Serie: Arcane, temporada 2.
Reseña sin espóilers.
Gran parte de toda la magia que rodea al título, y lo que hace que esta anomalía sea tan grande, es que esta segunda temporada es la última. No estiran chicle, quieren contar algo muy concreto y moverse a otras partes del universo de League of Legends, lo que también hace que el hecho de tener que escribir un final en 9 capítulos les constriña un poco, porque aquí la apuesta se sube, y los frentes que han de cerrarse son muchos.
Sí, una tercera temporada o un par de capítulos más hubieran venido bien para dejar respirar las cosas que ocurren, pero teniendo en cuenta que el punto "débil" de la anterior temporada era el guión, si los hechos van a avanzar deprisa pero avanzan así, me va a parecer perfecto, porque el guión está bien, es refinado, los personajes actúan de forma coherente en todo momento y el final es jodidamente redondo. Realmente han aumentado la profundidad emocional, y los paralelismos no ayudan a que cada vez que termino un capítulo entro en una crisis existencial y necesito mirar a la nada durante 15 minutos.
Creo que me empiezas a entender, cuando hablo sobre esta intensidad de sentimientos en una serie tan corta, que estamos realmente ante una anomalía. Las productoras normalmente no gastan tanto dinero para asegurarse de que todos los plazos se cumplen a tiempo y todos los apartados tengan la máxima calidad, y aquí notas cada céntimo que se han gastado.
Gran parte de la fama de League of Legends vino a raíz de sus cinemáticas de presentación de personajes y de sus videoclips, siendo el primero, curiosamente, Get Jinxed, la presentación de Jinx de manos del estudio Fortiche, quienes nos han traído 11 años después esta pedazo de serie. Esa esencia de videoclip transpiró a la primera temporada y aquí se ha subido la apuesta, duplicando las canciones originales y los montajes de videoclip que nos resumen algunos momentos de la historia. Todos son buenos y artísticos, aunque temo que esto se potencie en futuros proyectos y acaben siendo un escaparate de videoclips.
Pero vamos a hablar del culo gigante de elefante que está aquí con nosotros: la animación. No hace falta que me centre en su estilo 3D con textura 2D y con múltiples efectos animados a mano o proezas que consiguiera la primera temporada, sino que voy a pedirte que te fijes, cuando la veas, en la multitud de estilos que coexisten al mismo tiempo. Cómo, para plasmar una emoción o hacer que sientas la temperatura de un momento no te lo dicen o esperan que te metas tú, sino que cambian a la acuarela, al carboncillo, cambian el número de imágenes por segundo y llenan de detalles cada plano.
Y la dirección artística. ¿Qué te crees, que es fácil poner unas imágenes preciosas sabiendo que las todavía más preciosas no puedo ponerlas por no espoilear nada? Disfruto mucho de la animación, y cuando un título ha puesto tanto empeño en ser tan bonito, siento agradecimiento, y voy a querer volver a verlo muchas veces, sólo por los planos, que luego, de esas escenas en las que sigo llorando por más veces que me las ponga, ya es otra historia.
Si Riot va a querer seguir con más proyectos que cuenten historias valientes y va a invertir tanto mimo en su animación, no va a necesitar actores reales y pantalla verde nunca, y si Fortiche va a seguir exigiéndose siempre el máximo y luchando por superarse poco a poco, voy a estar en la primera fila todas las veces. Arcane ha sido una anomalía que no debería haber existido, y dentro de décadas, todavía hablaremos de ella. Besis arcanis.
Comentarios
Publicar un comentario