Película: La Noche de Halloween (2018)


Tenía curiosidad por ver esta película. No vi un solo tráiler, pero los pósters me indicaban que la producción tenía cierta calidad, y que la historia podría tener peso. Además, las secuelas-relanzamientos son una de mis debilidades. Te cuento: una secuela-relanzamiento es una historia que, aunque es completamente secuela de otra, puede verse sin haber visto nada anterior. Se suele hacer, además, cuando hace muchos años que no se hace nada sobre esa saga, y en lugar de rehacerla, cosa que es vaga a más no poder, deciden dar un nuevo giro a la historia.

Cuando vi la animación del logo de Blumhouse en el pleno comienzo, respiré más tranquilo, porque Blumhouse es una productora especializada en películas de terror y miedo, y aunque no han sacado ninguna obra maestra, todas sus películas tienen cierto estándar de calidad. Así que me entregué a todo lo que la película tuviera que darme.


Antes de empezar, debo aclarar dos cosas. La primera, que no va a haber espóilers en esta reseña, más que nada porque está en el cine y quiero aprovechar para que, quien no la haya visto y le guste lo que diga, pueda ir a verla tranquilamente. Y la segunda... bueno.

La segunda es que no he visto ninguna película de la saga de Halloween. No sé si solo hay una más, a parte de esta, o hay más, no lo sé, y no quiero saberlo hasta después de haber escrito esto. Ser completamente nuevo a la hora de ver una secuela-relanzamiento tiene sus desventajas, pero también tiene cosas buenas, y ya que soy nuevo, quiero ser nuevo del todo, y juzgarla de forma aislada al resto de la saga. Total, las referencias nunca me han gustado.


Dicho esto, comensemos, wey. No me voy a poner terrorífico, ¿eh? Hoy me apetece escribir de tranquis. Y ¿sabes qué? Mejor. Porque...

Esta peli no es de terror.


Un hombre desconocido hablando por la noche en la radio, mientras hacía un viaje largo en coche, me iluminó acerca de la diferencia entre terror y miedo. Él decía que 'Dead Space' empieza siendo un videojuego de terror, pero cerca de la mitad del juego pasa a ser simplemente uno de acción con toques de miedo. Decía que el terror es un estado de paranoia, en el que hay claros signos de que hay una amenaza, pero no sabes determinar qué amenaza es la que te rodea. Un ejemplo perfecto de terror es 'El grito', de Munch.


No analices este cuadro, limítate a decirme qué es lo que te inspira, con una o dos palabras basta. ¿Lo tienes? A cada uno le inspira una cosa, pero por lo general son emociones negativas. Estrés, ansiedad, tristeza, miedo... y a mí me inspira terror. Fíjate en el cielo. Es naranja, podría ser un atardecer, pero aun así es muy diferente al cielo azul al que estamos acostumbrados. Además, está torcido, como si la línea del horizonte se hubiese doblado, y no podemos saber si lo que hay al fondo son montañas. Debido a que están en algo parecido a un barco, juraría que están en el mar, y sin embargo, veo las manchas claras a la izquierda y a la derecha y ya no sé si eso es tierra firme o el mar... más bien parece agua. Entonces, ¿están en tierra firme? No lo tengo nada claro. Para colmo, las únicas líneas rectas en todo el cuadro nos señalan dos figuras a la izquierda, que casi ni salen y ni de coña se reconocen, dos figuras que, por algún motivo, me resultan amenazantes. Y para colmo, el ser que está experimentando la paranoia que siento yo ahora mismo, no parece humano, está en un valle inquietante raro.

Cuando veo el cuadro, no me siento seguro, no tengo ningún apoyo donde volcar mi empatía, y poder tener al menos una certeza. Porque al igual que en los videojuegos, en este cuadro el protagonista siento que soy yo.


Las películas no funcionan así. Siempre quitaremos un elemento de terror porque lo normal es que haya un personaje que sí nos represente y sea una certeza, una seguridad a la que cogernos. Hay bastantes pelis de terror, y en su momento recomendé 'La Cuarta Fase', cuando por aquel entonces lo llamaba "terror húmedo". Bien, pues ese "terror seco" no es terror, sino miedo. Y es de lo que va esta película. Es una peli de miedo.

Eso es porque los personajes buenos son un valor seguro al que aferrarnos. Michael Myers es la figura a la que temer, porque quiere matar todo lo que se le cruce, y todas las posibles víctimas son buenos automáticamente. Cuanto más protagonistas, más. Son nuestros valores seguros, gente que, nos caiga más bien o más mal, no pensamos que merezcan morir de forma brutal. Y si huyen, huyen de Myers. No hay estado de paranoia, simplemente hay una amenaza solitaria muy característica de la que tenemos que huir. Tenemos miedo, no paranoia. No es una historia de terror.

Sobre la historia y sus personajes.


He de decir que todos los actores en esta peli lo hacen especialmente bien. A veces el guión trata peor a un personaje, pero es algo que puede pasar en las películas de miedo, porque ya sabes, tanto en comedia como en miedo hay que distorsionar la realidad. Todos lo hacen bien, sí, pero sobre todo Jamie Lee Curtis y Judy Greer. Sublimes. Personajes algo desperdiciados, en mi opinión, pero bueno, como todos.

Uno de los dos problemas grandes que tiene esta película es que no utiliza a sus personajes. No es precisamente una historia guiada por ellos, por eso se sienten como entes pasivos en su propia historia. ¿Vive? Da igual. ¿Muere? Da igual. Los dos únicos que son activos tampoco es que cambien demasiado el panorama, porque esta es una historia guiada por el guión, más que otra cosa. No es redonda, y cuando digo redonda, digo que tiene sentido total. Esta es una historia más cínica, que transmite que nada de lo que hagamos es trascendente, por eso, cuando se anticipa algo, no necesariamente se va a concluir ese algo.


Y esta filosofía nos lleva al final, que no me gustó. Fue, de hecho, lo único de toda la pieza que de verdad no me gustó. Obviamente no voy a contarlo, pero quien la haya visto estoy seguro de que sabrá por qué.

El único personaje que pienso que está tratado como corresponde es el de Myers, con la presencia justa, el misterio justo. Además, la película hace una reflexión sobre la mente de un ser tan loco, o tan malvado como él, y sobre todo, su identidad. Pienso que aquí el director hizo un muy buen trabajo.

Eso, eso, ¿y qué tal la dirección y esas cosas?


Debo decir que bastante bien. Mi favorito fue el tío de fotografía, que, si no me equivoco, utilizó dos filtros muy diferentes para distinguir mejor el día de la noche. La dirección está guay, ya sabes lo que pienso sobre su filosofía cínica con sus personajes, pero creo que el resto de elementos funcionan.

Sin embargo, hay uno que me reventó mucho. Verás. En una historia de miedo, anticipar el susto y resolverlo es muy importante. Si anticipas bien, da miedo, y si resuelves bien, metes el canguelo en el cuerpo como toca. Aquí, la anticipación es sublime, no tengo nada que decir. Es pesada, lenta, la construye poco a poco junto con la música... sabe tomarse su tiempo, y eso es algo que agradezco mucho. Peeeeeeero, pero la resolución a veces es mala a doler, como un sartenazo.


¿Recuerdas mi taller sobre cómo utilizar correctamente la expectativa? Después de un año, estoy seguro de que lo releo y cambiaría cosas, pero hay una que mantengo. A veces, es bueno que la tensión que crece se resuelva con una falsa alarma. Esto genera un estado de incertidumbre. El problema es UNO, cuando se utiliza muchas veces seguidas, y DOS, cuando la tensión que crece, simplemente, no se resuelve.

La peli comete los dos fallos en la primera mitad de la película, y lo que más me revienta es que todos son por culpa de los efectos de sonido. Me gusta que a veces haya falsas alarmas, y no me hace mucha gracia que se utilice demasiado cuando aún no hay peligro, pero que encima resuelvan esa tensión con un sonido amplificado, me revienta. Es como... ¿qué pretendes conseguir? ¿Que me asuste solo por una puerta que se abre más fuerte de lo normal? Y otras veces, la música empieza a crecer, te rodea la tensión por todos lados, piensas que va a pasar algo, y de pronto, la escena cambia a otra. Ni siquiera acaban la escena anterior, nada, lo dejan a medias. Te dejan con el culo torcido, con un montón de tensión gaseosa que no has podido soltar. Así que durante las tres siguientes escenas te limitas a tirarte pedos en la película.


No me malinterpretes, que me esté quejando no significa que haya detestado eso. Simplemente, no me parece correcto. Igual que te digo esto, también te digo que la segunda mitad está mucho más acertada con el tema de la tensión, e incluso hay una escena plano secuencia (muy larga) a mitad de peli, por la noche en el vecindario, que me parece brutal, sublime y maravillosa.

Bueno, también es que yo soy megaultra fan de los planos secuencia.

Acabando.


Como habrás deducido, no me parece una obra tan grande como lo fue 'It', que manejaba bien tanto el terror como el miedo, y encima te hacía reír, te hacía preocuparte por los personajes, y daba la sensación de que ellos manejaban la trama. Mi escena favorita de 'It' fue la del lago, porque nos da una pausa entre tanto susto, y conocemos mejor a los chavales.

No creo que sea justo comparar esas dos porque sus rollos son muy diferentes, pero al final, he echado de menos esa sensación de que los personajes importan. Al final, cuando se encienden las luces y me tengo que ir de la sala, siento que he pasado un buen rato, pero de alguna manera... tengo una extraña sensación de vacío.

Hasta aquí, por ahora. Un besi de fresi tan grande como el moderfaquin Michael Myers, y tan cariñoso como todas las temporadas de 'My Little Pony'. Nos vemos pronto, cuando pueda, a ver si es este miércoles. ¡Chaaaaooooo!

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