MATONES.
No cuento esto para que sea un baño de lágrimas, sino para que tengas un ejemplo vivo de cómo era ser acosado en el colegio. Según su perspectiva, no me hacían daño, pero sabían que lo que hacían estaba mal, porque cuando mi padre estaba delante callaban o sólo lo susurraban. No me tenían ninguna tirria especial, porque más de una vez les escuché reflexionar sobre por qué me decían esas barbaridades, y su conclusión era, simplemente, porque todos lo hacían.
Que nadie te engañe: ignorar a los matones no sirve de nada. No van a callar y no van a irse cuando se cansen, porque aunque podrían aburrirse, no lo harán si la persona a la que vejan es una idea: no es que maltrates a una persona, sino a uno de los pringados del colegio (no era el único). Obviamente has de decirle cosas, es el pringado, todos lo hacen, ¿y por qué iba a estar mal si todos lo hacen? Es lo que hay, así son las cosas, y ese chico, a lo mejor, debería haber probado a no ser tan pringado o dedicarse a otra cosa.
No cambié de instituto, no sé si por cabezonería o porque tenía miedo de que me pasara lo mismo allí, pero, en el fondo, creo que quería ganar. Quería ganarles, pero siguiendo los consejos de mis padres, que me decían que era mejor que ellos, que debía pasar de ellos, y, de vez en cuando, dejarles mal con alguna respuesta, no iba a ninguna parte. Repito, ignorar al matón o dejarle en evidencia no sirve, sólo puede justificar que se siga haciendo al no haber un efecto palpable, y dejarle mal con una respuesta, siendo el puto pringado el que les ha dejado mal... no lo dejarán ahí.
Tampoco sirve la confrontación. Uno de los más machotes del cole, que me llamaba Carapato porque hablamos de los últimos años, bien bravo él, se enfrentó de repente a un desafío que no esperaba. Una mañana en la que él me llamó Carapato, lo rutinario, yo, que no solía responder, le llamé Mono, o Caramono, no me acuerdo. No lo hice con rabia, simplemente seguí su misma lógica y, ya que tenía hombros anchos, no demasiada altura, cuello cortísimo y rasgos de cara simiescos, le llamé lo que parecía. El tío no me pegó ni se enfadó, qué va, no dijo nada, y podría haberse puesto violento. Simplemente, después de que pasara lo mismo 3 veces, se me acercó y me preguntó por qué le decía eso, realmente confundido. Me pidió que no se lo dijera más, y yo le dije que lo haría a cambio de que él parara. Sí paró el insulto, pero no la actitud, y aunque esto parezca una victoria, la verdad es que jugué con fuego para no conseguir mucho.
Y es que, cuando hablo de confrontar, me refiero a bajar al barro a usar sus mismas herramientas. Verás, estarás conmigo en que, después de tantos años, sé reconocer a un acosador cuando le veo, y por suerte, tras mucho pensar y mucho observar, puedo comprenderles bien. Mirad lo que pasó con Pedro Sánchez. En el momento en el que subió al poder tras conseguir la primera moción de censura de la democracia, fue un Felón. Cuando pactó con Podemos, fue el Comunista. En pandemia, el Sepulturero, algo irónico después de descubrir la gestión de las residencias de Ayuso. Desde que formó Gobierno en 2023 contra todo pronóstico, es el Dictador, Tirano, Hipócrita, Culo Roto, narcisista, hijo de puta (Me gusta la fruta), Filoetarra y, mi favorito y que se ha convertido en apodo cariñoso, El Perro. Años y años de mirar al otro lado y colocar la otra mejilla, sin insultos por su parte. Y ahora que llega Óscar Puente y les contesta, ni siquiera rebajándose a su nivel, como mucho, imitando varios de sus eslóganes, se vuelven todavía más turbados. ¡Mira lo que hace ese hombre! ¡Qué poca clase tiene!
Mira, yo voto a las izquierdas porque quiero que el pobre viva mejor y el rico reparta más de lo que tiene. Esto es porque, en el fondo de mi corazón, pienso que todos los hombres son iguales en derecho y dignidad (no en ganas de trabajar ni talento), y ese principio me lleva a ser republicano y algunas otras cosas, como antitaurino, porque traslado el ideal de dignidad también a todos los seres vivos. Hay que tratar bien el planeta, porque sólo nos merecemos las cosas que tratamos con respeto.
Digo lo de arriba no porque tenga que ver con el acoso, sino porque obviamente me gusta que Sánchez esté gobernando, pero hace muchos años, de hecho, en los comienzos de este blog, cuando todavía gobernaba el PP, y sabiendo que era un corrupto, he defendido a M.Rajoy de los matones de la izquierda cuando decían tonterías.
Lo primero es lo primero: libertad y dignidad, por encima de la política. No estoy de acuerdo con la derecha en nada, pero si un acosador aparece, defenderé al acosado sea de la ideología que sea, y yo defendí a la derecha de cosas que, si bien no estaba de acuerdo, no eran estúpidas. Yo defendí a Monasterio en twitter hace un par de años, cuando dio un discurso fascista (o racista, ya no sé), y no la culpé a ella porque tiene libertad de expresión, sino a la gente que aplaudía abajo; y también defendí a Trump cuando fue elegido porque sólo podemos juzgar los actos de una persona. Pero lo que he observado desde hace 6 años hasta aquí es demasiado. Pensaba que derecha e izquierda eran dos fuerzas que necesitan balancearse y regularse la una a la otra, pero, tras el espectáculo que fue la anterior legislatura y el acoso, los bulos y los alarmantemente próximos gestos de puro fascismo y mafia que estamos viendo este año, lo que pienso es que la derecha, la verdadera derecha, formada por 200 familias adineradas y apoderadas, ha extendido una cultura de servilismo y borreguismo que se ha convertido en un cáncer en la sociedad.
Porque una cosa es insultar a una persona, y otra es convencer a tus amigos para que lo hagan, y como varios lo hacen, más se unen, y al final, todo el colegio se reúne para maltratar al mismo tipo. Así es como funciona el acoso.
Después de 6 años con Pedro aguantando el tipo, y con los escándalos probados del enriquecimiento de toda la familia de Ayuso y lo último, haber estado ella viviendo a sabiendas en un dúplex pagado con dinero ilegal, ahora se admite a trámite una denuncia contra la esposa de Sánchez basada en recortes de periódico, algo que no está permitido hacer y que ya se desestimó contra el rey emérito. Casualmente, el juez que admitió la denuncia es padre de una concejala del PP cuya alcaldesa fue vicepresidenta de Ayuso. ¿Vemos el cauce del río? ¿Tenemos o no tenemos reciente el caso de Mónica Oltra, que fue acusada de ayudar al acosador sexual de una menor y todos los medios le tiraron una mierda que la borró del mapa, para ser todo mentira?
No confundas mis intenciones y pienses que comento mi caso de acoso para ablandar corazones y lo mezclo con política para adoctrinar, porque no quiero que le votes, lo que quiero es que pienses, algo irónico, porque leer hasta aquí ya significa que piensas, y los borregos ya habrán dejado la lectura desde mitad del primer párrafo. No quiero que apoyes a Sánchez, quiero que entiendas que no se puede hacer una campaña de desprestigio, acoso e insulto inédita por su gravedad, y ahora que el Presidente se plantea si continuar, se burlen de él.
Déjame decirte cómo funciona la mente de los matones de patio de colegio. Son personas que no han formado un criterio propio, y eso se sabe fácil porque alguien que tiene criterio propio, por más que todo el mundo se comporte de forma violenta, sabe que lo que hacen es violento. Ellos no, ellos hacen lo que hacen todos, y lo hacen fácil, porque no piensan que se están dirigiendo a una persona, sino a una idea. No es que tengan por huevos manía a esa persona, sino que tienen manía a lo que representa, por el motivo que sea. Puede que haga algo que les chirríe, puede que simplemente sea un blanco fácil con el que soltar las frustraciones, o las dos.
Los matones no son conscientes de que están torturando. Para ellos es un juego o una cuestión de principios, porque sólo es una pequeña travesura o el de enfrente es un rival político con ideas peligrosas que ha de caer. Sea como sea, el sentimiento que desprende el acoso es el del miedo, la envidia y el odio, los 3 a la vez, en un porcentaje distinto para cada caso y acosador. Obviamente tienen miedo de Sánchez porque está haciendo lo que nadie hasta ahora estaba haciendo, le tienen odio, porque es el enemigo comprometido a quitarles riqueza e influencia, y le tienen envidia, porque, contra todo pronóstico, está ocupando la Moncloa.
Sobre la campaña de deslegitimación, sólo comentaré que es para ayudar al ciudadano sin criterio propio a formarle una opinión polarizada, y sobre los bulos y el untamiento de dinero a medios de comunicación sólo diré que es tema peligroso, pero para otro momento. Básicamente, acusan a Sánchez de la escalada de odio que se vive en el país, ya que para ellos, es él el origen de todo, ya que él, con sus acciones que odian, les fuerzan a ser acosadores, y "si te pego, es porque te quiero y me obligas". Con bulos que sólo se dan en su lado e insultos que sólo la derecha reparte a ese nivel, tienen a España con más ganas de otra guerra civil que nunca. Porque ese es otro puto problema. Sánchez y su Gobierno no están solos, sino que tienen a media España a su favor, media España que ahora es también el puto enemigo. Y conforme aumenta la agresividad, los que están a favor de Sánchez o ven con pavor (y criterio) lo que está pasando, se mueven inevitablemente a su bando, porque no estar con los matones es comunismo y tiranía, según ellos, claro.
El tema es peligroso, y lo es, más que nada, porque el acosador no sabe cuánto de mal lo está haciendo, y yo lo sé de buena tinta. Yo tragué 9 años de acoso, pero no soy el bueno ni el pobrecito de la historia. Persistí en el colegio, en contra de mi felicidad y mi autoestima, para acabar dándole la vuelta a la tortilla el último año y lograr que se me respetara como ser humano, haciendo ver a los matones que era uno más como ellos, y al ser uno más, no podían atacarme. Durante todo ese tiempo, me atacaron porque era distinto, y, según esa lógica, se ataca lo distinto porque sólo como es uno, o el grupo, es como está bien. Pero yo, ¿superé el acoso y el dolor? No. Tiempo después, cuando tenía 17, bajé durante 5 madrugadas en casa de mis abuelos para sacar de la jaula a su canario y jugar con él. Le vi débil, frágil, temeroso. Un blanco fácil, por lo que fuera.
Me hechicé. Subí el volumen de la violencia en mis juegos, al punto de llegar al maltrato durante 3 noches, y no me di cuenta, hasta que me mordió, le estrellé contra el suelo y le hice sangre. Le curé. Me arrepentí. Qué cojones, me derrumbé. Le pedí disculpas mil veces. Eso no impidió que, a la mañana siguiente, hiciese un agujero empujando los barrotes y huyera de casa, provocando, así, su muerte. Yo maté al canario de mis abuelos. La víctima de acoso se convirtió en el matón que le acosó hasta hundirle, algo que cargaré con ello siempre. No lo supe hasta que fue tarde. Por eso entiendo cómo el acoso es algo cultural que se transmite soportándolo o normalizándolo.
Paremos. Sánchez necesita parar porque es humano, y el hecho de que esté en esta tesitura no habla de su debilidad, no después de afrontar la pandemia, la crisis de Ucrania y la de Israel, otro acosado al que le dijeron que era mejor que sus acosadores durante tantos años que ahora, con el mismo dolor heredado, ha generado también un caso gravísimo de prepotencia y deshumanización. El mismo Israel, por cierto, que Ayuso, Aznar y Feijóo apoyan. Los mismos que ahora, bien por miedo, por envidia u odio, sacuden a Sánchez más que nunca en sus horas bajas.
Si el Presidente del Gobierno dimite, alguien del PSOE, probablemente María Jesús Montero, ocupe su lugar, sea respaldada por los mismos y todo siga adelante igualmente, pero, ¿y el precedente? Si Pedro dimite, estaremos enseñando a los acosadores que su estrategia funciona con la persona "más poderosa" de España. Antes he comentado que salí del acoso cuando esos mediocres vieron que era igual que ellos, pero eso no me sirvió para superarlo, ni creo que en este caso tenga sentido. Tampoco vale contestar como hace Óscar Puente, ni poner la otra mejilla. ¿Qué falta, entonces? Lo opuesto a todo esto: demostrar a los matones que lo normal no es ser como ellos, y que, al margen de cualquier ideología, les haremos frente, sin agresividad, ni concesiones.
Tengamos libertad para hacer lo que nos hace felices, siempre que respetemos la dignidad del resto. Demostremos a los matones que, igual que Israel, su complejo de superioridad no nos tapa lo evidente: que son pequeños, que son mediocres y que están resentidos por ello. Aguanta, Pedro.
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