Película: Soul.
Parémonos a pensar un segundo, tú y yo, en lo extraordinario que es el cerebro. Los personajes de una película estándar no existen, pero son reales porque les vemos de carne y hueso, igual que a alguien que estuviera a nuestro lado. Sin embargo, los personajes animados no son reales en absoluto, sólo son trazos. Vectores, colocados aquí y allá, que nos dan la ilusión de que se mueven. ¿Y si, por ejemplo, un gato animado empezara a hablar? De locos. Sin embargo, nuestro cerebro se lo cree, pica el anzuelo del artista, e incluso sabiendo que lo que está viendo no es real, queda inmerso en el mundo, y puede llegar a reír o llorar por trazados y vectores porque, en un nivel súuuper abstracto de la mente, reconoce la humanidad de quien dibujó la historia, y empatiza. Piénsalo. Es algo tan pequeño... pero la humanidad es lo que es hoy porque, en su momento, transmitimos nuestra cultura a través de dibujos. No por pequeño o por simple deja de ser maravilloso.
Que este garabato sea un personaje es la máxima representación de lo que acabo de decir. |
Y hablar de animación también es hablar de estética. No me malinterpretes, todas las pelis la tienen, pero cuando estás rodando, un árbol es un árbol, y el cielo es el que es, a no ser que los retoques. En la animación no hay una base sobre la que trabajar, así que todo, todo, debe ser diseñado y creado. Y éso ofrece posibilidades nuevas. La estética de Soul es probablemente lo más llamativo del proyecto porque no se conforma, siempre está cambiando entre mundos que contrastan entre sí, pero la música. Ay, la música. Jon Batiste, quien integró las piezas de jazz en la banda sonora, hizo un trabajo inspirador, y Paul Abadilla y su equipo de arte integraron la música como un nuevo elemento estético. El trance, capturado mediante colores. Y lo que significa que su mundo esté tan próximo a las estrellas.
La música es una pieza central cuando el protagonista es pianista y profesor de música (obvio), e, igual que en Up, es clave a la hora de conectar emocionalmente con la obra. Tampoco es que lo necesite. Los temas que trata son lo suficientemente trascendentales, y nos entiende. A ti, a mí, a la gente de la calle. Entiende que los tiempos que vivimos nos despersonalizan y desmotivan... Déjame que me explique.
Es importantísimo hablar sobre la muerte a un niño. Pero, aunque Soul hable explícitamente sobre la vida y la muerte, por debajo hay otro mensaje oculto. "22" (se llama así) es más que un alma que no quiere nacer, porque también es nosotros, yo por lo menos. Este personaje representa la juventud de hoy, educada por los grandes de la historia, pero enajenada de ellos. Mucha escuela, mucha inspiración de los "grandes", mucho texto, todo teoría, ¿pero qué ha vivido? ¿Cómo va a sentir ganas de vivir, si todos los conocimientos que ha memorizado no van a reemplazar el vivir realmente?
¿Y Joe, el protagonista? Sí, es un músico de mediana edad, pero también representa a nuestros padres, a los míos, al menos, nacidos alrededor de los 60s, los que se independizaron pronto y prosperaron en una sociedad capitalista que les prometió que se comerían el mundo. Después de la crisis de 2008, se dieron cuenta de que su tren de vida era una mentira. La realidad es que sus vidas están pasando sin pena ni gloria, y esos trabajos del sector terciario, que parecían el futuro, no les llenan en absoluto. Algunos acaban en una espiral de depresión y ansiedad. Otros, como Joe, se sienten solos, sienten que tampoco falta tanto para que su vida se agote, y van a dejar el mundo peor de lo que estaba para los próximos que vienen, como 22.
Nuestros padres fueron inculcados con la idea de tener un rol en el engranaje y tener un propósito. Un ladrillo más en el muro. La crisis, el coronavirus, el cambio climático... el muro se ha caído abajo y la juventud no cree que pueda haber un futuro. Ésa, entre otras, es la realidad en la que vivimos.
Pero, igual que la muerte no es algo inherentemente malo, tampoco lo es esta tormenta de aspiraciones fallidas (o falta de aspiraciones). Joder, que estamos vivos. A veces lo único que hace falta es pausar un momento, dar un paseo, mirar el cielo, ¿qué problema hay? ¿Por hacerlo nos perderemos un capítulo de una serie que podremos ver luego? Vivir, y cuando digo vivir digo "disfrutar de la vida", se compone de un montón de detalles pequeños que están detrás de la miseria que nos rodea. Y no por pequeños, o por simples, dejan de ser maravillosos.
Un besi de fresi.
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