Diálogos: estilo directo.
Este taller de escritura estará dirigido a los escritores. Intento enfocar los talleres de forma que alguien que sólo curiosea pueda aprender algo jugoso y aprovechable, pero aquí, aunque alguien a quien le guste leer pueda disfrutar mejor de lo que esté leyendo, no le va a descubrir ninguna quintaesencia de la vida. Mi objetivo hoy es hablarte sobre los diálogos en novela y relato, los tipos que hay y sus usos. Se me ha quedado muy largo, así que lo he dividido en dos:
Diálogos: estilo indirecto (aquí estará el link cuando suba el siguiente taller)
En ambas partes no vengo a hablar sobre tu estilo personal a la hora de hacer diálogos. Puedes probar a intentar apegarte al realismo haciéndolos imperfectos, ser artístico plasmando conversaciones crípticas y metafóricas, o ser natural, que sería el punto medio y recomendable para empezar. Ése es otro tema muy interesante que no voy a cubrir ni en este taller ni en el evento de talleres que ando haciendo, pero me lo anoto. No, aquí voy a hablar de dos modos de escribir diálogos que, por yo qué sé qué motivos, se llaman "estilos": el directo y el indirecto.
Los dos modos son más distintos de lo que parece y se complementan muy bien si los escribimos cuando toca. No obstante, lo que voy a decir no es ley. Quiero decir, es ley si intentas escribir algo sencillo, centrado sobre todo en los giros de tu historia... Pero allá afuera hay novelas titánicas que utilizan la forma en la que se escribe para potenciar el mensaje de la historia, por lo que alguien experimentado puede escribir siempre en el mismo estilo para crear una sensación concreta, o inventarse su forma de dialogar. Caray, hay quien plasma los diálogos con comillas, cursivas o entre corchetes, las posibilidades son infinitas, pero yo vengo a hablarte de lo heterobásico.
Entremos sin más saliva dentro del primer estilo.
Estilo directo.
Los diálogos en estilo directo son los diálogos que conoce todo amigo y vecino, los típicos de los libros, con la rayita de diálogo (—) y con cada intervención de personaje en un párrafo distinto. Parece que puntuar diálogos es fácil, pero no lo es, no basta con saber que empieza con un punto aparte y una raya. Así que empezaremos por ahí.
Para empezar, a la hora de escribir un diálogo, no lo haremos con el guión típico del teclado (-), sino con un guión especial, mucho más largo (—). ¿Notas la diferencia de longitud? Sinceramente, no encontré esta raya en el mapa de caracteres, pero la saqué de Microsoft Word, pulsando las teclas Ctrl+Alt+el guión normal, la copié y me la puse en un bloc de notas a mano, para que se le limpiara el formato. Si me lees desde donde escribes, ahí la tienes para copiarla en tu bloc de notas. Literalmente, cada vez que abro un diálogo nuevo, tengo que pulsar Ctrl+V (el comando "pegar"), y más de una vez se me ha olvidado de que tenía copiado un textazo entero, en vez de esta línea, y me he dado un susto.
Vamos con la puntuación correcta. Cada uno tiene sus truquitos para acordarse, yo lo que pienso es que, cuando esa raya entra en acción, entramos en un modo de escritura diferente, hasta que se acaba el párrafo o lo interrumpimos. Lo llamaremos modo dialoguil. Verás, en cuanto le damos al Enter para cambiar de párrafo y ponemos la raya, hablamos, sin espacios entre la raya y las letras.
—¡Hola! Buenos días.
Sin embargo, si queremos acotar para decir quién habla, hay que meter otra raya para salir de este modo dialoguil y volver a la narración, y recuerda, dejamos un espacio entre lo que se dice y la raya de acotación.
—¡Hola! Buenos días —dice Juanito.
Y si queremos salir del modo dialoguil para fumarnos un piti rápido pero queremos volver a entrar, tendremos que darle de nuevo a la raya.
—¡Hola! —dice Juanito—. Buenos días.
¡Ojooo! ¿Has visto que la raya va pegada al "dice" y la otra al "Juanito", pero el punto no está hasta el final de la segunda? Las acotaciones siempre serán interrupciones puntuales del modo dialoguil, siempre destinadas a terminar, por eso tienen pegadas las dos rayas, y la segunda raya siempre va a tener un símbolo de puntuación, siempre. Si entre el "¡Hola!" y el "Buenos días" hubiera habido una coma, hubiera sido lo que hubiéramos puesto al acabar la acotación, pero como son dos frases diferentes, terminamos la frase con la acotación. Si te preguntas por qué la acotación "dice Juanito" no va con su frase aparte, bueno, es porque, aunque salgamos del modo dialoguil, esta acotación sólo es un comentario rapidísimo para que no te pierdas. Piénsalo como si un cuentacuentos te lo estuviese contando en directo, o si se lo estuvieses contando tú a otra persona. Cogerías aire después de decirle quién ha hablado, en vez de antes, ¿verdad?
Ya casi lo tenemos, sólo nos falta por saber puntuar un tipo de acotación. Verás, cuando decimos que alguien ha dicho algo, lo ponemos en minúsculas y en la misma frase porque es como si alguien lo comunicara super deprisa para que no nos perdamos, pero nada más. Sin embargo, en diálogos podemos hacer acotaciones más allá del "dijo nosequién", del "dijo de aquel modo" o del "dijo, haciendo loquesea". Podemos hablar de cosas que enriquezcan el diálogo pero no tengan que ver en sí con quién o cómo lo diga.
—Oye, Juanito, ¿rellenaste los informes?
—Los tienes en la mesa. —Bosteza, haciendo ruido—. Madre mía, qué sueño...
¡Mucho cuidado con la trampa! ¿Te has dado cuenta de que esta acotación iba en una frase diferente? Como no es una acotación rápida para que no nos perdamos, sino que enriquece la narración, hemos terminado la frase de diálogo con un punto, hemos abierto raya para salir del modo dialoguil, hemos abierto con mayúscula otra vez, y cerramos con la raya pegada a la acotación, pero terminando con otro punto, que no sería para el diálogo de la mesa, sino para su propia frase. Estas particularidades son así porque esa acotación la podríamos poner aparte sin problemas.
—Oye, Juanito, ¿rellenaste los informes?
—Los tienes en la mesa.
Bosteza, haciendo ruido.
—Madre mía, qué sueño... —sigue diciendo.
Pero no es lo mismo. De la primera forma, el bostezo queda integrado dentro de la frase, es más vivo y nos indica que, probablemente, la causa de ese sueño sean los informes. Si lo hacemos como el ejemplo último, nos imaginamos un bostezo más exagerado y separado de los informes, como si se hubiera ido de fiesta. Además, tenemos que acotar la última frase para terminar de aclarar que sigue hablando Juanito.
Un comentario extra: ¿has visto que el último diálogo termina en puntos suspensivos, pero los incluyo dentro del modo dialoguil?
—Madre mía, qué sueño... —sigue diciendo.
Eso es porque los puntos suspensivos pueden ser rápidos y ser una coma larga, o pueden ser lentos y seguir con otra frase distinta. Si hubiesen sido rápidos y hubiese seguido hablando, hubiera quedado así:
—Madre mía, qué sueño... —sigue diciendo—, odio los lunes.
Éstas serían todas las claves sobre cómo puntuar el estilo directo. Pueden parecer arbitrarias, pero no lo son. Hay que comprender que toda narración, por más que el narrador lo sepa todo, es parcial. Sin embargo, cuando citamos a alguien en estilo directo, no podemos mentir, es lo que dijo, como si lo hubiera captado en cámara. Los diálogos directos, además de cambiar la velocidad a la que los ojos avanzan por la página y ayudar a mantener la atención, enriquecen mucho un escrito porque rompen con la voz del narrador y aportan un color distinto.
Consejos adicionales para el estilo directo.
El estilo directo se utiliza para los momentos que están en primer plano y en los que, en lugar de resumir, el tiempo pasa a velocidad 1:1, es decir, donde un segundo de lectura equivale a un segundo que está ocurriendo en la narración. Es lo que denominamos escenas.
Si narras en pasado, utilizaremos el estilo directo para las frases que el narrador, que ya conoce la historia entera, selecciona como merecedoras. Por ejemplo, si un personaje empieza a parlotear cosas sin sentido, el narrador directamente lo dirá así, no se molestará en abrir un diálogo para palabras aleatorias.
Con un narrador en presente, es decir, un narrador streamer, no funciona así. Como el personaje que narra no sabe qué va a pasar y estamos ante prácticamente un discurrir de su conciencia, pondremos en estilo directo todas las palabras que escuche con atención. Si son estúpidas, al principio las escuchará en estilo directo, y luego cortará y narrará que sigue diciendo estupideces. Todo lo que tenga la atención directa del narrador, se narrará de esta manera, y eso significa que a veces esconderemos diálogos importantes en forma de indirectos, para que los lectores, en una segunda lectura, digan
"¡Mamahuevo, lo teníah delante y no ehtuvihte atento!"
Entrando ya en materia, te recomiendo acotar siempre las primeras intervenciones de un diálogo, para que el lector siempre esté ubicado. Es mejor pasarse con las acotaciones que quedarse corto, nunca supongas que el lector va a saber quién habla solo porque para ti suene super claro en la cabeza. En conversaciones de 2 personas, acota las 2 primeras veces para establecer quién habla, y a partir de ahí, como en teoría va a ser una frase por personaje, puedes tirar millas sin acotar, pero yo personalmente acoto cada 4 intervenciones (si no hay interrupciones) para ponérselo fácil al lector. Y en las conversaciones en las que hablan varios, acota siempre quién habla, por favor, a no ser que en un tramo hablen sólo 2.
—Señor Fonseca —dijo el teniente, abriendo las esposas—, queda usted detenido.
—Ya lo veo —dijo Fonseca.
—Tiene derecho a guardar silencio, todo lo que diga puede ser utilizado en su contra.
—No me diga.
—Tiene derecho a un abogado. Si no dispone de uno, se le asignará un abogado de oficio.
—Claro que tengo, el mejor.
Fíjate que, en todas las interacciones, uno habla más que el otro, haciéndoles muy distinguibles.
Que no te dé miedo ser pesado escribiendo el "dice X", porque es un comentario rápido que el lector lee por encima y sólo le vale para saber quién está hablando. Sobre estas acotaciones, yo no me complicaría. Precisamente por ser comentarios rápidos, no pretendo ser artístico con ellas. Si siempre dices "dice X", con las variaciones esporádicas "me dice" o "está diciendo", le pondrás al lector muy fácil codificar estas acotaciones para que pueda pasarlas más por encima y esté más dentro de la historia. Si cambiamos el verbo continuamente "dijo X", "parloteó Y", "afinó Z", le vas a calentar la cabeza innecesariamente.
Recuerda que los diálogos son parte del audio de un libro, pero es importante narrar con todos los sentidos. Mientras dialogas, si sólo dialogas, estaremos perdiendo el resto de sentidos y el audio ambiental. Así que, cuando dos personajes conversen, no te olvides de narrar qué gestos hacen, el frío que hace, qué olor arrastra el aire, cómo suena el crepitar del fuego, las luces de la ciudad a lo lejos...
—Bueno —dice Fran—, he estado guardando algo especial para un día como este...
Fran rebusca entre su mochila. Una ráfaga de viento frío me quita la capucha, se mete por el cuello, y hasta la hoguera se debilitó por un segundo. Acerco la espalda un poco más a ella, y sus brillos naranjas iluminan el cristal de una botella entre sus manos. Temperatura, luz, acción.
—Un Rioja —dice Fran, orgulloso.
—¿Un Rioja es eso tan especial? —sonrío.
—Sí lo es. Fíjate en la añada.
Me acerca la botella a los ojos, porque no se ve con claridad. Mil novecientos sesenta y siete. Acción.
—El año de papá —digo.
Se me quebró la voz un poco en la última sílaba, pero carraspeo, para disimular. Sentimiento.
—Él nos llevo por primera vez a esta montaña —dice Fran.
—Le gustaba mucho venir aquí.
—Hubiera estado muy orgulloso de ti.
En la noche, el aleteo de los pájaros en las ramas y el crepitar del fuego acompañan las luces del pueblo, desordenadas en el valle de la montaña. Siento que los brillos están teñidos del color del aire frío, del aroma de los naranjos en flor que arrastra. Fran acaba de descorchar el tapón con un gesto brusco, y el primer sorbo se desparrama sobre sus botas. Sonido, luz, temperatura, olor, acción. Sentimiento.
—Si me voy, estaré lejos —digo.
Sirve el vino en dos vasos con un pulso perfecto. Ni siquiera castañetea. La posición de los personajes respecto a la situación, usando al frío como metáfora.
—Por tu nuevo comienzo —dice.
—No podré venir aquí.
—Volverás, algún día.
—¿Y si no lo hago? ¿Y si me enamoro, tengo hijos y no vuelvo a acampar aquí, contigo?
—Llevarás este lugar allá donde vayas —dice—. Por papá.
Brinda conmigo, después de darme el vaso. Lo bebo entero de un trago.
Uau, reconozco que me he venido arriba con el ejemplo. "Interrumpir" constantemente un diálogo con narración está fenomenal. Ten presente que, de cara a enfocar los diálogos, el narrador se convierte en una especie de cámara en la que hemos depositado nuestra atención. Lo digo porque, si están hablando de aquellos años felices en el instituto, o en la melancolía de saber que pronto dejarán atrás aquello que les recuerda a su padre, y en ese momento nos centramos en las luces lejanas, podemos intuir que el narrador intenta escudriñar las luces de su instituto entre el desenfocado brillante de la ciudad, o el narrador intenta que el desorden de luces reconforte su congoja. El orden en el que narremos los diálogos es muy importante, ¿y sabes para qué nos sirve también? Para no acotar.
¿Cóooomooo? ¿Que doy mi santísimo permiso a que a veces no se acote? Sí, pero asegúrate de que no pierdes a tus lectores. Precisamente, que al narrar se ponga una "cámara" en aquello que narramos nos ayuda mucho a fluir sin acotar muchos diálogos porque, si estamos hablando sobre la reacción de un personaje a algo e inmediatamente alguien habla y no se ha acotado, asumimos que ha sido el personaje que tiene la cámara sobre él.
Otra forma de hacerlo es en conversaciones de 2. Cuando los dos personajes tienen posturas claramente enfrentadas, estilos de hablar muy diferentes o un discurso muy disparejo (uno arremete con todo con frases largas y el otro contesta con dos palabras cada vez, como hemos visto antes), el lector no necesita acotaciones, sabe quién es quién en todo momento. Y, de hecho, si combinamos este truco con el narrador camareando al primer personaje que va a hablar, justo antes de que lo haga, ya somos dioses y nos vamos de cruceros con el dinero del talento mal pagado.
Enfrente de Ana, Pilar camina de un lado a otro, frenéticamente, pulsando sin parar el botón del bolígrafo. Establecemos la cámara sobre Pilar.
—Vale, Ana, escucha, tengo una idea. —Respira entrecortadamente y obviamente, Pilar—. ¿Y si me hago pasar por ti? ¿No?, no sé. ¿Y si, cuando me descubran, les digo que te conozco del club de ganchillo y que quise suplantarte porque estoy desesperada por un novio y me dijiste que habías quedado con un chico, así, ya sabes, en plan romántico?
—No va a funcionar.
—Pero ese mafioso no te conoce, ¿no? Quiero decir, no sabe cómo es tu cara, sólo sabe que eres rubia y con el pelo largo, y dónde vives.
Mientras camina, se muerde las uñas de una mano, mientras sigue pulsando el bolígrafo con la otra. Siempre la atención sobre Pilar.
—Yo podría conseguir una peluca rubia, ¿sabes? Y digo que eres tú e intento tirarle los trastos, al principio le puedo seguir el rollo, pero para cuando me pille, estarás lejos.
—No quiero.
—Que sí, tú escúchame, le tiraré una piedra a tu vecina la cotilla para que me cuele por la puerta de atrás, subo a tu piso, me visto con tu ropa y me pongo la peluca, y luego salgo por el portal principal como si nada.
—No te implicarás con ese tío ni de coña. Ana habla sin usar comas.
—Pero si finjo ser inocente a mí no me van a hacer nada, sólo te conozco de ganchillo, total...
—¡Ya está bien!
Por último, hablemos sobre las acotaciones. El estilo directo ocurre en las escenas, es decir, los momentos importantes, donde un segundo de lectura equivale a un segundo de tiempo transcurrido en la narración. Las acotaciones, aunque sean comentarios rápidos, ocupan algo menos de un segundo en leerse, por lo que hay que hacer balances. Hay que ponerlas sí o sí en una pausa, pero si la frase es larga y va sin pausas, como sería antinatural aclarar quién habla después de tanto, sugiero que el narrador diga que X personaje ha abierto la boca para hablar.
Guillem se recoloca las gafas y enciende la luz del flexo para mirar la fotografía. Álvaro coge aire para hablar. La siguiente frase no tiene pausas, así que preparo al lector para que sepa que va a hablar Álvaro, ya que la cámara no estaba sobre él.
—Lo que ha hecho Martín hoy en el ayuntamiento es lo más patético y vomitivo que he visto en mi vida.
—Entonces, dime —dice Guillem—. ¿Además de tomar la fotografía, has podido ver todo lo que ha hecho? Si están tan cerca, mejor acotar en el punto que en la coma.
Para terminar, decirte que si quieres acotar algo distinto a "dice X" entre dos frases, como por ejemplo "Bosteza, haciendo ruido", cuida bien el tiempo porque lo que lo alargues también lo alargarás en la espera, y podría quedar antinatural. Si es más que una frase corta como la que te he puesto de ejemplo, yo te recomiendo ponerla aparte, en narración, donde el tiempo también pasa 1:1 pero al menos no tenemos el estrés de que el personaje todavía aguanta el aire para seguir hablando. Acuérdate que una acotación larga es como una narración más, y si la narración es larguita, te es más fácil separarla y decir que X personaje sigue hablando.
El estilo directo es un mundo, un tema gordísimo dentro de la narración, por ser tan peculiar, por puntuarse raro, porque tiene sus propias reglas no escritas. Es donde la novela rompe su realidad y nos muestra más allá, saliendo de la mente del narrador pero entrando más en el mundo de la novela, si está bien hecho. Unos buenos diálogos, bien dirigidos y bien diferenciados, son la manera de que el lector conecte mejor con la escena y los personajes. Además de que, cuando se dice algo importante utilizando este estilo directo, da la sensación de que es todavía más importante. La clave, en mi opinión, es que te tomes tu tiempo y disfrutes de lo que cuentas, sin prisa, viviendo la escena, estando allí y contándole al lector todas las cosas que sientes. Verás que, así, los personajes cobran vida propia.
Uf, menudo taller más largo, ¿no? ¡Y me falta la segunda parte! No te preocupes. Pinchando aquí, cuando veas las letras rojas, irás derecho al siguiente capítulo, en el que hablaré del estilo indirecto, una forma de dialogar que, en realidad, está mezclada con la narración, por lo que es más fácil de pillar, pero más difícil de dominar. Y ya está. ¡Cómeme los huevos! Un besi de fresi.
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