Película: Hamilton.
Estoy haciendo trampas. Hasta ahora, me he limitado a reseñar películas,
series y videojuegos, y Hamilton, el musical que ha revolucionado la
cultura estadounidense los últimos 5 años es... bueno, es una obra de teatro y
un disco. ¡NNNOOOO! ¡¿Cómo voy a reseñar un musical sin meterme en una
sección nueva?!
Mickey: ¡Pssst! Ey.
Carli: ¿Qué precisa usted, buen ratón?
Mickey: He convertido Hamilton en película. Pa ti. Sin cortar.
Carli: ¡Exactamente lo que preciso en este instante!
Mickey: De nada, rey.
No descarto reseñar musicales (guardo lo menos cinco en mi cabeza) y tampoco
digo que no a lo de reseñar discos en el futuro, pero mientras tenga la mente
ocupada en otras cosas, prefiero seguir amoldándome a lo que ya hay hecho. No
he estado en ningún teatro para verlo, pero fui uno de los primeros que vio
Hamilton cuando una versión filmada de la obra, grabada
directamente desde el teatro, apareció en Disney+. Es un musical, lo que
significa que, además de teatro, prácticamente se canta todo, pero no os
imaginéis una ópera pomposa. Más bien... un Grease que juguetea con el
rap en vez de con el rock&roll.
Por favor, quédate a leer, porque no tocaré espóilers de la obra. Es
hora de que te cuente qué es Hamilton y por qué ha sido tan
importante para la EEUU de hoy en día. Lin Manuel Miranda, ¡él la escribió y
compuso! ¿Lin Manuel Miranda? ¡él la protagonizó (también)! Thomas Kail, ¡él
la dirigió!
¿Y yo? Carli Love fue el tonto que la reseñó. Quedan muchas cosas por
decir, ¡pero just you wait...!
¿What's your name, man?
Alexander Hamilton.
Ha ganado 11 premios Tony (los Oscars del teatro), un Grammy al mejor musical,
7 premios de una cosa llamada Drama Desk... ¡e incluso un Pulitzer!
Hamilton arrasó en Estados Unidos, se convirtió en una sensación, con
una base de fans muy fieles, algo que nunca había ocurrido jamás con ningún
musical, no a ese nivel tan cultural, y el secreto ahí está en que el musical
está basado en hechos reales del momento más importante de su país.
Dicho en pocas palabras, Hamilton nos cuenta la historia del
nacimiento de EEUU desde la perspectiva de Alexander Hamilton, un influencer
de la época que escribía de vicio y usó esa habilidad durante la guerra de independencia, escaló posiciones y acabó ayudando a crear la constitución del
país y una barbaridad de ensayos que sentaron las bases de su nación. De todos
los Padres Fundadores, que así llaman a todos los que hicieron posible el
nuevo país, él fue el único pobre, en un mundo donde los estamentos
todavía estaban definidos. ¿Un pobre entre ricos? ¡Es el sueño americano
personificado! Y encima en el nacimiento de su nación, con lo que a los
americanos les gusta mirarse en el espejo...
Peeeero no todo es tan simple. La gracia del sueño americano de
Hamilton está en que tiene un gusto amargo y se puede contar desde
una perspectiva muy actual, donde la mayoría de americanos, a estas alturas,
ya sabe que el sueño americano es una farsa. Es curioso ver a personas con
trajes de la época hablar sobre feminismo en un tiempo en el que las mujeres
empezaron a ser conscientes de que se las trataba como objetos, o cómo los
rebeldes odian la brutalidad de los guardias ingleses y la esclavitud, cuando
ya estamos al tanto de George Floyd y la violencia policial.
Incluso, en plena presidencia de Trump, que quería levantar un muro que
impidiera la inmigración, Lin Manuel Miranda resalta que dos de los hombres
más importantes durante la guerra contra los ingleses fueron inmigrantes.
Además, la imprecisión en el aspecto de los personajes es completamente
intencionada. George Washington es negro y calvo, y de un trío de hermanas,
dos son afroamericanas y una tiene ascendencia asiática. Mezcla el clasicismo
y las maneras de aquella época con un lenguaje actual, y, de hecho, junta la
pomposidad de los políticos en la época con unos debates convertidos en
batallas de gallos. Porque una gran inclusión a los estilos variados del
musical, y casi el protagonista, es el rap.
Es que era obvio que triunfara. Habla de un tema estadounidense para alabar y
criticar a Estados Unidos a partes iguales, apelando a todas las audiencias en el proceso. Normal que todos fueran a verla... espera. ¿No fueron todos? ¿Por qué no?
¡¿Cómo que no les gustan los musicales?!
Acabando 2020 todavía existe gente que cree que los musicales son una
mariconada, y a muchos simplemente no les gusta porque les corta el rollo que alguien cante.
¿Cómo, sólo con palabras, podría hacerles sentir lo que siento yo, que pienso
que es el formato audiovisual más intenso?
Los musicales no es algo que ves, tampoco algo que te pones de fondo mientras
haces la cena. Ni es un disco, ni es cine a secas. Un musical se vive, y
las canciones que se muestran son reflejos del sentimiento de los
personajes. Por lo tanto, igual que tu estás de chill-dramático cuando escuchas a
Adele, sabes que un personaje, cuando cante una canción similar a las suyas,
va a sentirse triste y va a estar reflexionando sobre lo que ha hecho mal. Ni
siquiera hace falta entenderlo, aunque obviamente interesa que lo hagas. En
ese sentido, Hamilton, al menos en Disney+, sólo está en inglés y con
subtítulos en inglés, y DESCONOZCO COMPLETAMENTE si algún piratilla ha hecho la buena obra de ponerle otros subtítulos (clica en las letras rojas de atrás ejem ejem, créditos para Deep en su página).
Además, al ser un musical que se desarrolla siempre sobre el mismo escenario,
al tener actores que no se corresponden a los personajes reales, al hacer que
algunos actores interpreten a más de un personaje... digamos que requiere que le
eches imaginación y suspendas tu credulidad. Al fin y al cabo, esta peli es la
grabación de una obra de teatro, en la que ves a los actores en carne y hueso
a diez metros de ti, y tú sabes que estás viendo a gente actuar. Es una magia
distinta. De hecho, en mi opinión, los musicales teatrales son
lo más intenso a la hora de sentir cosas por una historia.
La historia está contada bastante rápido, al final es toda una vida en 2 horas
y media, pero yo pienso que en menos de media hora ya te has acostumbrado. Y no,
la historia no es lo más importante (ya ha quedado claro). La herramienta más
poderosa de la obra son los temas. Dicho de forma clara, los temas son
melodías asignadas o a un personaje, o a un sentimiento. Por ejemplo, al
principio de Los Miserables, el protagonista tiene la tentación de
suicidarse, y canta una canción. Pues a lo largo de la obra, el antagonista,
que también acaba sientiendo lo mismo, canta la misma canción pero con otra
letra.
Los temas funcionan así. Si un personaje empieza siendo prudente y acaba
siendo alguien decidido, y a otro le pasa lo absolutamente contrario, verás
cómo sus motivos musicales se intercambiarán a lo largo de la obra. ¿Pero
quién soy yo para hablar sobre la verdadera genialidad de Hamilton?
¿Acaso debo hacer mi trabajo? ¡Naaah, relego en otro, que sabe mucho más que
yo! Si todo lo que te he dicho te ha llamado la atención y tienes interés, ve
a verla, merece la pena. Y si ésto de los musicales no te acaba de convencer,
el vídeo que dejo aquí abajo tiene espóilers, pero seguro que te
da muchas ganas de verlo.
¡Nada más por aquí! ¡Un besi de fresi! Brindando por la libertad, y desperdiciando mis oportunidades, como siempre, Carli Love se despide de ti y te desea unas
navidades coronavíricas, digo, felices. Sin la familia. Pero bueno, al menos
hay salud, ¿no?
¿Cómo? ¿Que de eso tampoco?
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