Cómo construir una historia.


Parte 2: Cómo construir tus personajes.


Me voy de vacaciones. Eso significa no escribir, lo que significa que las reseñas de los martes se acabarán por un tiempo, y el número de artículos por mes en la página va a descender. Hoy, a un día de hacer el viaje, tengo muchísimas cosas que hacer, pero mi amor hacia vosotros ha hecho que reserve un hueco para un taller muy importante, una especie de despedida, y promesa de que volveré. No hace falta que diga que este taller parte de mi propia experiencia y mi manera de proceder, y que aunque intenta ser general y ayudar a todo el mundo, no tiene por qué ser así.


Saber cómo funciona una historia es vital para no quedarse estancado escribiendo una, además de que va a quitarte de un plumazo muchas horas de darle al coco, y te va a salir una historia más directa y con más propósito. Para aquellos que no tengan pensado escribir, conocer la estructura de una historia puede servirte para no mirar el reloj cuando vas al cine, porque vas a saber cuánto queda de película. No sirve para mucho más, pero oye, al menos así no molestas con la puta luz del móvil a los que te rodean, cosa que no está nada mal. Pero yo te sigo queriendo.

Ahora en serio, ¿quién coño paga diez pavos para chatear con el móvil y joder a los de su alrededor?

Primero, debes saber qué quieres contar.


No es casualidad que la primera novela de muchos escritores sea autobiográfica, una matraca, un coñazo que luego encierran en un cajón y no lo vuelven a tocar nunca. El problema típico del escritor es saber que quieres contar cosas, pero no saber qué cosas contar. Cuando la mente no es capaz de estructurar ninguna idea, escribe sobre lo que sabes, cuenta tu vida, o altérala, o lo que quieras. Haz algo que te resulte fácil y sencillo.

Muchas veces, escribir cualquier bobada ayudará a que empieces a tener las cosas más claras, y te descubras más a gusto escribiendo ciertas situaciones.


Pero lo más importante es que te va a ayudar a saber qué visión tienes del mundo. Si sabes cómo ves el mundo, entonces sabes qué quieres contar. Tu filosofía es vital, porque es lo que vas a transmitir al lectorespectador cuando consuma tu obra, eso es, amigo. Una historia es un mensaje. Cuando yo hablo sobre las peripecias de los personajes en la Crónica, en el fondo estoy plasmando mi filosofía de vida.

Tú plasmarás tu filosofía, también. No tiene que representarte a ti, en su totalidad, qué va. Yo he escrito historias de amor e historias de nazis, y ni estoy enamorado, ni soy nazi. Más bien, con esas historias plasmo la idea que yo tengo sobre el amor y la idea que yo tengo sobre los nazis. Ni siquiera tiene por qué ser real. Todos los temas de la vida son complejos, y a veces hay que simplificar un poco. Yo no opino que el amor sea negativo, ¿pero qué pasaría si solo extraemos la parte negativa? Si yo ahora escribiese un texto sobre el amor y solo sacando su parte mala... ¿Me representa? ¡Si no estoy enamorado y no pienso que sea algo malo!


La respuesta es sí. Me representa. Porque nadie más que yo puede escribir las palabras con las que yo describiría esos sentimientos tan complejos. Posiblemente, tú escribirías algo completamente distinto, hablando del mismo tema y en una situación sentimental igual que la mía.

Eso nos hace únicos. Así que hables de lo que hables, no lo olvides. Hablas sobre ti. Bien, para que veas un ejemplo práctico, voy a diseñar ahora mismo, contigo, de forma improvisada, una historia.

Algo que me está desquiciando últimamente son los quejicas de tuiter, así que me gustaría transmitir que eso es negativo, sin dar una lección moral. Vale, pues ya tengo qué es lo que quiero contar.

Tienes el mensaje... Ahora, el género.


Una vez tienes claro el qué, hay que definir el cómo. Este paso es el más importante de todos, lo voy a repetir, este paso es el más tope de importante, porque conozco a personas que han transmitido un mensaje sin quererlo, y han hecho los siguientes pasos de forma accidental. Pero por elegir un buen tono, han tenido una historia sólida que los demás hemos interpretado por él.

A nosotros como artistas nos interesa mucho que el lectorespectador reciba el mensaje, y no se ponga en su contra. Si parece que se lo imponemos, o que estamos siendo moralistas, va a dejar de hacernos caso. Es muy importante que el mensaje entre de forma natural y que sea el propio consumidor el que reflexione y saque sus conclusiones. Por ejemplo, mientras que yo siento frío y soledad con 'El Campo de Trigo' de van Gogh, hay otros que sienten calidez debido al intenso color amarillo.


Los dos percibimos el mismo rollo, la misma vibra, pero lo interpretamos de formas diferentes. Y eso está bien.

En mi caso, sobre la historia que estamos construyendo aquí y ahora sobre los fascistas de lo políticamente correcto, podría optar por dos ramas: el drama o la comedia. Si hago que un activista quejica de turno lo pierda todo por ser un quejica activista, va a quedar muy forzado, como si le dijera al espectador que eso está mal, y no queremos eso. Yo siento que está mal, pero debo dar completa libertad al consumidor para que reflexione y saque sus conclusiones.

Por ello, me inclino hacia una comedia de sátira, algo similar a 'La Vida de Brian'.

Ahora, diseña el final de tu historia.


"¿Pero qué me estás container, Carli? ¡Si ni siquiera sé cómo empieza!" «Tu amarga confusión marchita»
La sensación final es con la que se va a quedar el lectorespectador, por eso es la más importante. Tú confía en mí: no hace falta saber aún el principio. Dejemos que el lectorespectador haga el laberinto desde el principio, pero el creador de ese laberinto ahorra tiempo si lo empieza a dibujar por el final.

Igual que con el género, escoge un final que represente de forma orgánica lo que quieres decir, sin que parezca demasiado forzado. Si acaba bien, puede ser porque el protagonista ha crecido hasta convertirse en el héroe, o porque es el único que ha tenido la visión de desenredar el enigma, entre otras posibilidades. Si acaba mal, ese final triste puede significar que repruebas la actitud del protagonista, o que estás desengañado con el mundo, entre otras cosas. Sea como sea, el interés romántico no es un trofeo.


Veamos qué final le ponemos a esta historia que estamos construyendo. Te recuerdo que lo que busco es mostrar el asquete que le tengo a los tuiteros quejicas. No necesariamente han de ser tuiteros, sino esta clase de gente que se queja de todo pero luego cocina pescado en la sartén sin haber limpiado las raspas de la carne.

Como es una comedia de sátira, el final ha de ser, casi por definición, irónico. Como todo en la sátira está invertido y lo que está mal está bien ahora, lo ideal sería que el final fuera exactamente lo contrario a lo que quiero decir. ¿Me estoy quejando de esta clase de gente? Hagamos que nuestro protagonista, el quejica activista-vegano-feminista ideal, acabe siendo coronado líder de una sociedad borreguera. Así, los tuiteros tóxicos que lean esta historia, como son borregueros, van a sentirse identificados con el protagonista y les va a parecer un final feliz. Si tienen dos dedos de frente, cosa que dudo, me echarán pestes en las redes sociales. Y el resto, que interprete como quiera.

Este es el ejemplo concreto que estoy haciendo yo, en tu caso, con el que no puedo ayudarte por aquí, será necesario otro enfoque. Recuerda que el hecho de que el protagonista gane, pierda o se rinda es fundamental y va a plasmar directamente tu filosofía.

¿Ya tienes el final? Diseñemos el principio.


Es facilísimo de la muerte diseñar un principio. Muchas personas se atascan porque empiezan sus historias por el principio, ¡pero eso no puede ser! ¡No puedes ponerte a caminar sin saber a dónde te diriges! Si tu objetivo siempre es el final del capítulo, al final de la historia tendrás un paseo lleno de zigzags, igual que alguien que sale a pasear con el 'Pokémon GO'. Si, en cambio, has quedado con alguien en cierto sitio, el viaje entero es una línea recta.

¿Cómo ha acabado tu final? Haz el principio exactamente al revés. Si el protagonista acaba en una posición victoriosa, su comienzo debe ser humilde. Si ha sobrellevado una dura lucha, el comienzo debería ser tranquilo, estable.

Básicamente, mientras que el final significa verdad, el principio significa mentira.


Solo hay que ver millones de ejemplos para comprobar que esto funciona: Logan, quien al final lo da todo por X-23, se muestra reticente a ayudarla al comienzo. Deadpool, que lo da todo por salvar a Russell, al principio no quiere ser amigo suyo. Dejemos los superhéroes a un lado. Luke Skywalker, en 'Los Últimos Jedi', se muestra reticente a ayudar a Rey al principio. Hugh Jackman en 'Prisioneros' comienza siendo un amable padre de familia en una situación completamente estable. Max, en 'Mad Max: Furia en la Carretera', tampoco quiere ayudar a las mujeres.

Sí, se nota un poco que ahora mismo es tarde y no tengo la cabeza muy abierta a películas que no sean de acción, pero creo que pillas el concepto. La única excepción a esta regla son las historias del héroe caído, el cual empieza mal, logra llegar a lo alto, pero la historia se alarga para contar cómo de mal gestiona estar en lo alto, y acaba en la mierda de nuevo. Aquí sigue habiendo la misma historia de principio-mentira y final-verdad que antes, pero en ambos casos el protagonista acaba en la mierda.


Vamos a nuestra historia. Si vamos a coronar al tuitero del milenio gracias a una sociedad borreguera, tenemos que hacerlo un tío sensato y en una situación precaria. ¿Qué tal un padre de familia cuya mujer le deja por su preparador físico, y se queda con todo? De esta manera, no solo criticaría la actitud tuitera al final, sino que también la daríamos crédito, porque criticamos también a la sociedad que crea a esa clase de gente. La sociedad le prometió la felicidad si trabajaba duro... pero el trabajo le ha quitado todo. Su lucha es contra este Gobierno patriarcal que nos vende mentiras.

¡Ya casi está! Ahora, el esqueleto de la historia.


Todo el mundo ha visto 'Los Vengadores', y quien no la haya visto, aquí hay espóilers de su trama, durante toda la sección:
  • El planeta se enfrenta a una amenaza enorme
  • Necesitan un equipo para detenerla
  • El equipo no se lleva bien, y Loki se deja capturar
  • La tensión crece mientras Loki está preso
  • El plan de Loki surte efecto
  • La persona que los reclutó muere
  • Los héroes quedan dispersos y derrotados
  • Los héroes se sienten culpables, y superan sus diferencias
  • Combaten juntos como un verdadero equipo
  • La amenaza queda neutralizada
Te sugiero poner el dedo en la pantalla, para que te ayude a seguir mejor el esquema de arriba. ¿Te has dado cuenta de que es absolutamente simétrico? El primer punto habla sobre la amenaza, mientras que en el último, el número 10, la amenaza queda neutralizada. El 2 y el 9 hablan sobre el equipo, el 3 y el 8 hablan sobre las diferencias entre sus integrantes. El 4 habla sobre la tensión que crece, y el punto 7 son las consecuencias de que esa tensión reventara. Por último, el 5 y el 6 son los puntos que hablan sobre el villano y el daño que ha causado a Los Vengadores.


¡Esto no es casual!

Esto es muy sencillo: los de Marvel querían transmitir que un equipo es más que la suma de sus partes, y eligieron el género de acción. Su final más importante consistía en que los buenos ganaban, mientras que el objetivo secundario era que además de ganar, lo hicieran como un equipo. Es por esto que los primeros minutos de la película no tratan sobre los héroes, sino sobre lo más importante: la amenaza en sí. Y, ahora sí, nos presentan al equipo.


Una historia no necesariamente debe ser simétrica (es muy predecible), pero debe tener muy claro qué puntos debe tocar en su segundo acto, que es básicamente el esqueleto de la historia. Sí, el final es nuestro mensaje, el principio es nuestra mentira, y el segundo acto es el que va a dar sentido a nuestra historia. Así que hablemos sobre los tres actos.


La estructura de tres actos no existe. Quiero decir, tenemos un principio con un 20% de la historia total, tenemos un tercer acto que suele ser otro 20%... ¿y qué coño hacemos con ese 60% que nos queda? ¡¿Qué hacemos, querido lector?! ¡Se me escurre por los dos lados de las manos!

Ninguna historia tiene solo tres actos. Este mito del gigantesco segundo acto ha hecho bastante daño a muchos escritores novatos, que se han visto obligados a meter rellenos con la presión de que debían alargar el mismo periplo durante tanto tiempo. Sigamos con la historia de 'Los Vengadores', ¿sí? Gracias al canal de youtube Lessons From The Screenplay, que diseccionó esta historia, por darme las claves para explicaros esta lección.


Para empezar, debemos tener claro que un acto es una unidad de narración con principio, medio y final. No debe ser autoconclusiva, pero el final de un acto significa que el rumbo de la historia, o el statu quo de los personajes, ha cambiado. En otras palabras, si tu mayor pregunta al acabar el acto 1 de los Vengadores es
"¿Encontrará Nick Furia la manera de parar a Loki?",
una vez tenemos la primera versión del equipo, que básicamente es la respuesta a la pregunta, nos hacemos otra:
"¿Encontrarán a Loki?"
De esta forma, el primer acto de los Vengadores consistiría en el propio comienzo, cuando Nick Furia se enfrenta a Loki y decide reclutar al Capitán América y a Banner. El acto segundo consistiría en la captura de Loki y la reunión del equipo al completo de Vengadores. Sí, el segundo acto ha volado antes de la primera hora de película.

Esto es porque básicamente, cada vez que nuestra pregunta dramática cambie, estamos ante un acto nuevo, que es como un gran capítulo. El tercer acto de 'Los Vengadores' sería la fuga de Loki y la disolución de los Vengadores, el cuarto acto sería la reagrupación de estos, y el quinto, la lucha final.


Ten en cuenta esta estructura en actos para dar más articulación y sentido a tu historia. Si lo que queremos es un personaje que empiece mal y decida cambiar eso mediante el activismo quejica, y acabar siendo el líder del nuevo régimen, debemos diseñar por qué pasos debe caminar.

Primero, tenemos el hombre estable de negocios que acaba sin blanca, con depresión y despedido poco después. Fin del acto uno. Después, decide darle al alcohol y a las drogas para evadirse, y está en la mierda, pero conoce a un grupo de personas tuiteras que se quejan del régimen patriarcal, y decide unirse. Fin del acto dos. El protagonista asciende rápido en la Resistencia, y muchos le consideran el elegido. Este elegido consigue poder y fama rápidamente, y reúne bajo sus quejas a millones de ofendidos, pero no por tuiter, sino rollo manifestantes, y decide encarar al malo malísimo, pero manda a su segundo al mando para destrozarle, y lo hace... yo qué sé. Revelando una porno suya antigua, o a saber, algo de su pasado que le haga sentir avergonzado. Podría ser hasta la revelación de que él era un exitoso agente de negocios cornudo.


La cuestión es que el acto cuatro trataría el punto bajo del protagonista, punto que odio con toda mi alma pero vamos, estoy pensando esta historia literalmente según te la estoy escribiendo, así que no me lo voy a currar demasiado. En este acto se encuentra con el pasado que tanto ha querido evitar, se enfrenta a él, y lo asume. El protagonista crece y se convierte en el héroe elegido, el de verdad, y reúne a todos para la batalla final.

En el quinto y último acto confronta al Gobierno, vence al segundo al mando en combate singular, y no se enfrenta al malo malísimo porque no es necesario, le tienen rodeado y cogido por los huevos. La cuestión es que ganan y crean un régimen vegano feminista multicultural de libre identidad sexual y de género, libre de productos transgénero, perdón, transgénicos, y donde llevar el altavoz con la música en la calle está absolutamente prohibido.


Vamos, una sociedad buena e ideal, pero manchada con el barniz moralista de un buen tuitero, no dando elección a no estar de acuerdo, es decir, siendo una dictadura del respeto, y todas esas cosas. Si te preguntas por un casual que mi historia se parece demasiado a 'La Vida de Brian', la respuesta es un rotundo sí, amigo. La diferencia entre una y otra es que en la de los Monty Python, Brian acaba mal, porque es un tío sensato. Aquí, nuestro prota, interpretado por La Roca, es la clase de capullo que detesto, por eso acaba bien.

Y ya estaría.


No todas las historias tienen por qué tener cinco actos. La mía actual de la Crónica va a tener seis, y perfectamente pueden tener cuatro. Más de seis es algo excesivo, porque tantos vaivenes acaban haciendo un zigzag, y menos de cuatro es demasiado insulso.

Lo importante es que hagas una estructura en la que los personajes sufren altibajos. Si empieza mal y acaba bien, lo normal es que en el penúltimo acto el prota esté en la mierda, y en el segundo se esté intentando recuperar del mazazo del primero. Ante todo, crea una historia que se adapte a tus necesidades, y no dudes en preguntarme por cualquier duda en los comentarios. No soy ningún profesor experto, pero estoy seguro de que podré arrojarte algo de luz.


Por supuesto, no he tratado toooodo lo que podría haber tratado. Este taller va a tener dos secuelas que saldrán probablemente a partir de septiembre. Una será sobre los personajes y su evolución, y la otra profundizará sobre el mensaje. De esta forma, en este taller cubrimos el esqueleto de la historia, con los personajes hablaremos de los músculos, y por último, un último repaso al mensaje y al arte en sí pondrá el broche (piel) final a nuestra súper mega historia alocada de la muerte, best-seller en millones de planetas.

Les ha hablado Carli y les deseo... buenos besis de fresi.

Aniquila perritos.

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