Cómo construir una obra de arte.


¿No es verdad, querido lector, que en esta apartada paginilla más clara la pantalla brilla, y se entiende mejor? Hoy por fin se publica la parte final de una trilogía de talleres de escritura que empezó el año pasado. Los tres talleres se enfocan en lo mismo: cómo partir desde la página en blanco y construir algo guay, sin que nos atasquemos. Bien seas alguien que quiere empezar a escribir algo, pero no sabes qué, o alguien que sabes perfectamente lo que quiere, pero no sabes como desatrancarlo... esto es para ti.

La primera parte, llamada 'Cómo construir una historia', y que puedes leer pinchando en las letras rojas, habla sobre cómo construir de la nada el esqueleto de una historia. Hablamos sobre el final, el principio, y cómo construir los actos necesarios para que la historia sea tan larga como se necesite, ni más, ni menos.


La segunda parte, que es 'Cómo construir tus personajes', habla sobre cómo los personajes evolucionan en torno al mensaje que quieres transmitir. Aquí también hablo sobre los diferentes roles que puede tener un personaje, y cómo deben cambiar de formas diferentes, según.

Al final, habiendo leído estas dos partes, ya puedes construir tu historia, podrías acabarla, incluso. Has llegado a la Montaña Solitaria y has conseguido la Piedra del Arca. ¡Felicidades! Pero... le falta algo. Estamos hablando de un producto que tiene mensaje y unos personajes guays, pero piénsalo, es pura técnica. Casi no tiene alma. Tus personajes respiran, sí, pero no es suficiente.


En el taller de hoy, posiblemente el más importante de los tres, vamos a hablar sobre las cosas que convierten tu producto en una obra de arte, y no me refiero de que sea la repolla con cebolla, sino a que es una obra creada por ti y claramente artística, como debería ser. Si tus personajes se contradicen y el esqueleto de tu historia es frágil, probablemente el lector cierre el libro y le deje coger polvo, pero si tu producto es artístico, al menos podrá decir que escribías de puta madre. Y ojo, hay muchos lectores que no han cerrado bastantes libros porque, aunque la historia les aburriera, la carga artística de la novela les mantenía fascinados.

Y no, no me estoy refiriendo a escribir bien. No solo a eso. ¡Vamos allá!


La importancia del narrador.


No te creas que escribiendo tan bien como lo puedas hacer es sinónimo de escribir bien. He conocido a personas que, más que escribir una novela, lo que en realidad estaban haciendo, aunque no se dieran cuenta, es pavonearse de habilidades literarias. Cuando estaba en sexto de primaria tuve una profesora horrible que me hacía escribir de forma preciosista, metiendo por lo menos dos adjetivos por cada nombre que hubiera. También, en determinado momento, cuando aparecía un personaje nuevo me hacía parar la acción para describirlo.

¡Basta!

Ugh, el de la izquierda.

Hay que tener algo claro, que es que el narrador de tu historia es un personaje más. Puede que ese narrador sea literalmente uno de tus personajes, pero puede que sea externo. Ese narrador externo... ¿puede saber qué piensan los personajes? De ser así, ¿cuántos? ¿O es un narrador cámara, que se limita a contar lo que pasa, sin conocer los pensamientos de nadie? Al margen de quién sea el narrador, ¿es culto o soez?

Estas decisiones tienen que tomarse a la vez que decidimos cuál será el tema de nuestra historia, en el primer taller, pero por no sobrecargar, lo he arrastrado hasta aquí. Tenemos lo que va a pasar y tenemos a los personajes, pero la clave para decidir quién va a narrar está en el tema, es decir, en lo que intentas conseguir con esta historia. Pongamos que el tema va sobre la venganza, porque a tu protagonista le atacan unos bandidos y le asesinan a su familia. Aquí puedes o bien narrar la historia desde fuera:
  • Él jura, aún con el cuerpo de su hija caliente, en sus brazos, que asesinaría a todos los bandidos aunque él muriese después de caer el último.
O desde dentro:
  • Entraré en su guarida, esperaré a que duerman, ¡y cortaré sus cuellos con este cuchillo, y aunque muera yo, no quedará ni uno solo de ellos!

Observa lo que acaba de pasar. Si lo narramos desde fuera, tenemos mayor cabida para dar detalles, entonces la imagen del lector sobre lo que ocurre es más detallada. Y si lo narramos en primera persona, va a tener que imaginarse más cosas, pero la narración es mucho más caliente. Se vive más. Por ejemplo, a la hora de narrar un protagonista consumido por la venganza, recomiendo hacerlo en primera persona si el protagonista acaba siendo, dentro de lo que cabe, bueno. Y si va a superar la línea y convertirse en un villano, mejor narrarlo desde fuera. Esto es porque narrar en primera persona crea un vínculo muy fuerte entre el personaje y el lector, pero si el personaje se vuelve malvado y el lector está en contra de él, hasta el punto que quiere verle fracasar, la narración en primera persona le va a hacer daño. La tercera persona siempre es más apática.

Después quedaría aún si lo narramos en pasado o en presente. Pongamos que hemos escogido primera persona, ¿vale? Para el siguiente ejemplo, da igual cuál hubiésemos escogido. En presente quedaría lo que ya he escrito:
  • Entraré en su guarida, esperaré a que duerman, ¡y cortaré sus cuellos con este cuchillo, y aunque muera yo, no quedará ni uno solo de ellos!
Y en pasado sería tal que así:
  • Me dio igual mancharme con la sangre aún caliente de mi hija... Yo solo pensaba en los cuellos de esos bandidos, expuestos mientras durmiesen, en cortarlos uno a uno, aunque yo acabase muerto. Necio. Una vez ese pensamiento te posee, nunca vuelves de él.

Casi todas las novelas tienen como narrador un tercera persona en pasado, porque narrar en pasado es más cómodo, y con la tercera persona no tienen por qué mojarse. Sin embargo, un primera persona que narra en pasado es alguien que lo más probable es que ya haya ido a la guarida de los bandidos, los haya matado, y ahora se sienta arrepentido. Depende de si quieres reflexionar sobre lo que haces, o centrarte en su cambio en vivo y en directo, elige el narrador que más te convenga.

No lo he dicho, pero si la intensidad de los sentimientos de tu protagonista no es muy alta, es más recomendado utilizar la tercera persona, a no ser que por tu historia la tercera no pegue. A mí la tercera persona, por ejemplo, no me gusta, porque no sé quién coño narra. ¿Un fantasma? Si algún día escribo en tercera persona, será porque algún personaje narra lo que otro ha vivido.

Y ahora sí, ¿qué es escribir bien?


Ni más ni menos que ajustarse al narrador que has escogido. Una tercera persona suele ser más neutral, nunca demasiado culta, ni demasiado tosca, a no ser que ese narrador en tercera sea un personaje de la historia que esté contando las aventuritas de otro. Por eso dije que es más cómoda. Por otro lado, si narras en primera persona, has de ajustarte al nivel de cultura de tu personaje.

Siempre recomiendo no ir a lo exagerado. Puede que esté narrando un paleto, pero eso no significa que tú tengas que escribir mal, simplemente puede expresarse mal, o no encontrar las palabras adecuadas en algunas ocasiones. En el lado opuesto, tienes a los personajes cultos, y de nuevo, haz frases que puedan entenderse, aunque sean cultas, porque si no te entienden, la has cagado. Un recurso que aprendí de una profesora de la universidad es utilizar la expresión "como dicen los jóvenes ahora en la calle". Ella decía
"Tuve hace treinta y cinco años a un alumno algo peculiar. En mitad de la clase, a veces, se levantaba y empezaba a hacer gestos extraños, como dicen los jóvenes ahora en la calle, se le iba la pinza".

Claro, lo gracioso es que ella tenía más años que Jordi Hurtado y que la expresión "se le va la pinza" tendrá casi más años que yo. Es el ejemplo claro de una persona burguesa y culta que trata de conectar de forma condescendiente con su público diciendo expresiones coloquiales, que no tienen nada de actuales, en realidad.

Aunque parezca mentira, escribir preciosista es lo último que haría un escritor bueno y experimentado.

Simbología y metáforas.


La simbología es clave para entender la novela como una obra de arte. El arte es la filosofía de un artista hecha producto, por eso, es vital para que la pieza nos transmita algo donde el artista se moje y compare dos cosas con su subjetividad, y así, su subjetividad impacta con la nuestra, y así nace la sensación.

En el primer borrador que escribí, até el sentimiento "culpabilidad" al crucifijo del protagonista. Aunque él sea radicalmente ateo, el crucifijo perteneció a su abuelo, la única figura paterna que ha tenido, y que murió pocos meses antes del comienzo de la historia. El protagonista siente que le ha fallado, por eso, cada vez que siente culpabilidad por sus errores durante la novela, agarra el crucifijo, o lo mira. Al mismo tiempo, até el sentimiento "ira" al olor y sabor de la ceniza, porque siempre que el protagonista estalla en ira, hay ceniza rondando, y a él le sabe así la boca.


No solo podemos atar sentimientos a algún objeto, hay muchas más posibilidades. Podemos simbolizar la muerte de un personaje mediante las campanadas de un reloj, como hace Agatha Christie en 'Diez Negritos', y podemos ir aún más lejos y sustituir un personaje por otro, un objeto por otro o asociar un color a un sentimiento. Por ejemplo, en 'Dos Monjes', se cuenta la misma historia dos veces, una desde la perspectiva de un personaje, y luego desde la perspectiva del otro. En las dos versiones, el que cuenta tiene la ropa blanca, y el otro, al que ve como el malo de la historia, la tiene negra.

Pero un símbolo no se hace de buenas a primeras. Hablemos sobre las metáforas.



Cuando tú ves algo como otra cosa distinta, estás creando una metáfora. En sexto de primaria no me hacían escribir "sus dientes eran blancos y brillantes", sino que tenía que poner "las perlas de su boca". Todo muy preciosista, ¿no?, pero una metáfora no es para quedar preciosista, sino para mostrar la filosofía del artista uniendo dos conceptos, pero solo una vez.

Que un personaje vaya a ser ejecutado, y justo en el momento de su muerte, a su amada, a cientos de kilómetros, se le caiga una foto suya, y el cristal se rompa, es una metáfora. En 'Infinity War', cuando Thanos cumple su misión y ve a Gamora dentro de la gema del alma, la ve como una niña pequeña, quizá como él la ha visto siempre. Esto son metáforas. Son metáforas fáciles, pero ya hay una intención artística en la ejecución, por que se está narrando algo contando otra cosa.


El concepto de los símbolos es exactamente el mismo, solo que son metáforas usadas de forma repetida, hasta que el lector las asocia y, al final, solo hace falta contar el símbolo para que el lector sepa todo lo que hay detrás. En una buena historia hay metáforas, claro, pero los símbolos también son importantes. Lo importante, también te digo, es no saturar demasiado la escena, a no ser que estés haciendo una obra críptica de forma intencionada.

Paralelismos o círculos en tu historia.

¡Echemos un vistazo a 'El Rey León'!


¡Oh, qué bonito! La canción cómo se llama, ¿'Ciclo sin Fin'? Mola.


¡Cachis en la mar!


Jajajaja, qué monos, ¿no?


Un momento...


¡Un momento!


¡ME CAGO EN LA LECHE! ¡Si acaba como ha empezado! ¡Y la canción se llamaba 'Ciclo sin Fin', lo tenían todo pensado desde el principio!


Lo que acabas de ver es una historia circular, en una película que dice que, por más que cada generación esté llena de intríngulis, al final la naturaleza devolverá el balance y cada generación empezará de la misma forma. Solo ha sido una parada dentro de el Ciclo sin Fin. Cuando Ben Solo, en 'Los Últimos Jedi', no es capaz de apartar el pasado de él y decide entregarse a su esclavitud, genera una gran decepción en nosotros, porque hemos visto como estuvo a nada de romper el círculo. En 'Los Miserables', en el final, Javert vive exactamente lo mismo que vivió Valjean al principio, que es tocar fondo y recibir el amor de alguien a quien has hecho daño.

Esto no significa que el círculo deba completarse para tener una estructura circular, simplemente debe quedar claro que el protagonista, o villano, están a solo un paso de repetir de nuevo la historia, cuyo testigo ha sido pasado por otro personaje. Generalmente, una de esas acciones es la incorrecta, así que la tensión está en ver si el círculo será o no completo. En ambos casos, define a los personajes implicados, y crea una sensación en el lectorespectador de que se ha escrito sobre algo importante.


También puede ser que el héroe esté viviendo una historia paralela al antagonista. En la novela que está preparando ahora mismo un buen amigo mío, los villanos matan a la familia del protagonista, y del ataque solo sobreviven él y su hermano. Mientras crecen separados, el protagonista se centra en ayudar a los que necesitan ayuda, mientras que el hermano está juntando a un ejército para vengarse. Ahora que estoy escribiendo este ejemplo, me doy cuenta que es una historia muy similar a la que vivieron Gamora y Nébula, en la que Gamora enfoca su sufrimiento de niña para ayudar a niñas que hoy sufren, mientras que Gamora solo piensa en matar al padre abusivo de ambas.

Este recurso no hace falta utilizarlo si descoloca tu historia y a tus personajes, pero añade una capa de profundidad a tu mensaje, pues estás añadiendo una o más generaciones, y cómo el héroe y antagonista pueden reaccionar a esto. ¿Otro ejemplo? 'Black Panther'. No es tanto una historia paralela, sino cómo un sistema roto puede afectar a beneficiados y perjudicados, y esto hila con lo que dije en el primer taller, donde las historias del antagonista y protagonista conviene que tengan lo máximo en común posible.

Mitología y trasfondo.


Un universo rico marca la diferencia entre una historia interesante y una obra artística, porque, como ya habrás adivinado a estas alturas, el universo debe hablar sobre tu historia y sobre ti, tanto como el resto de cosas. Si estás escribiendo una historia que ocurre en Perú, y tratas la mitología y la cultura peruana, por supuesto esto debe ser porque la filosofía de la mitología peruana se adapta a tu mensaje. Cuando Hemingway en 'El Viejo y el Mar' habla sobre la superstición marinera que hay en el lugar en el que se desarrolla, es porque precisamente esta superstición marinera es la que motiva al viejo a ir a pescar algo gordo. Para acabar con los ejemplos, en mi último borrador diseñé una mitología muy parecida a la griega, pero con un toque nórdico. Esto es porque esa mitología cruel se adapta a mi historia y potencia el mensaje final.

A modo de resumen, tanto si te la inventas como si te basas en culturas reales, la cultura que se plasme en tu historia debe ser acorde con el tema que tratas. Poco va a añadir a tu historia con un tema patriota y de autosuperación que se ubique en el Polo Norte con los esquimales, que son lo menos patriota que hay en el planeta.


Por supuesto, añadir mitologías, supersticiones, costumbres y peculiaridades a los personajes que habitan en una zona también puede ayudar a construir historias circulares en las que, por ejemplo, tengamos miedo de que el hermano del protagonista se convierta en su Dios de la Guerra, el cuál asesinó a su madre. Mediante un emparejamiento simple entre las historias del hermano y de ese dios, ya temeríamos por la vida de la madre.

Por supuesto, no cometas el error de los creadores de 'Prometheus', y no compares un xenomorpho asesino con Jesucristo. Si vas a hacer comparaciones entre una mitología inventada y una real, como puede ser la religión del fuego de R.R. Martin y el cristianismo, hazlo de forma sutil y humilde.

La visión artística.


Me dejo lo más general para el final. Hasta ahora he hablado sobre decisiones y figuras que van a ayudarte a dar más proyección a tu obra, pero llega el momento de juntar todas estas figuras, también lo que hemos tratado en los dos talleres anteriores, y meterlo todo en la misma maleta. De hecho, vamos a llenar la maleta de este plástico verde de los aeropuertos hasta que sea un moco pegajoso y verde, y lo meteremos en la bodega del avión del éxito.

Jajaja.


Algo que yo siempre recomiendo antes de escribir un guión o una novela es hacer un borrador primero. Esto te va a ayudar a limpiar muchos conceptos, saber qué sobra y qué falta, ya que estás viendo cómo empieza y cómo acaba en el mismo vistazo. Aunque siempre viene bien, un borrador no necesita una visión artística... pero una versión definitiva sí. Pero, ¿qué es una visión artística?

Dicho con mis propias palabras, es la forma en la que solo tú podrías ver algo. Entrenar la visión artística es algo clave si quieres crear una obra de arte, ¡incluso un guión! Mostrar en lugar de contar está genial, tener una historia estructurada también, y unos personajes vivos, pero si lo cuentas como todo el mundo, no estás diciendo nada nuevo. Los demás necesitan una mirada genuina como la tuya, la necesitan para que impacte en ellos, y no puedes defraudarles. ¿Qué metáfora usarás? ¿Qué símbolo? ¿Qué comparación?


Así, decir que un coche estrellado y hecho mierda es un "amasijo de hierro retorcido" es algo común y corriente. ¿Por qué no dices que ese coche es "un plato de pasta hecho por Martín Chirino"? ¿Quieres más ideas? "El hijo de la física y la droga tras una noche de fornicación". "Una apuesta sin cartas". "La escultura más terrible". "Como si a un Metagross le hubieran atacado con llamarada". Ni siquiera tiene por qué ser rebuscado, porque basta con que digas lo primero que se te ocurra, y en mi caso, si un oficial de policía veterano llegase al lugar del siniestro, a las cinco y media de la mañana, le va mal con la mujer y no ha dormido, y lo último que quisiera es encargarse de un accidente que le recuerda al que tuvo su hijo diez años atrás, diría "el coche se encuentra a diez metros del arcén, encajado entre dos matorrales, tal y como se esperaba. Hecho mierda". No es casualidad que diga esto, teniendo en cuenta que la primera descripción que he hecho del coche, al principio del párrafo, la primera que se me ocurrió, ha sido la misma.

Y ahí está lo más importante. Sé genuino (genuine), y que no te importe que tu personaje, por más alejado que esté de ti, tenga parte de ti. Es muy importante que las historias tengan parte de nosotros, es importante que para nosotros sean importantes, y que nos emocionen. Si no te emocionan a ti, dudo que emocionen a alguien.


Por último, no dudes en crear imágenes impactantes. ¿Crees que 'Blade Runner' es famosa por ser una película increíble? Como película no está nada mal, pero la gente la recuerda por sus imágenes, sobre todo las "lágrimas en la lluvia" que cuenta el antagonista al final, cuando se queda quieto, arrodillado, casi desnudo. Tan humano, y tan mítico al mismo tiempo, como una obra maestra de los dioses que nació en el tiempo incorrecto. Por otra parte, "La Metamorfosis" es un libro genial, pero tiene popularidad porque el protagonista aparece, porque sí, convertido en un insecto. Que no te quepa duda.

Esas imágenes impactantes no surgen de un laboratorio coaching estadístico de producción de Hollywood, sino de la mente de un artista, que, en lugar de pensar en cómo crear una imagen impactante, llevó al máximo su visión artística, y creó algo genuino y radical. Una subjetividad que, irremediablemente, choca con la nuestra.

El final del taller más ambicioso en este blog (hasta la fecha).


Han hecho falta unos cuantos meses y tres entregas para llegar hasta aquí, pero se ha llegado. No sé si soy un buen escritor, pero nunca he tenido problema con la página en blanco, y tenía que compartir mis trucos contigo, por si a ti pudieran ayudarte. Sé que crear una historia no es fácil, y que lo que digo no se aplica a todas las formas de trabajar. Yo, en realidad, utilizo los tres talleres a la vez; el esqueleto, los personajes y la piel artística, los trato al mismo tiempo. Solo uso estos trucos cuando algo no me funciona.

Esta tercera parte en concreto es, yo creo que por mucho, la más difícil de entrenar e implementar en tu historia. Elegir al narrador adecuado puede ser más o menos sencillo, porque siempre tendrás la cómoda tercera persona en pasado como comodín, pero practicar los símbolos, las posibles historias circulares, integrar la mitología y entrenar la visión artísitca es jodido. A veces ya has creado una estructura de historia, unos personajes, y cuando integras el arte en todo esto... tienes que hacer cambios. ¡No importa! Y otras veces estarás escribiendo la versión definitiva de tu novela y te darás cuenta de que no eres tan bueno como te exiges, y tienes que parar.


¡No importa! ¡Yo lo he hecho! Por eso aún no he publicado nada, aunque tenga dos borradores, pronto tres, en el cajón.

Este taller solo funciona para dar gasolina a tu obra, no para convertirla en una pieza digna de estudio. Puede que ese desatasque que yo haya podido causar te sirva para darte cuenta que tienes que recomenzar todo, ¡pero quizá comiences de cero sabiendo lo que quieres! Eso me haría mucha ilusión, más que haber ayudado.

La aventura acaba aquí. El tuitero del primer taller vence, y mis personajes, que puse como ejemplo en el segundo, se despiden. ¿Y tú que haces parado? ¡A trabajar! Un besi de fresi, y nos vemos después de las vacaciones, con cierto evento que va a ocurrir en mayo, pero que aún es un secreto. ¡Muá!


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