Película: Spencer.

He visto a Batman, a Doctor Extraño, al Caballero Luna... y mira, el último sí me hizo gracia, pero estoy cansado. No es que vaya a romperme ahora y decir que no voy a reseñar más ninguna película de superhéroes, pero en este punto de mi vida estoy muy ocupado con muchos frentes abiertos y compromisos, y estoy saturado de tanto de lo mismo. No me pongo a dedicar largas miradas desesperadas al espejo y resoplar como hace Kristen Stewart en esta película, pero sí me siento bastante fatigado. A veces creo que me han domesticado, no como a Diana, a la que se la compara con un caballo frágil, pero indomable. Si hasta quería verla en el cine, y mira, la pereza. Pues me arrepiento.

Spencer es, a su manera, una película bonita. Digo lo de a su manera porque es muy inglesa, con clima inglés, la iluminación blanca y neblinosa de allí, el cielo sin vida... pero es bonita de ver. Está basada en la última Navidad de Diana de Gales con su nueva mierda de familia, así que para darle esa estética noventera, los colores son aún más pasteles de lo normal, desaturados pero intensos, no ya como si estuviésemos en la época, sino (a veces) como si lo estuviésemos viendo por la tele. Incluso está rodada en ese formato. Aunque quede algo artificial, agradezco que los actores y el decorado estén bien iluminados pese a la mierda de luz ambiente.

Y hablando así de ambientillo, la música. Muy jazz, muy presente en todo momento y, en muchas escenas, protagonista. Estoy bastante en contra de que nosotros nos percatemos tanto de una banda sonora que sólo debería estar para acompañar, pero hay tantos momentos largos sin diálogos que acabé hasta agradeciéndolo.

No quiero decir con esto que sea una peli aburrida, qué va. Bueno, es que a mí me flipan las pelis basadas en la vida de la gente, qué le voy a hacer, me da igual el género y es como una droga, El vicio del poder, Barry Seal, El discurso del rey... no sé si es porque más o menos pasó de verdad, o porque me molan los finales no demasiado felices, no sé, colega, no sé, me ponen to perro, pero de verdad que os recomiendo Spencer aunque sea por Kristen Stewart, que hace una actuación de locos. No sé si Diana se comportaba así, pero definitivamente parece otra persona de carne y hueso que va a salir de la pantalla a darme la mano. Mereció el Oscar.

Muy buen guión, también. Lo malo de basarte en la realidad es que es difícil establecer símbolos o trazar un tema claro sin perder realismo, todavía más difícil si sólo adaptamos 3 días en la vida de una persona, ¡pero qué coño! ¿Por qué no iba a perder realismo? ¡Si es lo que más me ha gustado! Es muy realista, sí, pero a la hora de establecer el tema y la simbología, se sale por momentos de la realidad rigurosa y pacta con nosotros que sí, que estamos viendo una película, así que no pasará nada si nos meten pasajes oníricos, o jugar con la "locura" de Diana para engañarnos. Eso está bien. Colocarnos dentro de una perspectiva humana e imperfecta hace que conectemos mejor con ella, empaticemos más y estemos más enganchados.

Lo que quería decir con todo eso es que, para haber adaptado sólo 3 días de la vida de Diana, les ha salido bastante redondo. Entiendes por qué lo han hecho así.

Pero los planos, ¿y los planos? Las fotos que acompañan esta reseña las he sacado de internet, porque Prime Video no me deja hacer capturas y no quiero descargarme la película sólo para poneros las imágenes que quiero, pero qué planos. Qué bien hechos, sobre todo el juego de los espejos, que será una tontería pero a mí siempre me convence, igual que con la serie Watchmen de HBO. Incluso los planos secuencia, otra cosa que a mí me vuelve loco, son muy simples, pero me siguen funcionando, porque la cámara arranca con fuerza o con suavidad dependiendo de las emociones que Kristen esté soportando en ese momento, básicamente soportando a la monarquía más anticuada y rancia del planeta.

Se está viendo el declive de la monarquía en los medios. Ni The Crown ni Spencer son amables con la corona, y es normal, que les jodan. Antes de internet, las poblaciones pensaban más o menos de la misma manera, porque se transmitían los unos a los otros la información, y todos tenían más o menos la misma realidad distorsionada. Los reyes, en aquel momento, eran una referencia a seguir, el eje del pensamiento de todos los ciudadanos, y en aquellos años, tenía sentido que existieran.

Internet ha dinamitado todo eso. La información la sacamos de medios de otros países, la cultura se dispersa y ahora podemos conectar más con alguien al que no vemos que con la gente de nuestro barrio. En un mundo como el nuestro, hoy, en el que podemos creer en algo sin importar dónde y cuándo se pensara así, en el que alimentamos nuestra pérsonal brandin pensando en nuestros seguidores de Arabia Saudí, la tradición no tiene sentido. O te importa el dinero, o la salud personal, pero, sea como sea, te importas a ti mismo. Internet ha roto el espacio y el tiempo, y es normal que ahora veamos como heroína a una persona indomable y libre. Indomable y libre, sí, hasta que una mañana...