y practica la caída libre
sin paracaídas. ¡Pero no siempre tiene por qué ser así! Cuando un antagonista
evoluciona, que puede ser, se pueden dar tres casos:
1. Recapacita. El cariño que John Silver siente por Jim
Hawkins en El Planeta del Tesoro le lleva a renunciar al propio
tesoro y salvar la vida del muchacho, colaborando con él desde ese momento.
Hasta ahí, John había sido el antagonista de la obra, pero cuando él se
retira de la figura antagónica, alguien o algo debe ocupar su lugar, y en su
caso es un planeta a punto de colapsar. Lo mismo le pasa a Kylo Ren, que no
hubiera podido hacerse bueno si Palpatine no hubiera resucitado. En Marvel,
Nébula siempre fue una antagonista secundaria, así que convertirse en una
secundaria buena no requirió de muchos movimientos.
2. Se convierte en una tercera fuerza. Es bastante común
que en las historias haya dos grandes bandos, pero a veces surgen elementos
que van por libre y buscan sólo sus intereses. Es raro encontrar estos
personajes porque requieren de bastante carisma para funcionar, pero al
contrario de lo que cree la gente, es mucho más fácil balancear un toma y daca
cuando hay un tercer bando de por medio dando caña a buenos y a malos. En esta
categoría tenemos a Loki y a Maul, antagonista de Thor y del primer episodio
de Star Wars, que pasan de ser malos malísimos a ir por libre, y se alían con malos o buenos dependiendo de
lo que les vaya mejor.
3. Se convierte en un antagonista más listo. Mucho
cuidado con ésta, porque es absolutamente difícil lograr que funcione. El
único caso en el que he visto que se ha hecho bien ha sido con Cersei
Lannister, y sólo gracias al tiempo en pantalla que ha tenido a lo largo de
los 73 capítulos. Es muy importante decir que, antes de ser la Cersei más
fuerte, hubo una temporada en la que casi la destrozan, física y
psicológicamente, por lo que, de nuevo, el fracaso y el sufrimiento fueron
claves. El truco, creo yo, está en tratar a esos personajes como protagonistas
más, pero desde el otro lado, al mismo tiempo que sigues cuidando a tus protagonistas. Y para eso no vale la historia clásica de malos contra buenos. Chungo.
¡Suficiente! Hemos visto los protas y secundarios, ahora los antagonistas, y
sólo nos falta una posibilidad, una que no es fácil, pero que a mí, como
escritor, me parece la hostia de satisfactoria.
¿Qué pasa cuando un bueno se vuelve malvado?
¡Pero
qué
taller
más
largo!
¿Y este era mi día de descanso? ¡Vamos directos al grano, ni que te pagaran
por leerme, joder! ¿Seguro que te encuentras bien, llegando tan lejos? ¡En fin! Hay veces que alguien tan simpaticote como yo puede volverse
un borde perdido, y eso que, si yo fuese un personaje en tu historia, sería
Dios. ¿Qué formas habría para que alguien bueno acabe cayendo en el infiernito cristiano? Si me preguntas, éstas son las evoluciones más interesantes, son las que más llevan a la reflexión del lector, y uno de los métodos más efectivos de hacerles sufrir legalmente.
1. El desencanto hacia el sistema. Cada uno tiene sus
principios, y si resulta que "los buenos" son igual de capullos que todos,
puede que el personaje pierda la noción de la moral y se cambie a los "malos", e incluso puede que se
convierta en una tercera fuerza, alguien egoísta que arrambla contra todo el
sistema preestablecido. Hacer esto con un protagonista generalmente suele ser
más difícil, pero hay bastantes casos de secundarios buenos que al final han
perdido la fe, como el caso de Mordo, que en Doctor Strange piensa que
hay tantos hechiceros que están comenzando a alterar la realidad, un motivo
respetable. Que mate gente... no tanto. Si has visto la trilogía de Batman de
Nolan, seguro que te viene a la mente otro ejemplo de la segunda película.
2. Despiertan un monstruo que siempre estuvo ahí. Este
es el más común, y puede darse en cualquier personaje, cualquier historia.
Muchas veces, para añadir poesía a la tragedia, se le suele ligar desde el
principio a otro personaje del que ellos reniegan, como su padre loco, o el
propio villano al que han jurado eliminar, y la tragedia está en que
acaban igual que aquello que juraron destruir. Con simetrías o no, este es un
caso cuya credibilidad depende de lo bien que hayas anticipado esta
conversión. Daenerys no tuvo ningún problema en crucificar esclavistas, quemar
a todos los que no estaban de acuerdo con ella, y
Danza de Dragones termina diciendo, más o menos, que piensa
conquistar Poniente aunque tenga que caminar por encima de sus huesos. Vamos... que quien no vio venir su conversión a kilómetros se dejó cegar por sus buenas intenciones. Anakin, por el mismo lado, no dudó en matar un poblado entero de
moradores de las arenas cuando provocaron la muerte de su madre. Otra clave
sería mostrar gestos de locura poco antes de la conversión, que nos hagan
predecir a corto o medio plazo lo que pasará. El peso no está en la sorpresa, sino en
la desgracia de que estamos perdiendo un personaje que queremos. Quien haya visto cierta serie sobre una droga azul sabrá decir otro ejemplo.
3. Descubren que han sido los villanos desde el principio. ¡Uh! Esto es un duro golpe. Estar enfrentándote al antagonista de tu
obra en el clímax y enterarte de que, aunque él sea el antagonista, es el
bueno, y tú eres el villano... es un punto bajo importante que dispara la
evolución en el protagonista, y digo protagonista porque hacer esto con otro
personaje, sí, se puede, pero no suele tener la misma fuerza. Como una
historia está contada desde la perspectiva del protagonista, posiblemente para
la audiencia será tan chocante como para el personaje. Tenemos tres
posibilidades: que el protagonista continúe con su estatus de villano, como cierto anime muy famoso sobre un cuaderno, que reniegue de su estatus de villano y acabe con el problema acabando consigo mismo, como
hace Joe en Looper, o que cambie y que pase a ser bueno en el último
momento, como Alegría en Del Revés. Pero recuerda, es muy importante que de verdad el personaje haya sido, hasta ahí, el villano indudable de la historia, una vez conoces los datos.
A la hora de llevar un bueno al Lado Oscuro, sobre todo si es el protagonista,
vigila bien el efecto que puedes tener en la audiencia, y si es el efecto que
quieres. Lo digo porque un ligero mal cuerpo les suele hacer reflexionar, pero
demasiado mal cuerpo les hace romper emocionalmente con la obra, reniegan de
ella, y probablemente renieguen de ti.
¡Un momento! ¿Alguien ha dicho renegar? ¡Pues como los votantes de
Vox, que los pobrecitos, después de dos meses y medio de cuarentena, han
decidido que han tenido suficiente, y se la están saltando! Si miramos la
tabla que tenemos delante, podríamos hablar de unos secundarios que han
perdido la fe, pero... nah. Yo creo que ellos son unos antagonistas simples.
Empezaron su camino con buenas intenciones, pero, en lo que el mundo cambiaba
con cada conflicto, ellos se negaron a cambiar, y se empezaron a creer con más derechos que el resto. Son tan estúpidos y tan
arrogantes que frenan a sanitarios y los que cumplen el confinamiento, los
buenos de esta historia, a puro golpe de gilipollez.
¿Es que estamos en una comedia ligera de Divinity o qué?
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