¿Escritor brújula o escritor mapa?
En fin, el tema de hoy es un debate que me hubiera gustado no tener nunca, pero es algo de lo que se habla recurrentemente en los círculos de escritores no profesionales, como yo, y me gustaría escribir sobre esto para acallarlo en mi cabeza, al menos, y con suerte, al pobre pibe del que haya entrado aquí por error y esté leyendo. A ver, yo a los escritores profesionales no tengo nada que decirles, al final cada uno tiene su método, y si les sirve para sacar libros anualmente y de muy buena calidad, no soy quién para decirles lo que está bien y lo que no, pero como digo, éste es un debate que se tiene en los círculos de escritores aficionados, y por un motivo. El motivo es la falta de experiencia.
Pero que alguien le dé un mapa, por dios, que la va a palmar y no va a terminar. |
Por si no sabes qué es un escritor brújula y un escritor mapa, deja que te lo resuma de forma rápida y simple, claramente la mejor forma de resumir: el brújula sabe siempre dónde está el norte y el mapa dibuja un mapa y se lo enseña a su mamá. Que nooooo que has picadoooo uuuuh, ¿te la he colau, eh? El escritor brújula escribe según le lleva el viento un poco en un ejercicio de improvisación y descubrimiento, mientras que el escritor mapa va punto por punto sin salirse del guión que ha creado previamente. ¿Resumen simplista, burdo o no adecuado a la realidad? Por supuesto, pero así son también esos términos. Nadie es realmente brújula o mapa a la hora de escribir, pero si tuviera que elegir uno, el mapa es claramente superior, con matices. Este taller te explica por qué.
Hace ya unos años, cuando no tenía trabajo y estaba superando una ruptura sangrante, escribí una novela de 800 páginas como escritor brújula. Un año después de terminarla, ahora con trabajo y poco tiempo para poder escribir, me puse a escribir su secuela de 750 páginas como escritor mapa. Al margen de las obvias mejoras que podía tener de un proyecto al siguiente, y teniendo en cuenta que a los dos proyectos les dediqué el mismo tiempo de corrección (importante), el resultado de la secuela fue mucho más cohesionado, más satisfactorio y, lo más importante de todo, más enganchante, debido a que los elementos de suspense fueron estudiados de antemano y distribuidos estratégicamente, por lo que el ratio de abandono fue menor. Y esto es porque ser escritor mapa requiere de tener mucho más controlados todos los aspectos, la mente centrada en la línea de meta, y, sobre todo, una mayor planificación, algo que necesitaba debido al poco tiempo que podía dedicarle. Ahora veamos cada tipo por separado.
Ventajas de la brújula.
Y una pregunta muy pertinente sería por qué voy a escribir las bondades de ser brújula si el mapa es lo realmente bueno, pero precisamente porque soy mapa y sé a dónde quiero ir, es importante.
Historia de personajes. Verás, los escritores brújula le dedican muchísimo menos tiempo a la preparación de sus obras, pero tienden a centrarse, de una forma casi obsesiva, en los personajes. Esto hace que se suelan distraer del foco principal y justifiquen escenas, capítulos o incluso subtramas enteras que no aportan nada a la historia principal pero cuentan sobre el pasado, los gustos o los romances de sus personajes. Esto hace que, cuando no se exceden con la masturbación (tanto erótica como no) de esos personajes, y cuando no arreglan la trama a parches porque se les ha ido de las manos, queden unas historias lindas conducidas por las ambiciones y miedos de sus participantes, y no "porque debe ocurrir".
Improvisación. El escritor brújula continúa la historia por donde siente que la debe continuar. Cuando yo escribí mi primera novela completa como un brújula, por supuesto que sabía cómo quería que acabara, y sabía varias cosas que quería que pasaran, pero había una barbaridad de huecos, no porque yo quisiera, sino porque me faltaba experiencia de preparación, ya que al final, preparar significa tapar de antemano los errores que ya tuviste en el pasado. Varios de esos huecos quedaron como segmentos que sobraron, porque me di cuenta, ya escribiendo, que ir del punto A al punto B necesitaba más justificación de la que creía, justificación que, con una buena preparación, hubiera podido comprimir. Pero otros huecos se rellenaron con momentos de inspiración que generaron, diría yo, las escenas más memorables del libro. No pretendía que cerca del final el villano se emborrachara, se hundiera y confesara sus miedos a una de las protagonistas, porque en teoría no era con ese personaje con el que debía conectar, pero todo salió de pronto y generó la mejor escena del libro. Los que escriben brújula escriben mucha paja, pero de vez en cuando, aparecen auténticas joyas.
Y las ventajas acabarían aquí. Al final, los escritores que escriben como brújulas de forma voluntaria, sobre todo sabiendo que una brújula no escribe sino que mueve una flecha así y asá sin sentido, van dando trompicones en su obra, a veces haciendo que dure mucho más de lo que debería o dando detalles que no van a ninguna parte, por no ir con la planificación adecuada. Esto hace que luego el trabajo de corrección sea mucho más pesado, porque no hay que corregir cositas, sino borrar o añadir capítulos enteros. Yo no sabía cuántos capítulos tendría mi primera novela, ni siquiera aproximadamente, y había 4 narradores de los que a veces cambiaba entre ellos 3 ó 4 veces en el mismo capítulo, y eso tampoco puede ser. Todo eso no quita que las dos ventajas que hay arriba sean muy potentes.
Google Maps.
Planificación: la escaleta. Lo que para un brújula es una idea inicial e ir tirando, el mapa la desarrolla y la rumia hasta que tiene algo sólido. Normalmente, el principio y el final son las cosas más básicas, pero qué personajes aparecerán, qué temas se contarán, de qué manera, y los símbolos que se utilizarán, es algo que un escritor ha de tener claro antes de empezar. Gracias a toda esta unión de elementos, se puede crear ✨la escaleta✨. Que le follen a los perros, la mejor amiga de un escritor es esta escaleta, que es una lista de todos los hechos puestos uno detrás de otro, para que no nos olvidemos de nada ni perdamos el rumbo. Si hay más narradores, podemos hacer más escaletas y luego ver cómo las alternamos.
Yo iría incluso más allá. Para la novela secuela no hice una escaleta, sino una Planificación de Contenido, así, en mayúsculas, que hablaba de los temas de los diferentes personajes, el desarrollo de cada uno de ellos, las diferentes culturas y cómo encajaban en el tema, los paisajes en los que iba a basarme para escribir y toda la información sobre ellos, y dibujé con Paint un... mapa (y se lo enseñé a mi mamá), un mapa que, por cierto, me permitió ver cuándo algunos personajes se teletransportaban de una localización a otra, y los que hayan acabado Juego de Tronos entenderán de su importancia. La idea era consultar todo de vez en cuando para comprobar que no me saltaba nada, y lo imprimí para llenarlo (LLENARLO) de correcciones, cambios y anotaciones.
Investigación. Las novelas que de verdad merecen la pena tienen un trabajo de investigación importante. Tanto si escribes sobre la España de la posguerra o sobre tu mundo de fantasía medieval genérico, necesitas muchísima investigación. ¿Que no? ¿Acaso un mundo de fantasía no necesita una economía sostenible, o el imperio genérico no necesita una estructura de organización y no debe ser práctico en algún sentido para que las diferentes naciones no quieran independizarse? ¿Cuáles fueron las costumbres monárquicas del mundo real, para poder basarnos en ellas, ya que todos los mundos genéricos de fantasía las tienen? Si quieres que tu mundo se pueda tocar, antes hay que informarse de un montonazo de cosas, y cuanto más planifiques, investigarás cosas más concretas.
No se van por las ramas. El escritor mapa ha venido a hablar de su libro. Llegará, saludará, pondrá los zapatos encima de la mesa como hace todo el mundo, escribirá lo justo y necesario y se irá. No quiere decir que todas las escenas que ocurra tengan que ser sobre la trama, porque a veces harán falta escenas y conversaciones que empujen poquito a poco a los personajes a su evolución, pero sí, al final la evolución de los personajes es parte de la trama. Además, como van a tiro hecho, tienen el final en mente y pueden prepararlo con antelación, por lo que todo se sentirá unificado y satisfactorio antes incluso de la primera corrección.
Tienen los genitales enormes. En serio, es de locos.
Separación de las tareas. Un escritor brújula verá dónde le lleva el viento y cuando se vea en cierta tesitura, se pondrá a investigar sobre esa cierta cosa porque no lo sabe, y cuando termine y le toque corregir, verá que tiene que escribir capítulos enteros para que todo tenga cohesión y sentido. ¿Quieres un consejo? Cuando escribas, escribe, cuando corrijas, corrige, y cuando investigues, finge que investigas, pero no mezcles, porque sobrecarga el cerebro. Ir embalado escribiendo y darte cuenta que no sabes lo suficiente sobre lo que ibas a escribir es un gatillazo importante.
Hasta aquí las ventajas de un escritor mapa, pero joli fáquin shit, si casi las tiene todas. Básicamente, ser escritor mapa es más fácil, más económico a nivel de tiempo y energía, y te permite escribir aunque no estés inspirado porque sabes de lo que quieres hablar y ya corregirás después. Tu historia estará cohesionada y tu final podrá empezar a prepararse desde el mismo principio de la obra. La improvisación y el descubrimiento están bien para jugar a rol, pero a la hora de escribir, me dejo esa improvisación y descubrimiento cuando armo la historia en el taller antes de crear la escaleta.
Pero.
Resulta que había dos ventajas en el modo brujulesco que estaban muy bien, ¿verdad? Ya dije que el debate entre brújula y mapa era simplista y absurdo porque ningún escritor de calidad es sólo una de las dos cosas. No concibo a un profesional sin una escaleta, pero tampoco le concibo habiendo planificado todo, porque la escritura con mapa, por más detallada que yo mismo la tuviera a la hora de planificar la secuela, es fría, maquinal y está fuera de la obra. Funciona, sí, pero a nivel mecánico, y el arte es mecánico, pero en sus huesos; por fuera debe tener carne.
Así que vuelvo a mi experiencia personal. Ya has visto que lo tengo todo calculado en papel y me dejo guiar de forma bastante estricta por la escaleta, pero cuando yo escribo, estoy allí. Es decir, me imagino el sitio, me imagino a los personajes a mi alrededor, y les veo actuar. Como sé qué rollete tiene cada uno, podemos decir que van fluyendo en mi imaginación. Y claro, yo conozco a mis personajes y de hecho hay un estudio individual de cada uno de ellos en mi planificación, por eso clavo la mayoría de decisiones que toman, pero a veces yo les mandé que hicieran cosas que, ya allí, viéndoles, viviendo la escena, sé que no harían.
Este punto es importante. Los personajes han de estar sujetos a límites, pero no encadenados. Has de saber cómo son y has de tener en mente hacia dónde te quieres dirigir, pero habrá momentos que no te cuadren con lo que has planeado, y si tu planificación es fuerte y bien interiorizada, pero eres flexible, lograrás escuchar a tus personajes y hacer que hagan cosas que no pensabas, cosas genuinas, al tiempo que piensas cómo puedes encarrilar esas nuevas escenas improvisadas para que sigan en la dirección que has planificado.
La mejor escena de la secuela, la que tenía tan acotada, vino de una improvisación, otra vez, por parte de los mismos personajes. Mi plan era que el villano de la anterior novela leyera algo delante de la protagonista y fingiera que no le había afectado en absoluto, pero ya allí, viviendo la escena, el personaje la llevó a un sitio al que no tenía planeado ir, se abrió y le contó algo que luego, encima, iba a hacer que su evolución tuviera mucho más sentido y más peso dramático. Luego, los personajes siguieron con las tareas programadas, pero esa improvisación, donde mis dedos básicamente escribieron solos, se ha quedado ya en la novela y es su mejor escena. Yo vivo planificado como forma de vida, pero uso esa planificación como una guía a mi favor, no como una cárcel.
De hecho, hasta las entradas que escribo en este blog están escaletadas. Siempre que quiero exponer algo, vuelco todo lo que quiero contar poniendo palabras o frases sueltas, una en cada línea, y luego las ordeno para darles cierta sensación de que una me lleva a la otra. Esa es la razón por la que puedo reseñar algo con tan pocos párrafos, no porque tenga el talento, sino porque hago una mínima preparación, pero los chascarrillos no están escaletados, ni que me dé por rimar en prosa, ni siquiera cuando quiero vertebrar una reseña alrededor de un tema, como cuando comparé jugar a Elden Ring con mear borracho en urinarios de pared.
Y mira, justo hoy, por tocar los cojones con tanto mapa, es la primera entrada en muchos años que escribo sin ninguna clase de preparación ni guía ni hostias. Que así se diga que Carli ha de llevar siempre la contraria. ¡Besis de fresi!
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