¿Cómo ha sido este 2020?


Advertencia: en esta reseña habrán espóilers gordos de las 12 temporadas de 2020, incluido su polémico final.

Cuando cursaba segundo de bachillerato, alguien de clase preguntó por qué no había filósofos modernos que fueran famosos. El profesor dijo que en los últimos tiempos suele haber un consenso a medio camino entre todos los que ya han existido, lo que hace complicado que nuevos filósofos surjan para partir el bacalao. Pero no estoy de acuerdo con él. Puede que Sócrates, Platón y Aristóteles sí que estuviesen seguiditos, algo normal cuando se acaba de fundar una nueva disciplina, pero, ¿cuánto tiempo pasó entre Santo Tomás y Descartes, por ejemplo? ¿Y entre Kant y Nietzsche? Bueno, entre los dos últimos no hubo mucho, pero lo que quiero decir es que la historia es muy tiquismiquis, y entre alguien importante y alguien importante, pueden pasar siglos.


Algo así pasa con los eventos mundiales. Nos han educado estudiando guerras, así que parecía que, desde la segunda guerra mundial, la historia estaba parada, haciendo una pausa para comer. ¿Qué coño decía Tyler Durden en El club de la lucha sobre que la generación de nuestros papis es la generación olvidada? ¡Ellos tuvieron asentados sus culos y sus vidas desde los 25, mientras que nosotros a los 30 no tenemos ni trabajo, ni pareja estable, ni futuro de ningún tipo! Y así estábamos, flotando en esta nebulosa, una mezcla de crisis extrañas que se han ido acumulando, cuando el coronavirus sacudió nuestras vidas.
"Hoy, 28 de julio de 1914, Alemania ha declarado la guerra a Francia. Por la tarde, fui a nadar" «Franz Kafka»
Y mira tú por dónde, este año pasará a la historia como la primera pandemia global, o lo que ha sido lo mismo, ése en el que menos nos ha dado el sol, y en el que salir a la calle se ha vuelto aparatoso y poco recomendado.

Pero... ¿éso es malo?

Mi primerita ves en éso de participar en la Historia.


Si 2020 fuera una boiband, el coronavirus sería el cantante, el líder y el único buenorro del grupo, así que es el que se lleva todos anuncios, los focos y las pibitas. Es el coronavirus el que ha cambiado la forma en la que vivimos, la razón por la que sentimos hoy ansiedad al ver fotos antiguas de mucha gente reunida, y es el que, durante dos meses, vació los supermercados y convirtió el papel higiénico en algo más valioso que el oro.

Vamos por la calle con mascarilla, cuando vemos a alguien es de lejos, no nos tocamos con lo tocones que éramos, y si podemos, ni siquiera salimos. Sólo de estar en la misma habitación que nuestros abuelos, ya nos ponemos nerviosos, y si los abuelos conviven con nosotros, el nerviosismo es para absolutamente todo el resto de la gente. El virus ha cambiado nuestra forma de trabajar, de funcionar, en general. Ha cogido nuestra zona de confort y la ha destrozado, mientras nosotros intentamos juntar las piezas rotas con la esperanza de una vacuna que perfectamente podría no funcionar.


Pero no he dicho lo peor: ha muerto mucha gente. 50000 fallecidos, sólo por el corona y sólo en España... casi 2 millones en el resto del mundo. Tengo amigos y conocidos que este año han perdido a parientes por ésto. Y es una putada. Por un lado, para ser un virus que puede llegar a matar, ha matado a pocos casos, y por otro lado, casi que hubiera preferido que toda la humanidad se hubiera ido a tomar por culo... porque es doloroso saber que, durante los dos meses de confinamiento, el mundo mejoró sin nosotros. Pero éso es otro tema, y personalmente lo siento por los que tienen a alguien que llorar.

Sí, hay muchos motivos para odiar 2020, ¿pero realmente ha sido tan horrible? Quiero decir... ¿realmente? 

El 2020 nos ha acercado al futuro: videollamadas, streaming, teletrabajo.

Algo que me ha enseñado éso de ser escritor es que las historias que merecen ser contadas, y los cambios más importantes en una persona, surgen a través de las dificultades. No tenemos las fiestas y reuniones que teníamos antes, y ahora podemos apreciar lo mucho que las necesitábamos. Vivir tanto tiempo atrapados en nuestras casas nos ha obligado, aunque fuera por pura supervivencia, a dedicar más tiempo a nosotros mismos. Estudiar, hacer ejercicio, limpiar, pensar... Y nos hemos dado cuenta que, al mismo tiempo que necesitamos a los demás, podemos vivir también solos. El conflicto, salir de nuestra zona de confort, nos hace crecer por definición, igual que los exámenes nos obligan a estudiar, y menudo examen la cuarentena, ¿eh? Si había alguna gestión en nuestra forma de vivir que no era práctica, la habrá sacado a relucir, seguro.

Los exámenes pueden ser una mierda, a nadie le gusta hincar los codos y no quedar con los amigos para estudiar, pero... a la larga, aunque sea muy a la larga, acabaremos ganando. Durante tantos años, hemos sido tan ricos, tan bien vestidos y alimentados, viviendo en nuestra burbuja del primer mundo, que nos habíamos vuelto interesados y egoístas. Y esta clase de rasgos se acentúan después de una pandemia. Las crisis, en general, los acentúan. Y claro, examinarse es una oportunidad cojonuda para crecer y reinventarse.

A no ser...

Negacionistas y otros gilipollas.


Llámame imbécil, pero me gusta vivir situaciones difíciles y de estrés con otras personas, porque así me revelan antes su verdadera cara. En esta pandemia he podido saber quién es responsable, quién es metódico, tranquilo... y también quién es ansioso, neurótico, paranoico, egoísta, inmaduro, hipocondríaco, ¡e incluso quién ha aprovechado esta situación para alejarse de mí! Luego están los negacionistas de los cojones. Bueno, obviamente yo no soy negacionista, porque vivo con 3 personas más en casa y 2 de ellas han pasado el virus. He visto los efectos que produce. Llámalo corona, llámalo gripe si quieres, ahí fuera hay un virus que está haciendo polvo a algunas personas.

De todos modos, aunque haya puesto a negacionistas y a gilipollas en el título, para mí son dos adjetivos que van separados. Hay negacionistas que simplemente son ignorantes, que no unen 2+2 y todavía creen que ésto es una artimaña para controlar a la gente. Los que sacaban las cacerolas porque estaban hartos del confinamiento, los que colapsaron calles con sus coches y, en resumen, los que llevaron el coronavirus a un terreno político o ayudaron a propagar el virus, ésos son los mayores gilipollas que conoceremos en nuestra vida. Que el coronavirus sirva como simulacro; si algún año aparece una pandemia con alta mortalidad, ni se os ocurra acercaros a la gente que conozcáis y sea así. Qué coño. No os arriméis a esa gente nunca, que se mueran con los de su calaña en la próxima pandemia, sin arrastrar a nadie más.


Y, como este Gobierno es de izquierdas, no podía no mencionar a la derechita estúpida que se ha estado quejando. Creo que la izquierda radical estaba siendo demasiado puto-imbécil como para que no viniera la extrema derecha a equilibrar la balanza. Todos esos que han llamado a Pedro Sánchez carnicero, espero que algún día les incriminen a ellos de algo igual de grave, porque no mola una mierda. Este Gobierno podría haberlo hecho mucho, MUCHÍSIMO mejor, sobre todo a la hora de establecer unas prioridades y mover el dinero, pero seamos realistas, cualquiera que hubiera gobernado hubiera hecho mal unas cosas u otras, todas importantes.

El virus no entiende ni de política ni de religión. Lo que tenemos que hacer es colaborar todos, proponiendo ideas o siendo responsables, y punto, porque si no lo hacemos, muere gente. Es un virus que merece respeto, porque sí, para algunos habrá sido más leve que una gripe estándar, pero para otros ha sido mortal, y se contagia MUY fácil. Si tenemos el virus, por estadística no debemos preocuparnos ni tener miedo. Eso sí, donde hay que tenerle respeto es en lo rápido que se contagia.


No podemos actuar por miedo. Asumamos que este virus va a estar con nosotros bastante tiempo y que todo el mundo acabará infectado, y que morirán todavía más personas. Lo que tenemos que hacer es ir con cuidado, para que no se colapsen los hospitales, pero insisto, el miedo sólo nos lleva a tomar malas decisiones. Y negarlo... en fin.

Oye, y también han pasado otras cosas.


No podemos olvidarnos del resto de miembros del grupo musical, porque aunque sean más feos y gordos, siguen mereciendo que los comentemos... porque este 2020 han pasado cositas interesantes. ¿Te acuerdas cuando, a principios de año, todas nuestras preocupaciones eran si iba a empezar o no una tercera guerra mundial? ¡Qué buenos tiempos! Desde entonces han pasado muchas cosas: el primer Gobierno de coalición en España, Reino Unido por fin se va de Europa después de años de lloriqueos, y SpaceX llevó la pornografía al espacio. ¡Capitalismo, quería decir capitalismo! Perdón.

Mientras el coronavirus arrasó en un año supuestamente olímpico, en países más cálidos que el nuestro había, además del virus, una plaga brutal de langostas; en EEUU y Japón, una de avispones asesinos, y en sudamérica, debido a las fuertes lluvias, aparecieron unos mosquitos la hostia de gigantes (es decir, eran moscos) que despertaron después de tiempo en letargo, además de más langostas. Jumanji, vamos. Ya han caído sobre nosotros 3 de las 7 plagas que cayeron sobre Egipto, y dios no quiera que caiga la última, porque soy primogénito.


Lo que me da más cosa es el asunto George Floyd. Me dio mucha pena porque las protestas empezaron en plena pandemia, y al mismo tiempo me gustó ver cómo tantos americanos se unían, aunque fuera de forma violenta, por luchar contra la policía de allí. La policía de EEUU son una banda de hijos de puta que matan a varias personas cada año, muchas de ellas inocentes. Hay vídeos de cómo han matado a personas por intentar sacarlas del coche, por moverse cuando iban borrachos y no eran una amenaza, o por llevar un táser. Estoy completamente de acuerdo con que Black Lives Matter, pero espero que la gente de allí no pierda el foco y entienda que, además de un posible problema de racismo, es sobre todo un problema de violencia policial general. Los polis matan muchísimos negros, porque suelen ser los que habitan los suburbios y se dedican más al negocio de las calles, pero también matan a blancos. Es más, también es una cuestión de sexismo, porque son mucho más brutales con los hombres que con las mujeres.


Estoy queriendo decir que allí problema no hay más que uno: la tenencia de armas que obliga a la policía a estar demasiado alerta y la vuelve una gilipollas. Ni los blancos tienen que arrodillarse frente a negros, porque éso es una barbaridad, ni los negros deben seguir permitiendo que un puto subnormal les ponga la rodilla en el cuello por haber bebido un poco, porque es una barbaridad todavía mayor. Absolutamente nadie debería arrodillarse ni mostrar pasividad ante una fuerza gubernamental violenta. El momento más destacable para mí fue cuando se apagaron las luces de la Casa Blanca por primera vez en la historia del EEUU libre, debido a la seria amenaza que fueron estas protestas. Ojalá la hubieran invadido y se hubieran despachado al entonces Presidente.

Que por cierto, ¡se ha largado! ¡Por fin!


Decir que las votaciones han sido un fraude porque han perdido, e intentar utilizar la democracia como herramienta para gobernar más, es lo más antidemocrático que existe. Espero que la historia enseñe a nuestros hijos lo retrasado y turbio que fue Trump, y la neandertalidad de todos los que le votaron. Ya sabemos que la mitad de estadounidenses son retrasados, el problema es que ellos todavía no lo saben.

Ya he hablado del año. Quiero acabar hablándote un poco sobre un servidor.

El 2020 para mí.


La verdad, ha habido de todo... Y, como dije al principio, sólo por el hecho de haber sido tan diferente, yo ya guardaré con cariño este año. Por suerte no he tenido que llorar la pérdida de la última abuela que me queda, y he visto poco a mi familia, pero he podido verla en agosto.

Desde septiembre del 2019 empecé a escribir Legado de Mil Mentes, hasta ahora mi mejor obra, que encima puedes leer gratis, así que todo bien. Por ejemplo, considero que cuando me marco una rutina soy la hostia de ordenado y disciplinado, pero la cuarentena puso un fallo a la vista: utilizaba la semana para escribir, y el finde para descansar. Pero cuando en una cuarentena no existía el finde como tal y todos los días eran iguales, comencé a descompensar los descansos, y acabé la cuarentena en mayo, bastante agotado. ¡Algo que rectificar para la próxima vez! Por suerte, después de corregirla en verano, puedo decir que estoy muy orgulloso de lo que he hecho, y sólo por eso, este año ha sido bueno para mí.


Pero no podían ser todo risas. En septiembre apareció el coronavirus en casa y mi madre estuvo a punto de ser ingresada, y meses después, todavía sufre las secuelas. ¿Yo? Un segundo confinamiento, sin poder salir de mi habitación. También en septiembre, ocurrieron una serie de percances en mi vida que me hicieron sentir solo, sin un sólo duro y con pocas opciones. De no ser por mis amigos, hoy en día no tendría línea de teléfono. No sé. Llevo desde entonces intentando buscarme las castañas, pero es difícil, cuando si ya antes había crisis y trabajo precario, encima se le suma el virus.

Ni siquiera puedo decir que termino el año con una nota positiva. Aunque los pesos que hacían que me hundiera al menos ahora han dejado de tirar para abajo, éso no significa que todo esté bien. No hay nada solucionado, no tengo flotadores que me escuden si esos pesos vuelven a tirar, y realmente siento que todos estamos solos en medio de un montón de gente, y estamos ultimadamente solos porque entre todos hacemos éso realidad. Si todos habláramos de lo que nos preocupa y todos nos apoyáramos, viviríamos mejor. Pero no lo hacen, ¿por qué lo iban a hacer? La cuarentena no les ha cambiado, sólo superficialmente, y se resignan a decir lo malísimo que ha sido 2020 en lugar de reflexionar e intentar cambiar las cosas que no han funcionado cuando estábamos solos en nuestras casas.


Si no estamos a gusto con nosotros mismos, no deberíamos esperar que otro vaya a completar nuestro vacío, porque nunca lo hará. En fin... un besi de fresi.

Y por cierto, tanto hablar del 2020 y nadie comentó el final apoteósico con las uvas. ¿Qué te pareció cuando bajaron los extraterrestres?

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