Serie: Steven Universe.

"Si las chuletas fueran perfectas, no habría perritos calientes".
Eso de que ya no existen series de calidad para los niños es mentira. Lo que pasa es que si nuestro único estándar es Disney, vamos a tener al niño entretenido un mesecillo, hasta que acabe sobándose encima del tazón de cereales. ¿Dónde quedaron el pito de Goku y las tetas de Bulma en Dragon Ball? ¿Dónde están esos desmembramientos guapos que yo veía en Dragon Ball Z? Seguro que recuerdas a La Banda del Patio, ¿verdad? ¡Mírala ahora, seguro que te quedas helado viendo la crítica social que te chutan en vena! Quiero volver a ver a Sailor Moon desnuda, pasar miedo con Taron y el Caldero Mágico (del antiguo Disney, por cierto), y ver a Mufasa asesinado una y otra vez.

No es que los niños de hoy en día estén agilipollaos, es que los estamos agilipollando nosotros. Estamos tan obsesionados con que reciban una buena educación sin movidas tochas de adulto que nos hemos olvidado de que un niño para crecer necesita movidas tochas de adulto. ¿Quién ha hablado de traumar a los niños? La vida es compleja, y éso es algo que tenemos que tratar con naturalidad delante de nuestros niños, porque serán inmaduros, pero no son ni una pizca de tontos.


Ahí fuera, más allá de lo obvio y de las cadenas principales, Cartoon Network todavía vive y nos sigue ofreciendo contenido de calidad y necesario para nuestros mini-yos. ¿Sabes cómo distinguir el contenido que trata a tus hijos como si fueran imbéciles de los que no?

Es muy simple: el contenido que les trata con respeto es uno que tú también lo ves, y te gusta, y te enganchas. Como las pelis de Pixar. Y yo, con 27 tacos, me he tragado en 3 semanas una serie pensada para chavales de 10, y me la he gozado. ¡Has tenido la inmensa suerte de teletransportarte a la reseña sin espóilers de Steven Universe!


Hablar de animación es hablar de un estilo.


Aunque te parezca extraño, para que la serie me enganchara, tuve que ver el último capítulo el primerito de todos. No va conmigo eso de ver a la gente feliz, mascar gominolas y chupar piruletas. Tampoco me llamaba la atención su estilo algo feísta, ni la actitud de Steven tan expuesta ante peligros mortales. Tuve que darle una oportunidad y fijarme en aquello que iba más allá de los trazos. Ya desde el primer episodio, podemos ver cómo, durante varios minutos, toda la acción se desarrolla en un entorno con solamente dos colores.

Hay más. Dado que los capítulos duran 11 minutos y hay bastantes, es chungo no acabar generando una fórmula, un estilo único que acaba aburriendo por repetitivo. Aunque Steven Universe tiene su estilo, es muy refrescante ver cómo hay capítulos contados en escenas estáticas de dibujos planos, otros que incluyen números musicales, y otro que está contado como si fuera grabado en cámara, por poner algunos ejemplos. Es como si Rebecca Sugar, la creadora, y sus directores de animación, se revolvieran panza arriba contra su propia comodidad, y para que éso pase, tienen que amar y creer en su contenido.


Durante los últimos años ha crecido (demasiado) nuestra preocupación por que los niños reciban una educación tolerante y nada traumática, alejada de malas influencias, y también hemos desarrollado una concienciación sólida hacia el feminismo. ¡A Disney le viene de perlas! Desde el inicio de sus tiempos, lo que más ha preocupado a la compañía ha sido convertir cuentos antiguos en historias alegres con final feliz, muchas veces cambiando la intención original del autor. Y lo malo no es que cambien el final, sino la monetización de lo adorable.

Por favor, compara La Bella Durmiente, por poner un ejemplo antiguo, con cualquier animación producida el mismo año: Disney siempre ha ido a la cabeza en cuanto a conciencia feminista, creando año a año protagonistas mujeres más sólidas hasta llegar a Mulán, la consagración de todas las ideas por las que el feminismo lucha. Sin embargo, por dar más tirón a lo que vende, la nueva Mulán es una elegida por los dioses que no demuestra todo su potencial porque vive reprimida. Las mujeres de hoy no piden diosas reprimidas, sino personajes femeninos fuertes que no se rindan ante las dificultades. Hacer que Mulán sea más poderosa que sus enemigos no es fuerza.


En Steven Universe, todos los personajes fuertes de la serie son mujeres, que, por cuestiones de su raza, son todas lesbianas/bisexuales. No verás a nadie beber alcohol, ni fumar, nada. El rencor prácticamente no existe en su universo, ni los arrebatos egoístas duran demasiado. Todos los grandes arcos terminan en el irremediable final feliz... y me lo trago. Y me gusta. Esa atmósfera cuadra con lo que Rebecca Sugar intenta contarnos, pero es que notas que no intenta venderte nada. Su atmósfera feliz no rehuye el tema de que la madre de Steven haya muerto, y que dejó a un padre viudo y a una compañera suya con un amor para siempre no correspondido. Ser políticamente correcto nunca tuvo que ver con dar un mensaje político o colocar a un personaje por encima del resto. Éso no es ser políticamente correcto, Disney, sino un sacacuartos propagandesco que sólo vende humo.

Cinco temporadas, tres grandes arcos, un solo tema.


Aproveché haber empezado por el finalísimo para fijarme en la mitología de la que se habla desde la primera temporada, y me quedé HIMPAQTADO al ver que todo cuadraba. Es muy extraño que el creador de una serie no sólo sepa todo y dónde va a terminar, sino que logre interconectar todas las temporadas con el mismo tema.

Siento la historia como una gran metáfora, en la que las Gemas, estos seres de colorines, representan al ser humano. Estos seres imaginarios representan 4 facetas: la pragmática, la racional, la que sufre en silencio y la imperfecta. Así, mientras los humanos nos multiplicamos como conejos, creamos sofás que nos masajeen el culo para estar más cómodos, echamos la chapa a nuestros hijos de que no deben fumar mientras nos ponemos el pitillo en la boca, y creamos estúpidas obras de arte para sentir que cuando muramos habremos hecho algo de provecho, cuando ese cuadro tan feo que pintamos sólo sirve para asustar al gato.


Nosotros, como seres humanos, somos asquerosamente defectuosos... ¿y no somos maravillosos por ello?

Todas las acciones que he descrito que hacemos estaban a matacaballo entre lo trascendental y lo patético. Posiblemente seamos el ser más inteligente y peor diseñado de todo el planeta, y lo gracioso es que, por más que me ría cínicamente de lo que somos, en realidad mola ese patetismo, como si la propia humanidad se viera a sí misma y no supiera si soltar las bombas y acabar con todos, o emborracharse y acabar abrazado a alguien que odia estando sobrio.


Necesitamos ser funcionales para sentir que avanzamos, necesitamos el arte para no tirarnos de un puente, y necesitamos a la razón para que nos diga, aunque nos fastidie, lo que es más correcto para nosotros. Pero la razón, esa búsqueda de la perfección que tenemos de serie, es peligrosa. No sólo para nosotros, por la ansiedad que supone nunca estar a la altura del más alto estándar, sino también para los demás, que deben aguantarnos. Es fácil olvidar que las imperfecciones nos hacen como somos.

Rebecca Sugar insiste mucho en ésto. En la serie, todos los personajes de buen corazón, sufren. Todos arrastran algún tipo de trauma. Los que cambian de parecer son los que antes de éso muestran su cara más dependiente y patética, y los que son siempre perfectos desde el principio, con cara sonriente, sin pegas, unas maravillas andantes, son los que están dispuestos a aguantarte porque quieren sacar algo de ti. Y, sin embargo, Steven siempre les da una oportunidad. Steven, que encarna el rol de la imperfección con el grupo de las Gemas de Cristal, acepta a todos tal y como son. ¿Le hicieron daño? No importa. ¿El adversario es claramente malvado? No importa. Todos merecemos ser aceptados tal y como somos, que alguien nos diga que lo que hacemos tiene sentido, aunque sepamos que está mal, y nos dé otra oportunidad. Quién sabe. Puede que hasta los de corazón más duro se ablanden ante este gesto de total y perfecto altruismo.


Nunca podremos ser Steven, pero él será un recordatorio de que alguien que ha perdido a su madre y que carga desde pequeño con unas responsabilidades que no comprende del todo, puede verse a sí mismo y, por ser tan imperfecto, apreciar la imperfección en los demás. Nadie es perfecto. Si lo fuéramos, no existirían los sofás que masajeen los culos, ni las obras de animación. ¡No veríamos desmembramientos en Dragon Ball Z, ni pasaríamos miedo con Tarón y el Caldero Mágico! Y si las obras de animación fueran perfectas, no habría fanarts, ni parodias X.

Lo que quiero decir es que... ¡abramos nuestra mente! Carli corta la transmisión. ¡Un besi fresado de rosi!

Comentarios

Publicar un comentario

¡Lo más popular!

Top: Mejores iniciales en Pokémon.

Hollow Knight: cómo pasártelo en menos de 5 horas.

Top: Mejores shinys en Pokémon.

'Shrek 2' es la secuela perfecta.

Películas: 'Cómo Entrenar a tu Dragón', la trilogía.