Videojuego: Dark Souls 2 (PC).

Cuando hablamos de la esencia (¡uuuh!) de una obra de arte, parece como si habláramos de un plasma místico que no puede verse pero alinea tus chakras de determinada forma, y es exactamente así, pero no es tan místico. Podemos desgranar elemento a elemento y ver que todas las piezas vienen de la misma intención. Cojamos por ejemplo el cuadro El grito , de Munch. Míralo bien, mira, disfrútalo. ¿Qué opinas? Feo de cojones, ¿verdad? Pero estoy seguro de que te transmite una sensación potente de inquietud. Todo en el cuadro se bambolea, hasta el horizonte, menos la madera del mirador (¿o el barco?). Las figuras al fondo están desdibujadas, el protagonista apenas parece humano, y no sabes si grita por vernos o por las figuras que se acercan, o a saber. Todas las líneas y colores están ahí para generar contrastes duros y hacernos sentir raros, y eso no es bonito, pero es una sensación y el arte está para transmitir cualquier cosa. Como la intencionalidad del cuadro se ha plasmado de form...