Hablemos sobre la muerte del autor.
Sí. Ahora, los fans de Harry Potter tienen que vivir con que Rowling no
reconozca a la gente trans, por lo que da a entender con sus tuits. ¿Está
moralmente bien que les siga gustando la obra de una terf, es decir,
una anti-trans? ¿Si Harry Potter ha sido parte fundamental de su infancia,
significa que ellos también son terfs inconscientemente? ¿Los fans que sean
trans, son automáticamente rechazados por su franquicia favorita?
¿Deberían quemar sus libros, dejar de comprar productos relacionados con la
marca?
Son preguntas que desde lejos parecen estúpidas, pero seguro que tú tendrás
este dilema al menos una vez a lo largo de tu vida. ¿Cuántas veces has seguido
a un youtuber por lo bien que hace algo, y luego, al saber cómo es en lo
personal, te has ido apartando de sus vídeos poco a poco? Vídeos en los que su
lado personal no influye, digo. Seguramente tengas manía a una actriz porque
pienses que es muy tonta, u odies a Cristiano Ronaldo pese a ser buen
futbolista. Cuando igualemos esta sensación a la que muchos fans de Harry
Potter están viviendo ahora mismo, seguramente sintamos que nuestra vida ha
estado siendo una mentira. Y esto es algo bastante nuevo, porque antes no
existía twitter, y la vida personal de los creadores de contenido estaba muy
alejada de nosotros.
Por eso, y por la salud mental de mucha gente, se ha popularizado "la muerte
del autor", que aunque parezca el título de un capítulo de la Biblia, o una
llamada a coger las antorchas, no es nada de eso.
De hecho, es una teoría filosófica bastante tocha.
Pero tranqui, que yo te la resumo asín to-lo-rápido. Básicamente, "la muerte
del autor" viene a decir que un texto no tiene nada que ver con la persona que
lo ha escrito. Como un texto son palabras y frases regidas por las normas de
puntuación y de la gramática, y una persona no es más que un compendio de
datos y experiencias, en realidad un libro es sólo eso, un libro, y el autor
sólo es la marca. En otras palabras, te lees a Foucault o a Vegetta777 como te
compras unas deportivas Nike o Adidas.
Te puede gustar el tejido o el diseño, pero al final son eso:
zapatillas.
Si sigues esta teoría significa que separas al autor de su obra, y
sinceramente, me parece un planteamiento bastante sanote para vivir la vida.
Si algo me ha enseñado la experiencia, es que cuanto más a pecho te tomas
las cosas, más tóxico y detestable acabas resultando para ti mismo. La cosa
es que no acabo de estar de acuerdo... y definitivamente no estoy de acuerdo
con los que unen al autor con la obra.
Es complicado. Pero de eso va esta entrada.
Un autor no es exactamente su obra.
No soy nazi. Es uno de los pocos logros que he tenido en mi vida, aunque
tampoco es que esté orgulloso, porque casi nadie es nazi. Sin embargo, hoy
podría ponerme a escribir una novela seria y larga sobre cómo los héroes
nazis logran devolver el Cuarto Reich a Europa, y, por fin, la esvástica
nazi hondea triunfal en el horizonte. De nuevo, no soy nazi, ¿y qué? Hace
tres años escribí
un relato en el que el héroe es un nazi
y su mayor logro es asesinar en un tiroteo a una mujer y su niño, y aquí
sigo, sin hablar alemán. Un autor puede llegar a distanciarse mucho de la
obra, ya que, aunque parezca mentira, la labor de un escritor es bastante
parecida a la de un arquitecto. Puedo plasmar la idea retorcida que se me
ocurra, porque sólo es eso: una idea, llevada a lo concreto, sí, pero nunca
fue real, sino mis ganas de hacerte sentir de una manera.
Por otro lado, todas las personas tenemos por lo menos 1 idea controvertida
o intolerante, es algo normal, pero la obra que ha escrito
Rowling da la casualidad que no afronta el problema trans en ningún momento,
y tampoco tiene por qué hacerlo. A mis ojos, Harry Potter estaría lejos de
la discusión que Rowling tiene con la peña en twitter, y los actores de sus
películas no tendrían ni que haberse pronunciado contra ella.
Sumamos a eso que la idea de la "tolerancia" es muy subjetiva de un lector a
otro. Cada cual entiende el texto como quiere, y cada cual se toma los tuits
como quiere. Después de leer todos los tuits "terfs" de Rowling, me pareció
una mujer algo casposa, y acto seguido fui a hacerme un colacao. Pero
conozco a gente que se ha sentido insegura, al darle la sensación de que el
mundo era un lugar peligrosamente intolerante. Es una sensación que respeto,
sobre todo desde que veo a Unidas Podemos y a Vox radicalizarse más cada día
que pasa y me siento igualmente inseguro al ver a mi país dividido en dos
equipos de idiotas.
Lo que trato de decir es que puede que esa rabia, las ganas de quemar toda
la obra de Rowling (o la del que sea), y las ganas de no darle ni un céntimo
más de tu dinero, nace de lo que tú crees que es tóxico o intolerante. Eres
tú la persona que interpreta todo, y la obra sólo representa en parte al
escritor, y, según la muerte del autor, no la representa nada. Y si, diga lo
que te diga, vas a ver una obra manchada por las manos intolerantes de su
autor... es normal. Porque
Una obra sí pertenece al autor.
Tarantino... |
Y no habrá corriente filosófica que pueda rebatir esto. Si yo escribo una
historia sobre el heroico triunfo neonazi en el mundo de los hombres, puede
que ni yo mismo esté de acuerdo con lo que plasmo en la obra, pero lo que sí
voy a reflejar es mi forma de ver el mundo. Si los nazis reinan hoy en el
mundo, podría ser porque el pueblo se ha vuelto bastante radical, o porque
lo considero imbécil. También podría ser una sátira, sobre qué cosas debería
evitar el mundo para que hoy por hoy ganen los nazis. Puede que simplemente
sienta odio por la raza humana y haya puesto a mi odio una bandera
reconocible con la que no me siento identificado, pero tiene gancho.
Todos los supuestos que hay arriba pueden cumplirse a la vez. Últimamente,
yo ando preocupado por la falta de estabilidad laboral, y sobre la clase de
educación que los padres dan a sus hijos, por eso no es de extrañar que en
mi novela se hablen estos dos temas. De hecho, una de mis opiniones más
polémicas es que las víctimas del acoso, sea donde sea, deben levantarse y
plantar cara al agresor sin victimizarse, y, de forma sutil, esa idea
también puede verse en mis dos novelas, no sólo en la última. Que Harry
Potter no toque el tema transgénero no lo hace terf, y al mismo tiempo,
podría haberlo escrito una terf.
Lo que paaaasa es que hay veeeeces que las obsesiones malsanas de un autor
sí se ven reflejadas de forma un poco explícita en su obra. Es una lástima
que, después de una semana buscando, no haya logrado encontrar una canción
a la que llegué por accidente en Youtube, en la que un gato, dibujado con
un estilo parecido a Tom y Jerry, a lo largo del videoclip iba
echándose novias y, cuando se cansaba de ellas, las acababa matando de
formas creativas de esas que sólo la animación permite. Todo bien con
eso... hasta que la persona que dibujó todo el videoclip resultó ser un
asesino en serie que hizo a las mujeres cosas similares a las que hizo el
gato en el vídeo. Y digo que es una lástima que no lo haya encontrado,
porque una cosa es que te lo cuente, y otra es verlo.
Resulta que, más allá de la visión artística del animador, también estaba
proyectando sus fantasías, que, en lo que terminaba el videoclip, ya había cumplido
algunas, y seguro que alguna otra faltaría por cumplir.
Yo suelo separar al artista de la obra, pero hasta cierto punto. Puedo
admirar la perturbación plasmada en un cuadro inquietante sobre una chica
desnuda en una habitación oscura, pero en el momento en el que sé que el
pintor fue un asesino, y la chica, una de sus víctimas, esa perturbación
se me hace difícil de admirar, porque ya no es una idea, es la
representación artística de algo cruel que sucedió de verdad. Cuando yo
escucho un chiste de humor negro, me río, pero sólo cuando sé que el que
cuenta el chiste está bromeando, porque si un asesino pedófilo cuenta un
chiste sobre la muerte de niños, ya no es un chiste, sino algo que podría
ser una realidad o una fantasía dentro de su cabeza.
Esto significa que la parte oscura del arte me es fácil de tragar cuando
sé que es mentira. Es un poco el principio del humor "hacia arriba" de las
feministas, que dicen que una persona blanca y heterosexual no puede hacer
chistes sobre las minorías, pues está haciendo humor sobre un privilegio
que ya existe y ya practica. Pero, mientras que en eso no estoy para nada
de acuerdo, porque una persona blanca y hetero no tiene por qué estar
ejerciendo ningún privilegio, el artista siempre, siempre será
el dueño de su obra.
Déjame aclarar dos últimas cosas. Lo que he dicho no significa que la
crueldad o la perturbación en el arte me parezcan cosas malas, todo lo
contrario, y tampoco he querido decir que las personas que plasman estos
sentimientos "negativos" sean personas perturbadas o negativas. Nada que
ver. Lo único que trato de decir es que, igual que Tarantino tiene una
aparente fijación con los pies, un asesino o un terf podría plasmar
sus fijaciones en sus obras. Es un "podría", no una seguridad.
¿Cómo gestionar entonces este sentimiento?
Cuando una obra te gusta mucho, te gusta mucho, es sagrado. No lo
puedes cambiar, y eso está bien. Esa obra que tanto te gusta, lo hace
porque la viste en un momento determinado de tu vida, con unos valores que
no tienen por qué coincidir con los que tienes ahora. Puedes no estar de
acuerdo con los mensajes de la obra, pero si la ves y te pones de buen
humor, te recuerda una vida más simple hace años, o coño,
simplemente te apetece consumirla, deberías seguir haciéndolo.
Sinceramente, ¿desde cuándo al arte le han importado la presencia de
minorías o el buenismo moral? Uno de mis cuadros favoritos es
Saturno devorando a su hijo, de Goya, y no me arrepiento.
¿Qué más da si te gusta Lo que el viento se llevó, una peli que
consideran racista pese a ser narrada por personajes racistas?
¿Acaso no puedes disfrutar de un libro escrito por un misógino hace la
tira de años? Porque yo disfruto leyendo a Aristóteles, y estoy dispuesto
a perdonar su visión antigua, ya que, al fin y al cabo, vivió hace 2500
años y tengo la personalidad suficiente para aprender de él sin que sus
pensamientos arcaicos me distraigan. Hemingway era un borracho, y ojalá yo
escribiese la mitad de bien. Cervantes era un puto genio, pese a su
xenofobia. Coño, él casi muere peleando contra extranjeros, creo que le
puedo permitir ser así. ¿Cuántas guerras o pestes hemos vivido nosotros?
Somos los maricas de la historia, y como blandos que somos, nos hemos
vueltos unos lloricas, y hemos olvidado que tenemos dientes que sirven
para tragar algo más duro que el puré.
Desde mi punto de vista, "la muerte del autor" está en lo cierto, y a la
vez, trata el arte como algo objetivo y poco humano. Yo soy un conjunto de
retales e influencias, ¿y qué? Soy yo, y como "yo" que soy, escribo una
obra que, aunque pueda representar sólo las mejores partes de mí, es mía.
Y cualquiera es libre de que le guste y luego, después de conocerme,
tirarla a la basura. Pero ten esto presente: la obra no es el autor, no
del todo. Es mucho más simple, y más sutil, porque cualquier
persona puede escribir una novela sobre el glorioso triunfo nazi, y tener
un mensaje que hable de todo (odio puro, crítica al borreguismo, o puro
despropósito), de todo, menos de los nazis. Incluso siendo nazi.
Espero, ojalá que sí, que mi visión del arte te haya enriquecido un poco,
incluso si es para pensar de forma contraria. Que sepas que he finalizado
la corrección de mi novela,
Legado de Mil Mentes, y me han encantado los cambios. Sólo me queda por
maquetar la segunda parte. En fin, ¡volveré tan pronto como pueda! ¡Un
besi de fresi!
Os dejo de regalito las carátulas REALES del FIFA 21. |
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