¡No digas "este agua", burro!
Muy buenos días, tardes y noches, mi azucarito de cristal, mi flor de cielo, mi querubín. Después de muchos días sin escribir na y menos, es hora de calentar esas manos haciendo movimientos firmes, repetitivos y estimulantes en el teclado, de forma que empapemos nuestros cerebros con actividad y energía y así podamos penetrar poco a poco en una parte tabú de nuestra cultura, el lenguaje. Por eso, aunque la entrada de hoy será corta, empezaré poco a poco para poder acelerar más y más hasta un clímax satisfactorio de conocimiento y crecimiento personal. Nos vamos a poner bien pringosos de algo casi prohibido: hablar bien el español. Vale, empecemos por lo más básico. En español tenemos nombres masculinos, como pollo, que se refiere a una de las aves estas que ponen huevos, el pollo, un pollo, este pollo, y también tenemos nombres femeninos, como polla, para describir a un ave similar a un pato de color generalmente oscuro y patas bien feotas, la polla, una polla, esta buena polla. C